Si la vida me permite llegar a miles —o centenares de personas por medio de un blog—, espero que también respeten mi sentir y abracen mi dolor.

Henry Orozco – @SoyHenryOrozco / Periodismo de Blog.

Estoy lleno de miedos. De mierda. Golpeando mi vida en cada sentir, en una canción —quizá—. Vomitando letras como forma de subsanar un alma destruida, que se le escapa la esencia en cada sentir. Estoy acá, sentado, destilando penas.

 

Me siento triste, obscuro. Falto de ti —y de todo—. Reviento, adentro, sin estallar en esta puta realidad. Me siento vacío, inseguro, harto de ti y de todo. Te amo y te desprecio, porque te robas mi más sentida capacidad, la de amar y a la vez mi tranquilidad. Estoy harto de ti, del mundo, de lo superfluo que se torne mí alrededor. Quiero dar amor y me fastidia mendigarle al mundo tu amor o comprensión. Se me olvidó cortejar, ser un ser humano y a la vez sensato. Siento que el mundo ya no valora lo simple, que el amor parece una burla —u ofensa—, siento que nadie quiere ser querido y que le importa un culo ser olvidado.

Estoy acá, derramando letras, y ya comprendí que vos no las leerás porque simple y sencillamente ni te importan. Quiero dejar un manifiesto al dolor de tu amor, porque si por lo menos una sola persona el mundo lo lee y lo hace suyo —como yo hoy lo hago mío y te lo entrego— eso me hará revolcarme en mi tumba.

No le pido tiempo a la vida ni mucho menos espacio al tiempo; aunque hoy seamos un blog, en una casa editorial que lee gran parte de Colombia. Me siento vacío, inseguro, triste y podrido. Me siento humano y me duele ser vulnerable. Me daña pensar en ti, aunque cierre mis ojos deseando pensarte. Soy tan oscuro y falto de ti que hasta me apena llegar a ser tuyo.

Nunca creí decirte tanta mierda, ni mucho menos públicamente; pero si de algo ha de servir este espacio es como epitafio de más de varias palabras, insípidas y plasmadas en un puta lápida que todos van a llorar pero nadie a leer.

Me suelto a ti como la vida me lo enseñó. Escribiendo. Me suelto a ti, vacío y sin ganas de vivir. Me suelto a ti, pensando en olvidar todo lo que me creaste. Me ardo y confundo mi vida en tus expresiones banales. Me cargo de ti, sin ti, sin nada más que idealizar —quizá— lo que quiero de ti, en mí, pero sin vos.

Me apena decirle al mundo lo mucho que me duele amarte, pero me desahogo en cada letra sin psicólogo abordo. Te hago mío, en tu ausencia y te lloro al bordo de humillarme, sin decírtelo de frente. Soy tan miserable y expuesto, que aprendí a expresarme sin temor a ser juzgado. Soy un ser entregado a ti con mi más pésimo sentir. Soy vulnerable, triste y vacío de ti.

La vida me ha puesto en contextos firmes, de enseñanza y valor, y aunque proyecte al mundo grandeza no soy más que un ser humano pequeño creciendo en tu ausencia.

Te veo ahí, sentado, junto a mí. Seguro de ti. Falto de mí, y me duele no ser tuyo. Te siento lejos, en cada palabra que cruzamos, en cada expresión de amor que te entrego. Quiero olvidarme de ti y no puedo. Quiero borrar tu esencia de la mía, no conocer nada de ti aunque te esté ayudando a escribir una parte de tu realidad.

Deseo que el tiempo te borre o me enseñe a vivir sin ti, pero seguro de que en la memoria quedará, indeleble, tu más bello sentir. Te sueño en mí, seguro de ti, porque me enseñaste a amarte sin decírmelo de frente. Porque entregaste una parte bella de ti, a mí, que configuró mi existencia. Porque sos responsable de mi sentir, aunque absurdo te parezca.

Me despido a ti, y a todo lo que me obligue a pensar en ti. Me suelto, me desato como confesión a un cura, en el mundo que decidí escribir.

Deseo que quien lea este manifiesto, con dolor ante su situación, sepa soltar. Subsanar, olvidar. Porque el mundo —quizá— pueda girar un poco más sin el dolor de vivir, algo que sencillamente nos ha hecho es morir.