Aunque digamos a viva voz al mundo que no vivimos de ilusiones sabemos que, en el fondo, escondidos en la dureza que nos obliga a adoptar la vida de hoy, sin ellas no podríamos vivir.
El problema es que, como todo en la vida, ilusionarse tiene un contrapeso muy doloroso, se llama desilusión y es como un vacío inmundo sin solución posible, que es capaz de dañar cualquier día y dejar nuestras buenas energías bajas y tristes.
Sabemos por condición que no debemos vivir de ilusiones, que tenemos que ser más aterrizados y afrontar lo duro que es la vida, y que hay que andar en el día a día a rasponazo limpio sin quejarse y, como dicen en la calle, llorando en silencio.
Pero aunque tenemos clara esta premisa de salir a sufrir sin ilusiones, nuestro ser piensa que no es así; y salimos a enfrentar el día con la ilusión certera de progresar, de poder llevar el pan y ver la sonrisa de los hijos y familiares al volver a casa, sanos y salvos.
Nos despertamos cada día ilusionados con la posibilidad de un día maravilloso, nos hace ilusión inmensa la cercanía de nuestro cumpleaños (aunque algunos lo nieguen), creemos que todo puede cambiar y nos ilusiona el futuro como un momento de cambio que puede darse mañana mismo.
Nos encontramos tan llenos de ilusiones que estamos dispuestos a dejar atrás a esa persona que nos ha roto algún sentimiento bueno y noble. Aun así, con esa tristeza que unos expresan y otros no, volvemos a despertar con esa dosis de ánimo que nos da la ilusión.
Y aunque tendremos días oscuros, inevitables y tristes, nuestra ilusión seguirá allí aunque estemos sintiendo que la hemos perdido.
Tenemos claro que el mundo es un lugar hermoso, pero difícil, que el día a día está complicado por la economía, la seguridad, la pandemia, la crisis, la falta de empatía, la desigualdad y un millón de razones más.
También sabemos que hay gente que tiene sus ilusiones canalizadas hacia otros objetivos no tan buenos. Y es que hacerse rico con el dinero de otros también ilusiona a muchos, entre otras variadas situaciones… Que aunque negativas, también ilusionan.
Lo cierto es que usted, que sabe que sin ilusiones no hay combustible para andar por este camino que se llama vida, siga despertando con ganas de hacer cosas, de mover el mundo, de hacer felices a los que ama y de vivir tranquilo.
Mantenga la ilusión, vívala con fuerza y átela a su realidad para crear un vínculo que renueve la energía.
Recuerde que esa energía es la que mueve al mundo y que, aunque hoy por hoy la cosa está difícil, siempre existirá la ilusión de vivir en un mundo mejor.
Gracias por leer.