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Ganan más con micropagos que vendiendo juegos

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Un muy buen amigo me cuenta de vez en cuando sus aventuras en Call of Duty y la forma divertida como se relaciona con otras personas en el mundo con las que se encuentra solo en ese mundo virtual de los juegos. Usa una consola que está conectada al televisor de su habitación y en ocasiones las noches pueden ser largas viviendo aventuras en el mundo del juego. Le pregunté su opinión sobre este video ‘audiograma’ y me contó sobre su afición y que si puede salir caro tener Call of Duty y otros tantos títulos. El juego para partidas en línea venía con la Play Station, pero luego llegaron los 60 dólares anuales en promedio. La próxima semana mi amigo piensa comprar el «season pass» para descargar nuevos mapas, nuevos capítulos y nuevas misiones. Según la web de Call of Duty eso costará solo 49 dólares. Y en un grupo de jugadores, todos conectados desde sus casas, en sus ciudades y países, pueden ser 12 compras simultáneas para salir juntos a una nueva partida.

¿Y a eso se le llama «micropago»?

Serán $140.000 pesos colombianos para seguir usando un juego ¡que mi amigo ya tiene! Y los otros 11 jugadores completarán un gasto de $1’680.000 pesos que irán directo a Activision Blizzard, posiblemente compartidos con Play Station o la plataforma que cada jugador use para hacer su compra.

Pensando bien, ¿en cuánto puede salir una ida a cine de fin de semana? Quizás no sería muy diferente la cuenta y para muchos jugadores esa nueva aventura en su juego favorito bien vale lo que piden los creadores del juego.

Aquí el asunto creo que se parece al negocio de las impresoras, que realmente no está en comprar el aparato que imprime sino en volver a cargarle la tinta que es super costosa (para ser apenas tinta) y que es ese bien «consumible» con el que seguimos siendo clientes de la fábrica y comprándole una y otra vez más de su producto… que en realidad es solo comprar la oportunidad de seguir usando aquello que ya habíamos comprado y pagado.

El modelo de negocio lucrativo entonces es el de estos micropagos que quizás lleguen a otras industrias diferentes a la de las impresoras y los videojuegos.

 

  

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