Como ataques terroristas fueron catalogados los atentados en París y como vandalismo los ataques a los nuevos buses del Sistema Integrado de Transporte Masivo – Transcaribe en Cartagena.
Es cierto, la violencia suele ser la antítesis de la razón, y estos actos sobre todo el primero, donde son víctimas muchas personas “inocentes”, solo pueden repudiarse.
Pero, ¿acaso no es violenta la guerra, el desplazamiento, el destierro, el robo, el exterminio, el insulto a la inteligencia y especialmente no es violento insultar las creencias y la cultura del otro? Este y no otro, ha sido históricamente la excusa perfecta para un terrorismo de Estado o de las grandes potencias, que en nombre de su misión autoimpuesta de defensa del mundo han pasado por encima del “otro”.
A través de lo que llaman educación y las “leyes internacionales” reproducidas sistemáticamente en los salones de clase, las iglesias, los medios de comunicación y la globalización, se propaga una visión de mundo conforme a los intereses de unos y por encima del “otro”. Entonces se volvió “natural” creer que ciertas culturas son violentas, antisociales y desadaptadas. Pero en cambio no es violencia el querer apropiarse de las tierras y los recursos minerales y naturales del otro y utilizar no sólo el exterminio, la guerra, el destierro, sino fabricar historias y producir calumnias que justifiquen el terrorismo de “Estado” y faciliten los falsos positivos como la guerra de Irán, sólo por poner un ejemplo.
La cultura
Hay que conocer los derechos culturales y comprender que ninguna cultura es superior a la otra, así como no hay “razas” superiores, es más, no hay razas en la especie humana, aunque esta realidad duela en lo más profundo del ego y la vanidad haga desear que los otros adopten como propia la cultura que se ama.
Desde el campo de la psicología se sabe que la violencia verbal, el bullying, y el matoneo pueden deformar la psiquis del ser humano y convertirlo en un desadaptado o desquiciado “terrorista” o vándalo.
No busco justificar, pero me parece muy reduccionista tener posturas entre lo blanco y lo negro sin detenerse a analizar las violencias que sólo nuestras expresiones o puntos de vista pueden generar. No estoy insinuando una autocensura a la libertad de expresión, ni más faltaba, pero sí menos arrogancia de nuestra cultura frente a la de otros.
Finalmente, y es en serio que todo esto es un asunto bastante complejo, tirarle piedras a Transcaribe no es un acto de vandalismo per se de incultura. Y que la gente se queje por los trancones, el sol o la caminata que los obliga el nuevo sistema en Cartagena, tampoco lo es. Callarse y aceptar es la sumisión que necesita el poder para imponerse sin ningún tipo de resistencia y tropiezos. Decirle inculto a los que reniegan es una forma de anularlos, con el desprestigio a sus posturas intentan invalidarlos aunque los argumentos tengan la vehemencia de los hechos y la evidencia de la realidad.
Que en Nueva York las personas caminen a coger el metro sin importar la lluvia, el sol o la distancia, no significa que son más civilizados que los que reniegan en Cartagena. Significa que ese es el precio que pagan por llegar rápido a sus destinos sea cual fuere. En Cartagena, sólo hay una ruta, sólo un destino posible, mil autos en la vía, cero posibilidades para un transporte alternativo seguro, pero lo más importante, es que sin dicha opción de transporte, todo “caminaba” mejor. Pequeña diferencia, eso sin contar que los sistemas colapsados en las grandes capitales han tenido al menos diez años de éxito. Violencia es que medios y gobierno digan que todo marcha sobre ruedas.