Cuando termine esta historia, usted podrá formular sus propio juicio y sobre todo preguntarse qué habría hecho en una situación similar. Es todo lo que voy a decir por ahora.

Victoria y Astrid son dos compañeras de trabajo que comparten un apartamento en el sur de la ciudad, son doctoras en un hospital donde pasa de todo a diario y donde la vida se hace frágil cada noche gracias a quienes se sienten con autoridad para quitarla con violencia.

Están acostumbradas a hacerle frente a la muerte cada noche ganando y perdiendo batallas. Vivir en un barrio violento las ha hecho fuertes, valientes y prevenidas; pero ya saben que la prevención nunca es suficiente en un lugar peligroso.

Son doctoras en un hospital donde pasa de todo a diario y donde la vida se hace frágil cada noche

Son las 10 de la noche y las dos amigas coinciden en el final de su turno, así que cansadas pero aliviadas están felices por regresar juntas a casa, el apartamento en el que viven queda a solo 2 cuadras del hospital, normalmente cuando salen solas deben pedir un taxi, sí, para dos cuadras, pero hoy están juntas y deciden caminar «a paso rápido» hasta su casa.

La noche está helada y ha llovido, las calles oscuras y sin pavimentar hacen el escenario más complicado aún, ellas deben doblar en la esquina del hospital, atravesar la cuadra que lo rodea y al pasar la calle estarán en una cuadra más iluminada, al fondo de ésta, queda el edificio de apartamentos de tres pisos donde ellas viven.

No se ve a nadie, así que ellas caminan de prisa agarradas de gancho mientras se cubren con una sombrilla, cuando van por la mitad de la cuadra y con la sorpresa que le gana a la reacción… El agresor las toma por detrás agarrando por el cuello a Victoria mientras Astrid queda de frente viendo el cuchillo enorme que el agresor tiene amenazante, punzando el costado de Victoria…

Astrid se da cuenta de que el agresor está decidido a todo, Victoria mantiene la calma y solo pide al agresor que no le haga nada, ambas tiemblan de miedo.

El agresor pide las carteras, los relojes y los celulares, ellas los entregan; el agresor toma los objetos y con la mirada llena de maldad lanza una puñalada hacia Victoria pero ella, en defensa pone el brazo, el agresor corre… Ellas están paralizadas, Astrid mira a Victoria y ella tiene la mano en la cara, un hilo de sangre recorre sus mejillas, Astrid le pide que la deje ver y al quitar sus manos, Victoria tiene una herida en la cara, 4 centímetros abajo del pómulo, hay que devolverse al hospital…

Todo esto ocurre en segundos y cuando se devuelven al hospital para auxiliar a Víctoria, un grito desgarrador y ahogado deja heladas a las amigas quienes al mirar ven al agresor en el piso… Gritando de dolor…

No me pregunten por qué, porque en mi caso personal, yo hubiera huido de allí pensando primero en mi amiga, pero ellas, no sé si por ese instinto de ayudar o yo no sé qué carajos, decidieron devolverse para ayudar al agresor que clamaba por ayuda en gritos desesperados.

Un grito desgarrador y ahogado deja heladas a las amigas quienes al mirar ven al agresor en el piso… Gritando de dolor…

Al llegar, el agresor estaba en el piso, por la oscuridad de la noche y el terror de la situación, las doctoras no notaron que el agresor tenía unos zapatos rotos sin medias, y que después del atraco, al salir corriendo, por alguna razón que involucra la física con la justicia poética, el agresor se había tropezado soltando el cuchillo, y al dar el paso para encontrar el equilibrio pisó el cuchillo que caía con por el lado del mango atravesando con el filo su pie desde la planta hasta el empeine.

Había que llevarlo al hospital de inmediato, la lluvia se hizo más fuerte y ellas en medio de la oscuridad no podían hacer mucho, estaban lejos y Victoria seguía sangrando.

Entonces ellas poseídas por la adrenalina y su instinto de salvación increíble, lograron levantar al ladrón y de un solo esfuerzo llevarlo al hospital, donde por alguna razón había calma esa noche de lluvia.

Al llegar con el agresor desmayado de dolor por el pie atravesado con el puñal de 22 centímetros, todo se puso en marcha para ayudar y Victoria, herida, era la más capacitada a esa hora para hacer la extracción del arma.

Las cosas ocurrieron así, no les voy a decir el procedimiento médico que utilizaron pero el hecho es que después de 3 horas el agresor estaba siendo trasladado a otro hospital para una cirugía más precisa pero sin el cuchillo, el cuál había sido extraído por Victoria quién tomaba café con cinco puntadas en su cara que dejarán marca.

La policía llegó a las 5 de la mañana, amanecía en la ciudad, y con ellos, Victoria y Astrid caminaron hasta «El lugar de los hechos» y justo ahí, estaban intactas todas las cosas, las carteras, los relojes y los celulares. Habían pasado 7 horas desde el atraco y nadie, nadie había tomado las cosas.

Lo más increíble de todo es que la sombrilla, que había caído unos metros atrás, donde las doctoras habían sido atracadas, se había desplazado y estaba ubicada sobre las cosas como protegiéndolas.

Del agresor nunca se supo nada, Victoria y Astrid siguen trabajando en el hospital y compartiendo apartamento, la calle sigue oscura y sin pavimentar… Ellas piden taxi siempre para ir a casa.

Hay que aceptar que el mundo está lleno de gente buena y mala, debemos vivir con esa idea y tristemente con la desconfianza del día a día, pero también estoy seguro que hay mucha gente buena que de verdad hace lo posible por hacer un mundo mejor.

La pregunta de esta semana es:

¿Ud qué hubiese hecho?

Gracias por leer

Por

Pineda