“Todavía no eres para mí más que un niño semejante a otros cien mil niños. Y no tengo necesidad de ti. Pero si me domesticas, tendremos necesidad el uno del otro. Serás para mí único en el mundo. Seré para ti único en el mundo”.
Esta es una de las frases inolvidables de ‘El principito’, uno de esos libros que puedes leer en cualquier etapa de tu vida y siempre te deja una enseñanza, siempre te da motivos para reflexionar.
Publicada en 1943 es la obra más reconocida del escritor y aviador francés Antoine de Saint Exupéry, y una de las obras más universales de la historia de la literatura.
Escrito en un formato para niños, sin duda la historia va mucho más allá y es toda una crítica del comportamiento humano y de cómo al ir creciendo y ‘madurando’ los hombres vamos perdiendo la capacidad de sorprendernos y la espontaneidad que siempre debería caracterizarnos.
He leído este libro en varias ocasiones, la primera de ellas ya hace muchos años, cuando aún era un niño llegando a la adolescencia. La última un par de días atrás. Y es que definitivamente los libros llegan en el momento indicado. Esta vez llegó por un video que hicimos a propósito de la nueva película inspirada en el libro. Y obvio esta vez me trajo un significado diferente, en esta etapa de mi vida el libro me llegó por otro lado y me hizo entender que es importante saber cuándo decir adiós, y saber cómo cerrar los ciclos en la vida dejando siempre una sonrisa en los demás.
“Cuando contemples el cielo, en la noche, como yo habitaré en una de ellas, como reiré en una de ellas, será para ti como si todas rieran. ¡Tendrás estrellas que saben reír!”
Esta frase que el pequeño príncipe le dice al aviador es realmente contundente. No importa dónde estés, que tan lejos estés o si estás… lo que importa es lo que dejaste en los demás.
Una serie de circunstancias en los últimos meses me ha puesto a pensar mucho en lo que estoy haciendo y en lo que quiero hacer. Me pregunto cada día si estoy en lo correcto, si me he quedado en una zona de confort y como consecuencia he perdido la capacidad de sorprender y sorprenderme. En medio de esta serie de interrogantes leo esto y puedo encontrar sentido a muchas cosas:
“Adiós –dijo el zorro-. Este es mi secreto. Es muy simple: no se ve verdaderamente más que con el corazón. Para los ojos, lo esencial es invisible”.
Es claro, debo dejar de pensar en ganar, en lograr, en obtener, y más bien concentrarme en encontrar el sentido de lo que quiero, hallar la esencia de las cosas.
Volver a recordar la importancia de la amistad, de esa amistad incondicional en la que cada acto es desinteresado. Esos amigos que te hacen olvidar las cifras y los juicios, y que te hacen ver la oveja dentro de la caja. Esas personas que te recuerdan que las preguntas correctas no son ¿cuánto tienes? o ¿cuánto ganas?, sino ¿cuál es el sonido de su voz? ¿Qué juegos prefiere?
También recordar la importancia de mirar las estrellas, de una puesta o una salida de sol. La importancia de disfrutar de las pequeñas cosas, que en realidad son las grandes cosas de la vida. Y es que a veces te aporta mucho más una conversación sobre dibujos animados que una tertulia con expertos en cualquier tema.
Otra enseñanza que deberíamos tener presente todo el tiempo es la de los juicios: “Te juzgarás a ti mismo –le contestó el rey-. Eso es lo más difícil. Es mucho más difícil juzgarse uno mismo que juzgar a los demás. Si logras juzgarte adecuadamente a ti mismo. Será porque eres verdaderamente sabio”.
¡Por Dios!, cuanta realidad…todos los días escuchamos a los que nos rodean o nos escuchamos a nosotros mismos criticando las relaciones de los demás, a los compañeros, a los amigos, pero nunca nos ponemos a pensar en lo que hacemos. Nunca aceptamos nuestros errores y preferimos achacarles a los demás los problemas que nosotros mismos generamos. Daría cualquier cosa por poder alejarme por unos minutos de esta realidad y poder encontrar todas las falencias que me invaden. Cuánto daría por ser por solo unos segundos verdaderamente sabio.
A través del libro surgen varios personajes que nos muestran los estereotipos que nos rodean sin importar la cultura o el lugar del mundo en que estemos. Son personajes universales que encontramos en cualquier sitio o microuniverso.
Por ejemplo, el rey sin súbditos o el vanidoso sin admiradores, el borracho avergonzado de estar borracho, el encargado del faro o el hombre de negocios, este último es el que más se ha reproducido y el que finalmente domina las esferas del poder y que nos arrastra a un mundo de consumismo y ceguera.
Y es que “decididamente, son muy extrañas las personas mayores. Las personas mayores son extravagantes”.
Por lo general en estos posts busco destacar las frases con las que más identificado me siento, aquí tendría que transcribir un 90% del libro. Sin embargo, quiero agregar este del rey, que me parece muy acorde a lo que pasa:
“Exactamente. Es necesario exigir de cada quien aquello que cada quien puede dar –agregó el rey-. La autoridad descansa, primeramente, en la razón. Si ordenas a tu pueblo que vaya a tirarse al mar, hará la revolución. Yo tengo el derecho de exigir obediencia, porque mis órdenes son razonables”, dice el rey y cómo quisiéramos que nuestros líderes y gobernantes fueran así de justos y ecuánimes. Seguro nuestro mundo sería un poco mejor.
A veces alejarte del cascarón, dejar lo que te rodea y que llamamos vida es difícil. Crees que has conseguido todo cuando logras tener una casa, un carro, una posición social…pero tal vez no sea así, tal vez lo importante es ser feliz y reconocer que tu rosa es única y vale la pena compartirlo todo con ella.
Este post tuve que interrumpirlo porque cuando lo escribía sucedieron los trágicos hechos en París y las obligaciones laborales eran prioridad. Hoy, al retomarlo, no puedo dejar de pensar que si recuperáramos ese niño que fuimos y que dejamos olvidado seguramente esto no pasaría. Seríamos más tolerantes y la sed de poder y dinero no nos agobiaría.
Si no han leído ‘El principito’ háganlo cuanto antes, no importa si se sienten muy adultos, seguro les va a encantar y especialmente les va a sorprender.
@digonar