La verdad no sé cómo comenzar esta carta, hace mucho no escribo una y me pareció una buena forma de expresar lo que siento que es mucho y algo confuso.

Han pasado 15 años sin verte, sin sentir tu llanto ni besar tus mejillas, sin caminar juntos tomados de la mano o sonreír en el parque bajo el cielo azul.

Han sido años de ausencia muda por los secretos, años de inocencia de parte de los dos, hemos caminado juntos por la vida sin ese abrazo fuerte y amoroso que nos merecemos.

Y ahora, después de todo, de tanto tiempo y tantos momentos perdidos para siempre he comenzado a extrañarte sin tener por qué hacerlo y a desear con mi alma entera que tú me extrañes también.

Cuántas veces lloraste mientras yo seguía sonriendo por la vida sin importarme tu tristeza, cuántas veces sufriste algún maltrato mientras yo caminaba feliz e indiferente a tu dolor…

No fue justo para ninguno de los dos que nuestros caminos de hayan separado por decisiones equivocadas de terceros, quienes creyeron que sería lo mejor sin saber cuánto daño nos hacían.

Mientras que ambos dábamos pasos por la vida separados, tu triste y yo inocente. Sé que la vida te dio un reemplazo, y que tienes alguien más, alguien a quien amas, y que yo hoy debo luchar de ceros y en desventaja por ganar tu cariño… Injustamente.

Porque estaba dispuesto a amarte como mi princesa, con mi alma, con ese amor profundo que se alborotó en mi corazón desde que supe noticias tuyas y que hoy me hace temblar mientras escribo esta carta.

Porque aunque han pasado 15 años te amo más que nunca, estoy dispuesto a dar todo por ti… A ser tu apoyo, tu consejero, tu amigo y tu respaldo. Porque tú eres mi todo.

Hoy me puse una corbata porque voy a verte, nunca la uso pero me pareció apropiada para ir a conocer a una princesa. A mi princesa.

Sé que no podré contener las lágrimas cuando te mire, sé qué lloraré al abrazarte y que quizás tú no lo hagas porque es normal que no sientas lo mismo.

Sé también que esta carta no importará después de ser leída, y que confío en que las fuerzas de la naturaleza hagan su labor para que despierte esa unión, ese vínculo de vida irrompible que tenemos.

Hace 15 años que no te veo, hace 15 años que no sé nada de ti; y hoy después de ese tiempo ya perdido te voy a conocer, hijita mía… para tratar, de alguna manera de recuperar, de sanar, de estar unidos de nuevo, desde el comienzo.

No guardo rencor alguno por quien decidió separarnos ocultándonos verdades, y espero que algún día y de tu mano pueda perdonar completamente esta injusticia.

Por ahora, la felicidad de abrazarte es lo que me hace feliz. Pero cambiaste mi vida por completo desde que supe de ti. Y yo acepto este cambio dichoso, de la misma forma que lo hubiese hecho hace 15 años.

Creo que esta carta no tiene nada más que decir y no sé si te la entregue algún día.

Porque hoy te voy a ver hijita amada, y todo lo que dicen estas letras, saldrá de mi corazón ante ti.

Te ama Papá


NINGUNA mujer tiene derecho a OCULTAR a un padre la existencia de su hijo

Una de las cosas más tristes de la vida es esa creencia de que el amor de una mujer hacia los hijos supera al amor del hombre hacia ellos, y aunque vivimos en una sociedad donde el machismo y la irresponsabilidad de algunos malos padres han contribuido a esa creencia, hay que resaltar que el amor de un padre hacia un hijo es enorme y que NINGUNA mujer tiene derecho a OCULTAR a un padre la existencia de su hijo.

Esta carta nunca fue entregada, el padre fue invitado a la fiesta de 15 años de su hija desconocida hasta ese día y por alguna razón no la entregó.

Nunca pudieron recuperar el tiempo perdido y aunque lo intentó por todos medios, la distancia y las vida no fueron de gran ayuda.

Sin embargo, ellos siempre estuvieron en contacto hasta el día de la muerte del padre por un infarto 15 años más tarde, había enviudado hace 2 años y no había tenido más hijos.

Una llamada telefónica de un abogado avisó a la hija ahora casada y radicada en el extranjero que debía presentarse de carácter urgente, ella viajó a la reunión para recibir una herencia millonaria y unas propiedades entre las que estaba la casa de su padre.

Al revisar sus cosas esta carta fue encontrada en el bolsillo de un saco de paño.

Y la hija pudo leerla… 30 años después.

Gracias por leer.

Feliz semana.

Por.

Pineda.