Una persona grosera siempre será rechazada, repudiada y alejada de cualquier grupo de gente que se consideren decentes.
Nuestros padres se esmeran durante la infancia a enseñarnos que debemos dar las gracias, saludar al llegar a un lugar y pedir permiso.
Siempre sonreír y estar muy bien portado para que la gente nos vea siempre como niños juiciosos.
Sin embargo, creo que esto no debió ser tan así, debieron también enseñarnos que somos autónomos, que podemos expresarnos con libertad y que nadie tiene por qué meterse en nuestra vida y en nuestras decisiones.
Es ahí donde la frase «Qué le importa» cobra importancia, ya que es el mejor escudo para mantener a raya a aquellos que se toman atribuciones que no les corresponden.
Y es que dejémonos de pendejadas, pero decirle a alguien «Qué le importa» es gratificante.
Pero la cosa es que decir esa frase es considerada como una ofensa, como una señal de mala crianza que pone en duda el esmero de nuestros pobres padres que tanto se esforzaron.
Y es que dejémonos de pendejadas, pero decirle a alguien «Qué le importa» es gratificante; pone seguro irrompible a cualquier crítica y deja sin respuesta posible a cualquier interlocutor.
O niégueme que se ha tenido que morder la lengua para controlar el deseo de decírselo a alguien, por ejemplo en un restaurante cuando le preguntan: ¿Se va a comer todo eso? o ¿Va a pedir eso tan caro?
Y es justo ahí donde creo que con una sonrisa sincera, y una actitud límpida y flemática es posible utilizar la frase «Que le importa» con todo el amor y sin ánimo de ofender, solo de poner un detente a la crítica.
Y es que en muchas situaciones de la vida no necesitamos la opinión gratuita de ninguna persona, precisamente porque tenemos derecho a elegir y a NADIE tiene por qué importarle.
– ¿Por quién va a votar?
– ¡Que le importa!
– ¿Para qué se va a comprar eso si no lo necesita?
– ¡Qué le importa!
– ¿Para dónde va?
– ¡Qué le importa!
Así de simple, con la sonrisa sincera y a flor de piel nadie tiene por qué sentirse ofendido y ud tampoco tiene que dar explicaciones.
Estoy convencido de que si le pone actitud a la frase la hará menos carrasposa y hasta con una sonrisa le responderán. Si no es así, al menos dejará sentado un precedente.
Estamos en una era en donde las decisiones individuales son muy importantes a la hora de elegir nuestro camino, y al mismo tiempo personas que pretenden elegir por nosotros o influir en nuestras creencias.
No pretendo que usted se vuelva una persona grosera, solo quiero que tenga en cuenta que usted tiene el poder de decidir.
Al final. ¡A mí qué me importa!
Gracias por leer
Por
Pineda
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