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Que me quiten lo estudiado.

Reflexiones a partir del extraño caso de los eBooks de Microsoft que retiran del mercado y devuelven el dinero.

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El 2 de abril de 2019 Microsoft retiró su venta de libros electrónicos. Venden aún servicios y licencias de software, pero ya no venden más licencias de libros electrónicos. Desde Julio no solo ya no venden libros sino que además las personas que habían comprado eBooks en la tienda de Microsoft estarían perdiendo los libros, que son retirados de sus dispositivos. Devolverán el dinero, pero a cambio los compradores perderán los libros comprados, que se desaparecen de sus dispositivos.

Quizás la única forma de conservarlos sea mantenerlos en dispositivos que no se conecten a internet, para que el «fin de la licencia» no se haga efectivo, pues es un cambio de planes abrupto. La venta original no incluía el actual vencimiento del derecho a conservar y leer los libros electrónicos comprados a Microsoft.

 

Como ya se ha explicado en artículos de prensa como el de Wired, cuando compramos un libro lo que adquirimos es en realidad una licencia, un derecho a acceder a la propiedad intelectual. Igual pasa con el software, con las músicas y las películas. Pero esto de tener un derecho y no necesariamente un objeto físico, puede resultar confuso. Veamos entonces las diferencias entre 2 conceptos que nos pueden ayudar: El contenido y el contenedor. Comprando un libro accedes al contenido, pero no siempre compras el contenedor.

El contenedor es el objeto que contiene algo, podría ser una caja. Y el contenido es lo que viene adentro. Una caja para empacar lo que en realidad queremos ¿verdad? Si lo pensamos en el caso de los libros del papel, pues las páginas, el lomo y la tapa, son el libro como contenedor. Y la novela, ensayo, poemas, un manual de uso, será el contenido del libro.

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¿Qué pasa entonces cuando el contenedor no es papel sino un archivo de datos?

Ahora el contenedor no es físico, no es de papel. Es un fichero de tipo .epub. Es corriente pensar que un libro electrónico estaría en PDF, pero no es nada amable para leer en pantallas, suele tener formato de hoja de papel, por lo que no es el tipo de archivo ideal para libros electrónicos. Los PDF en realidad son archivos para imprimir. Leer un libro de 200 páginas o más en PDF puede ser tortuoso, mientras que el .epub se acomoda a cualquier pantalla y permite que la lectura sea fácil, poniendo el tamaño de letra a tu gusto y cambiando la forma y dimensión de las «páginas» para que se adecúen a cualquier pantalla que estemos utilizando.

Pero si un libro está en .epub, o incluso en PDF, tenemos allí un contenedor… que no es físico. ¿Cómo manipularlo entonces? Pues dentro de un aparato físico, necesariamente. Hay que abrir ese archivo contenedor en un dispositivo que podamos tocar y mirar para leer. Una computadora, tableta o un teléfono smartphone.

Cuando yo compro un libro de papel, lo que me llevo a mi casa es en efecto el papel. Me llevo el contenido dentro del contenedor de papel. Pero en realidad ¿Y si lo que compré no fue el contenido? ¿Si fue solo el contenedor de papel?

Supongamos que me llevo a mi casa un libro de Cien Años de Soledad. El papel es mío, lo pongo en mi biblioteca, lo saco, lo ojeo, lo leo y releo. Pero el contenido, la novela, no es mía, es de Gabriel García Márquez y siempre lo será. De él y de sus herederos. Esa novela no es mía aunque yo haya comprado el libro.

El resto de este relato lo puedes escuchar en este episodio pódcast, grabado mientras camino por las calles de Bogotá. Por ejemplo, en el minuto 15:05 hablamos de la propiedad intelectual de los lectores cuando han subrayado o escrito notas en los libros añadiéndoles valor. Y cómo Microsoft propone compensar con 25 dólares adicionales a quienes habían hecho subrayados y notas en sus libros.

Y aquí están las instrucciones para pedirle un reembolso a Microsoft.

 


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Una publicación compartida por Félix Riaño (@locutorco) el 12 de Jul de 2019 a las 8:11 PDT

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