Esta semana la agenda política se ha movido bastante en redes sociales, en parte por el enfrentamiento que tienen el expresidente y actual senador de Colombia, Álvaro Uribe Vélez y el periodista Daniel Samper Ospina, a propósito del trino de Uribe a raíz de una columna de Samper.
En otra parte, muchas conversaciones de la agenda han girado en torno a los resultados de la encuesta presidencial de la firma Guarumo, en la cual Iván Duque, actual Senador y precandidato presidencial por el Centro Democrático lidera la intención de voto.
Y es a partir de estos temas y teniendo en cuenta mi intención con este blog, centrado en la política 2.0, que decidí hablar un poco sobre la interpretación que debemos hacer de la información visible sobre estos temas en redes sociales, invitando por supuesto a cada uno de ustedes a sacar sus propias conclusiones al respecto.
Iniciaré por el tema de la encuesta de Guarumo y por la lectura que hice de la ficha técnica de ella, que pueden encontrar en este enlace. Elegí basarme en ella para el principio de mi columna. Al ver la ficha técnica es posible evidenciar que grafican diferentes datos asociados a los principales precandidatos presidenciales, entre ellos, sobresalen el número de seguidores en Twitter, Instagram y Facebook, la cantidad de publicaciones que hacen desde sus cuentas personales; los grupos en Facebook que se han creado alrededor de ellos, el número de vistas de sus vídeos, entre otros.
Datos que, no voy a negar, pueden ser representativos para algunos, pero que como siempre he dicho en mis consultorías o conferencias, cifras sin interpretaciones, no son sino cuadros o gráficas y algo así me sucedió al revisar los resultados de la encuesta, que a mi modo de ver carece del análisis de la información, que como lo define la Real Academia de la Lengua, es el «Estudio detallado de algo especialmente de una obra o de un escrito».
Comencemos por los primeros datos recopilados:
– Los seguidores de cada uno. Según la encuesta, en un consolidado -entre Facebook, Twitter, Instagram y Youtube-, Gustavo Petro es el precandidato que mayor «fanaticada» tiene, pero en la ficha técnica no se evidencia que por esta razón sea el que mayor aceptación represente. A esas cifras faltan hacerles algunos análisis. Por ejemplo, según Twitter Audit (Herramienta para medir el número de cuentas falsas), sólo el 60% de los seguidores en Twitter del ex alcalde son reales, faltaría revisar sus otras redes sociales. En ese sentido al que mejor le va es a Humberto de la Calle, que, de 15.800 seguidores en Twitter, el 98% son reales. Además para hacer un ejercicio consciente de analítica web sería muy interesante conocer la geolocalización de los seguidores, es decir las ciudades y departamentos principales desde los cuales interactúan, el género de los mismos y hasta sus perfiles sociales, el porcentaje de crecimiento de cada uno, entre otros datos.
Otro punto que merece un análisis más profundo, son las publicaciones que realizan los precandidatos y las interacciones, o engagement que éstas generan. Es muy útil saber, por ejemplo, que Vargas Lleras sea el que más alcance estimado tenga, 4.969.757 de personas (Hay precandidatos que no tienen esta medición en la encuesta), aunque es claro que no ganamos nada si no sabemos el sentimiento con el cual se refieren a él, si es positivo, negativo o neutro, qué tipo de publicaciones están generando los usuarios, memes, vídeos, imágenes, texto; las respuestas que están obteniendo los posts realizados en cualquiera de sus redes sociales y sí éstas han sido o no contestadas.
En conclusión, sobre este tema, no es sólo quedarnos en mencionar cuándo fue la última vez que publicaron, o cuánto contenido, sino analizar realmente lo que esto generó en la audiencia. Recordemos que los seguidores vistos sólo como cifras no representan un indicador que se pueda ver transformado en votos, una comunidad construida conscientemente y fortalecida poco a poco sí sale a las urnas
Finalmente, sería de mucha utilidad profundizar un poco sobre lo que cada usuario está diciendo en redes sociales sobre cualquiera de los precandidatos estudiados, hacer un monitoreo de las menciones de cada uno para interpretar si están a favor o en contra de alguno y así interpretar o por lo menos hacer un acercamiento, a una intención de voto.
Por poner un ejemplo: No es lo mismo si yo escribo un tuit con el hashtag #YoVotoPorElQueDigaUribe, donde hay una clara intención de voto hacia un partido o ideología, a si menciono «@petrogustavo sube en intención de voto», donde simplemente estoy informando y no dando mi apoyo al exalcalde de Bogotá.
El hecho de que haya más o menos menciones del uno o del otro, no significa que lo quieren o apoyan, todo merece ser estudiado con pinzas y contrastado con información offline para así sacar una conclusión lo más cercana posible a la realidad del momento, porque vale aclarar que una encuesta es eso, una radiografía momentánea.
Las encuestas, independiente de si son en redes sociales, u offline, se deben leer bajo contextos e interpretándolas, las gráficas sirven de entendimiento, pero siempre habrá que profundizar y enfatizar en los comportamientos de las variables.
En definitiva no voy a decir si deben creer o no en ellas, a mí me gustan, me ayudan a sacar conclusiones y a ver panoramas políticos y en este caso puntual, a analizar el ecosistema digital de los precandidatos presidenciales de Colombia. Con base en lo anterior, sumado a lo expuesto en la encuesta, cada uno uno podría responder la pregunta a la que los invité desde el inicio: Encuestas políticas en redes sociales: ¿creerles o no?
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