La música es todo. Nos ha acompañado a través de generaciones haciéndonos vibrar, recordar, llorar, emocionarnos y, sobretodo, nos ha dejado momentos imborrables los cuales nunca dejaremos de valorar.

¿Tiene usted canciones que le recuerdan a alguien? Creo que todos las tenemos, sin embargo desde hace unos años y debido a desamores terribles decidí nunca más dedicar canciones ya que considero que ellas (las canciones) no tienen la culpa de mis pésimas elecciones.

Les explico, para mí cuando uno dedica una canción lo hace con la intención de que se haga memorable, y eso es como ponerle una etiqueta perpetua que hace que el sabor de esa canción sea siempre el mismo según el momento  el recuerdo guardado en el corazón. De hecho considero descarado y sin alma a quien es capaz de dedicar una misma canción a dos personas diferentes. Eso es traición de la mas baja.

Pero no vine a hablarles de mis tristezas amorosas porque mi corazón está, en este momento, suficientemente pleno aunque sin canciones para recordar… aún. Ya veremos si pronto llega el momento perfecto para ponerle música para siempre.

Por ahora sigo caminando por la vida con mi propia y muy egoísta banda sonora personal llena de recuerdos que nunca conocerán en detalle. Sin embargo, hoy les voy a contar 4 momentos musicales inolvidables para mí y que además me alegran la vida cada vez que el destino suena así.

Venir de una familia de músicos y ser el que menos canta y baila me dio la posibilidad de adaptar canciones a momentos de modo que las hago parte de un «video» musical mental y personalizado que amo vivir cada vez que las  escucho. Así, «Fiesta», de Serrat, me recuerda por alguna razón mi barrio donde pasé mi juventud corriendo por sus calles, los amigos que el tiempo se llevó pero que nunca olvidaré. Momentos, puros momentos sublimes.

Les va a sonar raro esto, ya que todos los que me conocen saben muy bien mi preferencia por el rock de los 80’s  y seguro estarán esperando algún momento con Poison, Bon Jovi o Van Halen.

Y de hecho tengo muchos y memorables, pero hoy fui más profundo en mi ser reviviendo canciones que de verdad amo y que nunca había exteriorizado.

Considero descarado y sin alma a quien es capaz de dedicar una misma canción a dos personas diferentes.

Al comienzo les dije que la música lo era todo, así que les pregunto ¿Qué haría usted si en la primera cita y apenas conociendo a esa persona que le encanta, el destino lo pone en una finca en clima frío sin medios para devolverse, sin muebles y con solo una grabadora a la que no le sirve el radio sino solo el CD player… Y para peor, un solo disco de Miley Cyrus ? Pues había que darle play. Este momento lo llamaré «Fiesta de dos» con «7 Things».

De los amigos del alma estamos llenos de recuerdos, buenos e incluso malos y tristes. Pero eso no viene al caso, lo que sí importa son esos momentos que nunca saldrán de la mente y que aún hoy, mas grandes, siguen siendo un gran tema de conversación. Para ellos, para los amigos de mil aventuras, hoy  separados por el mundo pero nunca olvidados… Para ese «click» de la vida en un paseo memorable. A lala long…. con «Sweat» de Inner Circle

En los momentos importantes de la vida siempre debe haber al menos uno con la familia, en mi caso hay millones, todos llenos de amor y felicidad. Como les dije antes, vengo de una familia musical, así que cantar es parte indispensable de nuestras vidas. Mi abuelo, Victor «Chato» Romero, compositor norte-santandereano y artífice de la banda sonora que acompaña a mi familia se encargó de dejar un legado que me hace orgulloso y me llena de emoción cada vez que oigo cualquiera de sus canciones. Mi favorita es «Arboledas» dedicada al hermoso municipio donde nació.

Y aunque no tuve la posibilidad de encontrar la canción, les dejo una de sus composiciones más famosas y espero que les guste «Rumor de serenata»

Después de esta catarsis musical, solo me queda invitarlos a hacer el ejercicio de recordar a través de la música y revivir momentos que seguro les harán los días más amables.

Siempre será necesario.

Gracias por leer.

Por:
Diego Mauricio Pineda Romero

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