¿Ustedes creen en la atracción a primera vista?

¿Esa atracción sexual que descontrola y que enloquece sin remedio, haciéndonos cometer cualquier acto desquiciado y desesperado sin medir las consecuencias, poseídos por un bloqueo mental que nos fija un objetivo claro?

Una situación que definitivamente no le sucede a todos, y que solo pasa en las películas con mujeres hermosas y tipos musculosos, una situación que se hace increíble cada vez que se cuenta pero que sucedió de verdad. Hoy les voy a contar esa historia.

Eran las 2 de la tarde y caminábamos por la calle, el calor estaba muy agresivo para el guayabo que estábamos pagando gracias a la parranda hasta las 6 a.m. tanto así que decidimos tomar una cerveza, en mi grupo estaban 5 personas a parte de mí, dos parejas, una de novios y otra de esposos, mi novia y yo.

Nos sentamos en un bar de esos que están frente al mar y de los que uno no quiere salir, estaba repleto el lugar pero nos dieron mesa rápido; al sentarnos, tuvimos una pequeña discusión con la otra pareja de novios que quería ver el mar de frente, no le dimos largas y eso nos dejó a mi novia y a mí de espaldas a la playa y de frente al bar.

Era nuestro último viaje como novios con María Fernanda, mi novia, porque ya habíamos decidido casarnos cuando llegáramos a casa; estábamos delicioso picando camarones fritos con limón y hablando de la vida y lo afortunados que éramos, cuando tuve la sensación de ser observado, esa sensación maluca que te obliga a confrontar la mirada.

Al hacerlo, me topé con unos ojos verdes que me miraban fijo, sonreí nervioso porque soy muy tímido y esas vainas me ponen mal, pero por más que hacía mi mirada esquiva, ella no dejaba de mirarme. Lo más extraño es que no era molesta, era muy atractiva… Excitante.

Me intimidaba y a la vez me atraía, miré a María Fernanda, ella hablaba de zapatos y ¿saben que pensé en ese momento? pensé que ojalá Mafe no me mirara, ella tenía la maña de besarme mucho y por alguna razón no quería que la mujer que me miraba supiera que tenía novia, eso sentí. Entonces ignoré a mi novia y me llené de valor ayudado por la calentura para enfrentar la mirada que me tenía completamente agüevado.

La mujer no era una mujer espectacular pero sí era muy atractiva, no supe si estaba con alguien o sola porque no le quité la mirada nunca. Era rubia, nariz perfecta, blanca y con grandes ojos verdes, estaba bebiendo una copa de champaña y estaba vestida de blanco.

No hacía ningún gesto, solo me miraba y yo estaba ahí, caliente hasta el infinito y más allá, completamente sometido y sobretodo curioso, ella tenía toda mi atención.

Comencé a fantasear con ella mientras respondía por ósmosis a la conversación con mis amigos. La imaginaba tocándome, revolcándonos descontrolados y sudorosos, Mafe me comenzó a importar un carajo; solo pensaba en la vieja esa y en nosotros haciéndolo en todas las posiciones como película porno de esas puercas que tanto nos gustan a todos.

Mientras estaba sumido en esos pensamientos pecaminosos y deliciosos ella de repente puso el dedo en su boca como diciendo «Shhh» y se levantó entrando al fondo del bar. ¡Y yo sentí que me llamó!

Sin dudarlo dos veces y como llevado del putas me levanté diciendo que iba al baño, nadie dijo nada y yo salí temblando de la arrechera tan enorme que apenas me permitía caminar, no sabía a dónde iba a parar eso pero no me importaba un soberano pepino. Yo solo quería ir allá.

El lugar estaba muy lleno y oscuro, las luces de colores que lo iluminaban no me permitían encontrarla y comencé a pensar que quizás yo me estaba obsesionando y que la vieja solo estaba en el baño, y si me aparecía, hasta un problema podía ganarme.

Comencé a reaccionar y a devolverme a la mesa bajando el nivel de calor y de repente aparece ella en un rincón y con su mano me dice «ven». Sí, así como en las películas.

Corrí, empujé, y mi nivel calenturiento subía como la espuma de la cerveza, al llegar frente a ella no fui capaz de decir nada solo sentí olor a vainilla, sí, a vainilla; y mientras lo analizaba, ella me metió al baño de un jalón, cerró la puerta y me empujó contra ella, no dijo nada, nunca lo hizo, solo me besó.

Y me besó de tal forma que sentí que me iba a desmayar, me quitaba el aire y yo, la verdad, me entregué por completo y al placer infinito de ese beso.

Mis sentidos se descontrolaron y yo estaba de verdad, extasiado y quietico dejándome hacer lo que ella quisiera, hasta que de repente ella metió su mano en mi pantalón…. Ahí sí fue el acabose.

Y me besó de tal forma que sentí que me iba a desmayar, me quitaba el aire y yo, la verdad, me entregué por completo y al placer infinito de ese beso.

Entre toqueteos y besos deliciosos no tuve otro camino que dejarme llevar del placer hasta explotar descontrolado y llevado al límite de la pasión…

Cuando terminé, ella sacó su mano, me acomodó el pantalón y se fue, simplemente se fue sin decir nada; yo me quedé ahí tratando de entender lo que acababa de pasar mientras aún me saboreaba de placer… Decidí limpiarme, echarme agua y al mirarme al espejo noté el desastre…

Tenía unos pantalones color caqui de drill y después de mi desborde de pasión, había quedado una huella en ellos que solo podía desaparecer con un proceso de secado urgente, así que pase los siguientes 15 minutos tratando de solucionar el inconveniente ante el secador de manos disimulando ante la gente que entraba para volver a la mesa quejándome por la larga fila que había.

No podía creer lo que había pasado, y debo confesar que me sentí pleno, nunca me sentí culpable con Mafe, debo ser sincero.

Pero sí tuve mi lección y castigo cuando a la hora de pagar no tenía mi billetera con mis tarjetas y dinero en efectivo. Me habían robado en medio del pajazo.

Y mientras yo limpiaba el desastre en el baño, la rubia pagaba compras en lugares cercanos casi desocupando mi tarjeta de crédito hasta que logramos bloquearla.

Para todos mis amigos y Mafe, solo quedó en una simple «chalequiada»

Terminaron las vacaciones, Mafe no se enteró y no se va a enterar nunca. Considero que fue algo pasajero y que nada tiene que ver con el amor que siento por ella.

Nos casamos y somos muy felices.

Pero quiero que sepan todos, que nunca olvidaré el episodio del baño, el cuál considero por lejos, el momento más caliente de mi vida.

¡Y no me arrepiento!

Gracias por leer

Feliz semana

Por

Pineda.