Tener un plan es solo un formalismo para caminar por la vida, pretendemos tenerla organizada y nuestras metas claras por mostrarnos serios ante los demás, pero en el fondo sabemos que lo único que tenemos claro es que no tenemos ni idea de lo que va a pasar.
Despertamos bajo el infortunio de la rutina, nos levantamos a una hora específica, caminamos a la misma parada de bus siempre, o manejamos por la misma ruta para ir al trabajo; ahí estamos todo el día y luego volvemos a nuestra casa, cansados, para dormir y «cerrar» un ciclo que no cierra nunca.
A ese proceso lo llamamos tristemente «Día a día»
Sin embargo, existe siempre la posibilidad de cambiar desde lo más mínimo, e incluso darle la vuelta para bien o para mal a nuestra vida, pero tenemos terror de tomar esa decisión.
Nos aferramos en estar «seguros» mientras la vida pasa ante nosotros haciéndonos un hueco en el alma por no poder estar justo donde queremos.
Y es que está demostrado, las cosas cambian si usted cambia su actitud hacia la vida que lleva. Por ejemplo, si es el más odiado de la oficina y nadie lo quiere, pues sea amable un día. Solo haga la prueba. Si le nace, obviamente. Y verá que automáticamente las cosas cambian y usted se sentirá diferente.
Las cosas cambian si usted cambia su actitud hacia la vida que lleva.
Si está cansado de la rutina que lleva, cambie su visión, las cosas pequeñas, tomar una ruta diferente al trabajo, o cambiar el orden de su escritorio ayudan mucho, así como salir a almorzar a otro lugar o simplemente escaparse 5 minutos para salir a tomar aire en horario laboral.
Y si de verdad está aburrido de estar sentado en un escritorio viendo pasar la vida … ¡Renuncie! Ya verá qué hace después. ¡Ojo! No le estoy diciendo que deje sus responsabilidades (aunque podría) pero yo creo que uno siempre debe estar buscando trabajo aunque lo tenga. ¡Cambiar siempre es bueno! Aceptar nuevos retos ayuda a escalar, a crecer como persona; y como dicen por ahí: «Mientras más alto llegues más hermosa es la vista».
Conocí una persona que se cansó de su trabajo, renunció irrevocablemente y con sus cesantías se fue de viaje… Allí conoció al amor de su vida y cuando volvió fue para vender su casa y sus cosas para irse de nuevo, a casarse.
Usted dirá en este momento. «Pero esa vaina le pasa a una persona en un millón, a mi eso no me pasa» Y yo le respondo ¿Cómo sabe si no lo intenta? Eso es lo más importante. El riesgo. ¡Hay que correr el riesgo! Sin pensarlo mucho pero estando seguro.
Y cuando lo haga la primera vez… Se hará más fácil hacerlo de nuevo. Y un día cuando despierte estará justo donde quiere estar, después de haber vivido miles de experiencias maravillosas y es ahí cuando se dará cuenta que la vida es un viaje enorme que muchos no saben disfrutar.
Feliz semana
Por
Pineda
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