‘El gran Gatsby’, de Scott Fitzgerald, una novela de casi 90
años que sigue siendo actual.

Esta es, quizás, una de las novelas más reconocidas de la
literatura estadounidense, y por ende más representativa. Su autor, Francis
Scott Fitzgerald, es considerado uno de los grandes pese a haber escrito solo
cinco novelas ( además varios cuentos y novelas cortas) y a morir relativamente joven, a los 44 años de edad.

En ‘El gran Gatsby’, Fitzgerald retrata toda una forma de
existir, una generación y un sentimiento que se vivió en los Estados Unidos
luego de la Primera Guerra Mundial.

La historia se desarrolla en la década de los 20 y sus
protagonistas son Nick Carraway, el narrador; su prima Daisy; el esposo de
esta, Tom Buchanan; la golfista Jordan Baker, y por supuesto el enigmático
señor Gatsby.

La temática es sencilla, pero universal. Los sentimientos
que mueven a los protagonistas: amor, amistad por conveniencia, infidelidad,
venganza, sufrimiento… tal vez son los mismos que han inspirado a miles de
autores y que de una u otra forma nos mueven a los seres del común.

Esta misma sencillez y universalidad es la que logra atrapar
al lector, sin importar su procedencia, su hábitat, su condición, su forma de
vivir. Además, la historia es tan vigente que se han hecho cinco adaptaciones
cinematográficas en diferentes décadas, la última de ellas este año,
protagonizada por Leonardo Di Caprio y dirigida por Baz Luhrman.

Pero, ¿por qué este libro sigue cautivando al público si
maneja las mismas temáticas que otros autores que no logran trascender? Obvio
la respuesta no la tengo, pero sí algunas pistas.

En primer lugar, Fitzgerald es un genio describiendo
situaciones, lugares y personajes. Es capaz de hacer que el lector visualice y
se sienta presente en un sitio o en una realidad:

«Fue una casualidad que hubiera alquilado una casa en una de
las más extrañas comunidades de Norteamérica, situada en una esbelta y
bulliciosa isla que se extiende al este de Nueva York, y donde existen, entre
otras curiosidades naturales, dos extraños accidentes geográficos. A unos 30
kilómetros de la ciudad, una pareja de enormes huevos, idénticos en la forma y
separados únicamente por una mal llamada bahía, se adelantan para introducirse
en la extensión de agua salada más domesticada del continente americano: ese
enorme y húmedo corral que es el estrecho de Long Island. Las dos formaciones
no son perfectamente ovales – al igual que el huevo de Colón, los dos se
aplastan por el extremo en contacto con el suelo-, pero su gran parecido debe
ser una perpetua fuente de confusión para las gaviotas que los sobrevuelan.
Para los bípedos implumes aún resulta más llamativa su desemejanza en todo
menos en forma y tamaño».

¡Wuash!, con esta descripción es imposible no situarse, así
uno no tenga la oportunidad de conocer el paraje. O esta descripción de la
imagen de Gatsby:

«Sonrió comprensivamente; más que comprensivamente. Era una
de esas raras sonrisas con inagotable capacidad para tranquilizar que solo se
encuentran cuatro o cinco veces en toda una vida. Por un instante se enfrentaba
– o parecía enfrentarse- con un mundo exterior en su totalidad para luego
concentrarse en ti con un irresistible prejuicio en tu favor. Te entendía hasta
donde querías ser entendido, creía en ti como tú querías creer en ti mismo, y te
confirmaba que había recibido de ti la impresión que tú, en tus mejores
momentos, tenías la esperanza de transmitir».

He tenido la oportunidad de sentir una sonrisa así, que me
inspira tranquilidad, confianza y que siempre me hace sentir mejor conmigo
mismo: ¡Es lo máximo!

Lo otro sobresaliente en el autor es su capacidad de generar
reflexión en el lector sin necesidad de juzgar o de encontrar certezas
inexorables. Es un escritor que te pone a pensar, que te deja, gracias a su
forma de contar, hacer un análisis libre de prejuicios, y así poder
identificarte con cualquier personaje, ya que ninguno es bueno o malo, son
simplemente personas llevadas a situaciones por su educación, su forma de
pensar o su corazón.

Por último, lo que cuenta es tan cercano que es imposible no
sentir que lo has vivido. En mi caso, obvio, no en lugares con los lujos y
boatos que acá se describen, pero lo importante es que son sentimientos y
circunstancias cercanas: personas que considerabas tus amigos y que al final
solo estaban por interés, el arriesgar todo por alcanzar un sueño y un amor, la
conformidad con la rutina y la comodidad, la tristeza de los sueños rotos, la
frustración…

Un gran libro, escrito en 1925, pero que puede adaptarse a
cualquier tiempo y lugar. Si no lo han leído se los recomiendo a ojos cerrados,
estoy seguro que les va a encantar y los va a sorprender.

@digonar