En cuentos, novelas, poesía, crónica… no importa el género,
Bukowski siempre tendrá estos elementos.

Parafraseando lo que dicen en un conocido programa de humor
en el que parodian a un jugador de fútbol: esto es lo bonito de la literatura.
Pasar, en mi anterior post, de un libro con tintes religiosos y que pretende
ayudarte a crecer a un autor que es crudo, que es directo y sin pretensiones.
Pasar a Charles Bukowski.

Bukowski nació en Alemania, pero es el escritor más
estadounidense que uno pueda imaginar. Los temas, los lugares, las
descripciones son una radiografía de la situación que se vivió en Estados
Unidos en las décadas de los 60, 70 y 80.

Sus libros están llenos de licor, de sexo, de marginalidad.
Pero pese a ser recurrentes estos temas es un autor político que denunció la
situación de pobreza, la inconformidad de los ciudadanos y el ambiente de
desesperanza que flotaba en el ambiente de Los Ángeles, ciudad en la que vivió
la mayor parte de su vida.

Por su estilo y sus temáticas fue considerado parte de la
llamada ´Generación Beat’ (de la que ya hablé en el post dedicado a ‘En el
camino’ de Jack Kerouac
). Sin embargo, esta apreciación es errónea. Lo que sí resulta cierto es su gran
influencia en autores estadounidenses y de otras nacionalidades.

Este post no está dedicado a un libro en especial, hasta el
momento he tenido la fortuna de leer cuatro libros de su prolífica obra: la
novela ‘La senda del perdedor’, la crónica ‘Shakespeare nunca lo hizo’ y los
libros de cuentos ‘La máquina de Follar’ y ‘Se busca una mujer’, libro que
acabo de terminar y que me llevó a escribir esta entrada.

Así como su obra generó muchos adeptos, que resaltaron su
autenticidad, también tuvo infinidad de críticos que la calificaron de soez y a
él de exhibicionista literario. Y él lo sabía y lo plasmaba en sus libros a
través de su ‘álter ego’ Henry Chinaski:

«Un tercio del público me odia, un tercio me adora y el otro
tercio no sabe qué coño hacer»
, dice Chinaski en el cuento ‘Esto es lo que mató
a Dylan Thomas’.

Leer a Bukowski es llenar los sentidos de whisky y cerveza,
es sentir la respiración de una mujer, una mujer hundida en los problemas,
apestando a licor, sin esperanzas y que solo busca un poco de amor. Es vivir de
la mano de sus personajes o de él mismo en sus crónicas la crudeza de
sobrevivir cada día. El viaje entre ríos de alcohol por Europa que describe en
‘Shakespeare nunca lo hizo’ es un ejemplo claro y contundente.

Pero también es vivir las grandes diferencias que existen en
una cultura mercantilista y capitalista, es sentir la ausencia del dinero y
verlo tan lejano en manos de otros, otros que te lo sacan en cara y te
minimizan:

«Había unos pocos turistas (…) Se detenían frenéticos en los
escaparates, caminaban, pateando el pavimento, despidiendo sus rayos: tengo
dinero, tenemos dinero, tenemos más dinero que tú, somos mejores que tú, nada
nos preocupa; todo es una mierda, pero nosotros no somos una mierda y lo sabemos
todo, míranos».

Vuelvo a Chinaski, este escritor, poeta, alcohólico,
mujeriego, que va de trabajo en trabajo buscando ganar algún dinero que le
permita pasar otro día más. Un verdadero antihéroe que en sus momentos de
éxito, muy pocos por cierto, no olvida de dónde viene.

«Pero no puedo dejar de pensar en los años en habitaciones
solitarias, cuando las únicas personas que llamaban a mi puerta eran las
caseras pidiendo el alquiler o el FBI. Yo vivía con ratas y ratones y vino, y
mi sangre se derramaba por las paredes en un mundo que no entendía ni entiendo
ahora
«.

Por muchas razones me siento identificado con Henry, entre ellas que sigo sin entender este mundo. También con sus
sueños de sobresalir, con su búsqueda de salir de la pobreza con un golpe de
suerte, bien sea en el hipódromo o con un libro. Y en que durante muchos años mantuve
una peligrosa relación con el alcohol.

Descubrí gracias a este facetas escondidas, conocí gente y
tuve relaciones basadas en el trago y la fiesta, pero también perdí personas y
desperdicié oportunidades. No me arrepiento de nada y por el contrario
agradezco poder leer ahora cosas como estas y entenderlas, al menos eso creo, mejor
gracias a mi experiencia.

Ahora, para bien o para mal, las cosas han cambiado y me
hace feliz poder mantener relaciones y amigos sin injerencia del alcohol,
aunque sigue estando presente y no descarto que en algún momento, como en
varias de las historias que protagoniza Chinaski, vuelva para darle un nuevo
giro a mi vida.

Bukowski puede ser vulgar, algo básico, tal vez fuerte para
algunos. Pero no dejen de leerlo, siempre podrán encontrar un trasfondo, una
reflexión y una oportunidad de liberación. Estoy seguro que les encantará y
sorprenderá.

@digonar