Las redes sociales son cada día más parte de nuestras vidas, dependemos de ellas casi que para todo lo que implica socializar.

Es definitivamente el medio de comunicación que todos los medios de comunicación soñaron pero nunca lograron y además de eso… ¡Gratis!

Y es que hasta los abuelos tienen redes sociales; vi hace poco un perfil de un venerable abuelito, en la foto se veía sonriente, lleno de globos y con la mirada perdida seguramente porque nadie le dijo dónde tenía que mirar en el celular.

Pensé que de repente los nietos le habrían creado su perfil para que todos viéramos lo querido que es el viejito y también inmortalizarlo de alguna manera cosa que me pareció interesante.

Debo decir y con todo el respeto que me merece el hecho de una pérdida familiar, que me impresionó un poco ver perfiles de gente que ya no está con nosotros. Si, de personas que han muerto.

Y muchos de ellos actualizados con palabras sentidas, fotos del pasado e incluso saludos de cumpleaños. Respetable pero perturbador.

A veces creo que las redes sociales como Facebook perdieron el control por por exceso de libre expresión.

Hay perfiles de gatos, perros, tortugas, lechuzas, culebras, bebés, sádicos, ladrones, políticos, fantasmas y hasta Dios tiene un perfil donde al parecer la gente le pide y el man responde.

Cuánta fe necesitamos en este mundo corrompido…

Lo cierto, y lo digo con respeto, es que cada uno es libre de abrir una cuenta de lo que quiera en redes sociales y con solo ese proceso tendrá la autonomía suficiente para darle una vida, una personalidad y hacerlo parte de esta sociedad mundial variopinta.

Pero… ¿Se imaginan si alguien (Dios por ejemplo) decidiera que es hora de separarnos y apagara las redes sociales del mundo?

¿Se imaginaron la oscuridad profunda? ¡Yo sí!.

Primero quedaríamos en estado de shock y reiniciaríamos el celular o el computador; al ver que no funciona el desespero nos invadiría porque no sabríamos si solo nos está pasando a nosotros. (Siempre tranquiliza saber que el daño es general) y una vez esto pase quedaríamos solos.

El celular dejaría de funcionar para convertirse en un simple teléfono, nuestras fotos desaparecerían y eso nos haría llorar mucho al igual que nuestros videos, historias y posts que algún día hicimos con tanta hambre de «Me gusta».

Estaríamos confundidos, sin rumbo, y lo peor es que no tendríamos a quién contarle porque nuestros seguidores ya no estarían para opinar.

Ya no tendríamos por qué mirar el celular como primera acción del día, tampoco sabríamos qué está pasando en el mundo de primera mano, nos tocaría esperar a que comiencen las noticias.

Nuestro círculo social se cerraría a las personas que nos rodean y pues no tendríamos más opciones que prestarles atención, así que hablaríamos.

Dejaríamos de criticar porque no seria gracioso, descansaríamos de los políticos y sus mensajes baratos, tendríamos más tiempo libre para ver el mundo.

Descansariamos de los memes y nadie nos hablaría por WhatsApp, para eso tendríamos que llamar y estaríamos obligados a prestarle atención a solo una persona a la vez, dejaríamos de creernos «Multi – taskin»‘ y hasta se nos olvidaria la palabra.

Tendríamos más tiempo para nosotros mismos.

Volveríamos a los libros para consultar sobre lo que no sabemos y aprenderíamos experimentando ya que no tendríamos tutoriales de YouTube.

La radio se convertiría en nuestra red social favorita y dejaríamos nuestros números telefónicos para encontrar amigos.

Nos haríamos más libres, un poco más aburridos pero definitivamente más tranquilos

Si las redes sociales se apagaran, eventualmente nos adaptaríamos, como todo en la vida, como seres humanos.

Volveríamos al camino de dónde vine. Porque yo, como muchos otros ya estuvimos ahí… Ya conocimos ese mundo.

Y lo recordamos como la mejor época de nuestras vidas.

De verdad espero que eso no pase pero no le digan a nadie.

Gracias por leer.

Por

Pineda.

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