El uso de las metáforas en la política da para todo y en el caso colombiano para enamorar a los ingenuos y mantener atados a los incautos. Que si el partido de la U tiene dos maridos (Uribe y Santos) o que si el partido Liberal es amante del presidente, es lo más morboso pero al mismo tiempo intrascendente para una sociedad huérfana y dividida por ideas de país muy contradictorias.
Lo que aconteció con el partido de la U, en la pasada asamblea general, no había sucedido antes en la historia de los partidos políticos colombianos. Nunca antes dentro de una misma colegiatura partidista convivía el partido de gobierno y el partido de oposición. ¿Quién manda en el partido de la U? Todos pensarían que el presidente Santos, sin embargo, el ex presidente Uribe también quiso hacer de jefe de gobierno y provocó una seria de reacciones que dejaron ver la trascendencia de los liderazgos políticos después de haber dejado el poder.
Lo que busca el Uribismo no es meterse de frente con la idea de la paz, porque sabe que la mayoría la necesita y la quiere. Pero tiene claro que el tema de la paz puede ser utilizado para generar desconfianza en torno a las negociaciones que buscan la resolución pacífica del conflicto armado en Colombia. De hecho, en el libro «No hay causa perdida» de Uribe, en varias ocasiones menciona sus intenciones por buscar la paz, pero a otro precio y bajo otras condiciones: -ni perdón ni impunidad-.
Lo contradictorio es que durante el gobierno del ex presidente Uribe si existió perdón y también impunidad en las negociaciones para desmovilizar al paramilitarismo. Con todo esto surge la famosa pregunta ¿Por qué si Uribe también buscaba la paz, no deja que Santos la encuentre?
Dividir en cuanto sea posible es la estrategia de la oposición. En este momento existe un proyecto político liderado por el presidente Santos, que entre otras cosas busca la paz para Colombia. El planteamiento de la oposición es acabar con ese proyecto. Estratégicamente es una idea brillante para la doctrina de la seguridad democrática, pero es inconveniente para la transformación social del país.
La mayoría de los colombianos desea un país diferente: sin guerrilla, sin bandas criminales, sin narcotráfico, sin corrupción, sin injusticia y con oportunidades para todos y para todas. Hasta aquí puede coincidir la mayoría; pero «cómo» llegar a esa idea de sociedad diferente es lo que realmente nos divide.
Creer en caudillos y dueños de la razón es lo más peligroso que existe en sociedades divididas y descompuestas porque se crean las condiciones perfectas para plantear soluciones mesiánicas. También con las metáforas políticas, se generan fascinantes imaginarios donde expresiones (de divorcio, división, de los dos maridos, del hijo que tiene que escoger entre padre y madre, o padre y amante) se confundan con emociones que poco le sirven a los colombianos en un momento clave, donde lo realmente significativo consiste en trabajar bajo la misma idea de país.
El asunto se puede ver así: la mayoría de los colombianos quieren una sociedad distinta a la actual -resultado-, pero no es capaz de ponerse de acuerdo en cómo transformar esa sociedad -procedimiento-, porque las instituciones, la clase dirigente, las organizaciones (legales y al margen de la ley) y la sociedad civil están defectuosas -componentes-.
Estamos en medio de un escenario de descomposición institucional y social, donde los elementos que la articulan están corrompidos y sin una misma idea de país. No somos capaces de ponernos de acuerdo en el procedimiento, porque creemos en diferentes y antagónicos mecanismos para solucionar las problemáticas sociales y económicas de la nación.
La mayoría deseamos el mismo resultado, una sociedad colombiana sin violencia, sin desigualdades y con valores invulnerables fundamentados en la justicia y la equidad, pero aun teniendo idea de cómo alcanzar dicho objetivo nos empeñamos en mantener posiciones firmes e inflexibles frente a ciertos acuerdos mínimos que nos permitan transformar la realidad del país.
El proceso de paz es apenas una de las fórmulas que buscan cambiar las nefastas condiciones económicas y sociales de Colombia, pero no será la solución. El tema de la paz, no solo divide al partido de la U, sino divide a Colombia. Al final, una cosa es que se respeten las ideas contradictorias y otra muy distinta es que se busque un país diferente.
Twitter: @JavierUrreaC
Ilustración Lucas Agudelo