Caminando por la calle un hombre sintió una fuerte atracción por un papelito que pisó sin ningún cuidado, no es normal que nos llame la atención un papel tirado en la acera pero en este caso y por un sentimiento inexplicable, el hombre levantó el papel y notó que era un cheque por una suma de dinero considerable y además endosado.

Le tomó un buen tiempo tomar la decisión de ir a un banco a ver si era cierta tanta belleza, y aunque sabía que era muy posible que el cheque ya tuviera orden de no ser pagado, había que salir de la duda, aunque tuviera esa sensación en el estómago de estar cometiendo un delito.

Lo cierto es que el hombre, al todo o nada, entró y salió del banco con una gran suma de dinero sin ningún problema, y aunque ese sentimiento de culpa le pegaba fuertemente en su honradez, nadie reclamó nada. Este dinero ayudó al hombre a pagar una deuda que no lo dejaba dormir y hasta hoy, agradece a la suerte y al destino haberlo encontrado aunque en el fondo siente que ese cheque estaba ahí para él…

¿Pero cómo es posible esto? Tendría que existir una entidad divina del mismo nivel de un ángel que protege y obra de maneras milagrosas, o una de ultratumba como la muerte que aparece cuando quiere para llevarse al elegido a una mejor vida. La suerte sería una especie de energía que sigue a esas personas desprevenidas para darles una ayuda con el fin de mantener ese balance del mundo entre lo malo y lo bueno, eso sí. Sin darle a todos todo. Ayudando de a pocos por aquello de su espectacularidad.

Una mujer que llevaba esperando seis meses una prueba para ingresar en una compañía de danza contemporánea muy importante tenía muy claro que su entrenamiento había sido juicioso y que estaba lista para ser parte de ese sueño, despertó temprano, se dispuso a tomar un café y se resbaló en la cocina fracturándose el tobillo, y así, con el dolor infinito, físico y emocional, vio cómo se desvanecía el sueño.

¿Y a quién le echa uno la madre en esos casos, al universo? ¿A Dios?…  Mientras miraba al cielo le preguntó: ¿Por qué me haces esto?… Dios está muy ocupado para explicarnos cada cosa que hace, a él le gusta obrar de maneras misteriosas y al final de todo siempre se sale con la suya. Pero ese tema es harina de otro costal.

Entonces, si existe la buena suerte que aparece de vez en cuando y a unos pocos favorecidos, también debe existir en un plano de balance la mala suerte, esa entidad chabacana que anda por ahí viendo cómo le daña el caminado a los que están jugando a la segura, y que ya están arriba del bus de la victoria para bajarlas del «curubito» de una sola patada y dejarlos en cero con las ilusiones rotas… Una entidad de maldad, creo yo, peor que la muerte, porque ella te lleva y listo, pero la mala suerte te deja sin nada, vivito y coleando. ¡Qué te parece la desdicha!

Lo cierto es que, aunque suena a una historia de ficción, pues así pasa cada día. Hay personas que parecen iluminadas por la buena suerte y hay otras que en cambio viven agarradas por el hocico por la mala fortuna sin ver la luz al final del túnel. Y eso es una cosa tan cierta que aterra. ¿Pero qué se puede hacer?

Entonces si existe la buena suerte que aparece de vez en cuando y a unos pocos favorecidos, también debe existir en un plano de balance la mala suerte

Pues no hay receta conocida con la efectividad necesaria para hacerla viral, y no les voy a hablar de amuletos de buena fortuna y de baños con plantas que tuvieron la mala suerte de terminar sus días fregando un cuerpo que con sus hojas pretende lavar su mala racha.

La vaina es que no se trata de la buena o la mala suerte, se trata de seguir caminando sin darse la posibilidad de pensar en lo bueno y en lo malo que evidentemente podría pasar, al contrario, hacer las cosas con la convicción y la seguridad de que están bien hasta donde nuestras capacidades lo permitan, dejar de fijarnos en lo que hacen los demás para establecer puntos de comparación odiosos, trabajar duro ignorando las críticas destructivas y haciendo todo con amor.

Así, no nos da tiempo de pensar en la aparición de la buena o mala suerte, al contrario, hace que se dé lo que tenga que pasar con naturalidad, y que estemos preparados para enfrentar las dos caras de esa moneda de la fortuna con la sonrisa que merece el hecho de que si todo saliera perfecto, estaríamos muy aburridos…

Balance.

Gracias por leer.

Por:

Pineda.