‘En el camino’, de Jack Kerouac, es considerado el manifiesto de la generación ‘Beat’.
Cuando uno comienza a leer y a conocer autores y movimientos literarios es inevitable encontrarse en algún momento con la llamada generación Beat. El término agrupa a una serie de escritores estadounidenses de la década de los 50. Estaba conformado por Jack Kerouac (en el que nos centraremos en este post), William Borroughs, Herbert Huncke, John Holmes y Allen Ginsberg.
El movimiento se caracterizaba por su rechazo a los valores clásicos de ese país, la libertad sexual, el uso de drogas y el estudio de filosofía oriental. El nombre tiene el significado de cansado o abatido. Además, es considerado el predecesor del movimiento hippie.
Después de aprender todo esto, obvio con mayores detalles y profundidad, es imposible no sentir curiosidad y querer leer algo. Pero, en mi caso, la llegada de otros libros, la falta de tiempo, el olvido o el simple descuido fue postergando la posibilidad de ‘enfrentarse’ a algún texto ‘beat’, en especial a ‘En el camino’ (o ‘En la carretera’ en algunas editoriales). Este libro es considerado el manifiesto del movimiento y está lleno de leyendas y mitos a su alrededor.
Por fin, hace unos pocos meses, tuve el libro en mis manos y empecé el viaje de la mano de Kerouac. Debo decir que valió la pena la espera y que hubiera sido un error gigantesco seguir postergando el encuentro.
Dice la historia que este libro fue escrito en solo tres semanas, que fue mecanografiado sin márgenes ni párrafos en un largo rollo (llamado por el autor ‘El rollo’).
También dicen los rumores que fue escrito bajo la influencia de todo un coctel de drogas, aunque el propio autor lo desmintió y aseguró que la única droga que usó fue el café. Esto ocurrió en 1949, aunque la novela solo vio la luz en 1957.
El libro es autobiográfico y cuenta los viajes que realizó el escritor junto a varios de sus amigos entre 1947 y 1949. La principal ruta recorrida fue la 66, que se volvió toda una leyenda entre los estadounidenses y extranjeros. Los recorridos estuvieron basados en el alcohol, las drogas, la poesía y el jazz; de este último surge este fragmento inolvidable:
«El saxo tenor, con sombrero, alcanzaba la cima de una idea libre y maravillosa, un ‘riff’ ascendente y descendente que iba desde un ¡i-yaaa! Hasta un mucho más desquiciado ¡i-de-li-yaaa!, y que proseguía hasta fundirse con el atronador estallido de los parches maltrechos de la batería, que tocaba un negro enorme y brutal de cuello de toro a quien nada importaba lo más mínimo salvo aporrear sus tambores, hacer crash rata-crash-bum crash…oleadas rugientes de música y el saxo tenor habían conseguido el clímax, y todo el mundo sabía que lo habían conseguido».
Este libro es perfecto para conocer la cultura de Estados Unidos, la diferencia entre los estados y entre las clases sociales, lo problemas económicos, la incertidumbre juvenil, las ansias de conocer y de vivir, pero sin obligaciones ni compromisos.
«A mediodía normalmente estábamos echados en el jardín trasero de Bev, entre chiquillos de Denver que jugaban a indios y vaqueros, y caían sobre nosotros desde cerezos en flor. Estaba pasándola maravillosamente bien, y el mundo entero se abría ante mí porque no tenía sueños».
Por último quiero mencionar dos aspectos que me llamaron la atención:
Primero, al ir leyendo los relatos de carretera y los momentos de desenfreno en bares y calles no pude dejar de recordar el libro de Hunter S. Thompson ‘Fear and loathing in Las Vegas’ y en especial la extraña versión cinematográfica de esta obra realizada por Terry Gilliam y protagonizada por Johnny Depp.
Segundo, me causó curiosidad encontrar en el libro mencionada varias veces la palabra hipster, esta subcultura urbana tan de moda en estos años. Pues aprendí que el término nació a finales de los 40 y se popularizó en los 50. Una demostración más de lo cíclico de la moda.
Es un gran libro, una forma perfecta de conocer un poco más de EE. UU. y de su gente, así que léanlo, seguro los va a sorprender y encantar.