Hemos tenido tres Representantes a la Cámara por los colombianos en el exterior, y los tres han mantenido un vínculo directo, familiar y de residencia con los Estados Unidos. Han favorecido su campaña y agenda legislativa basados en la realidad de dicho país, la cual es distante de las expectativas y problemáticas de los colombianos en el resto del mundo. No es lo mismo vernos afectados por la reforma migratoria en los Estados Unidos a vernos perjudicados por el profundo desempleo ocasionado por la crisis económica en Europa.
La reciente historia de las elecciones a la Cámara de Representante por los colombianos en el exterior muestra que, de 2002 a 2006 se eligió al promotor de artistas Jairo Martínez con 8722 votos, de los cuales más de 6000 votos provenían del departamento de Bolívar; de 2006 a 2010 se eligió al ingeniero Manuel José Vives con 9319 votos y en aquella ocasión se eliminó la votación desde Colombia. De 2010 a 2014 se eligió al actual Representante, el abogado Jaime Buenahora, quien obtuvo 4468 votos y ganó la curul porque se sumaron los votos preferentes y no preferentes de la lista del partido que representa, alcanzando un total de 11442 votos.
A pesar que la reforma política de 2011 buscó aumentar los niveles de participación haciendo que las elecciones en el exterior duren una semana (del 3 al 9 de marzo en 2014) y se haya aumentado de una a dos curules los espacios en el Congreso, afrontamos tres retos: cobertura, calidad y participación.
Cobertura porque dos curules son insuficientes para representar a casi cinco millones de colombianos en el exterior, que fácilmente por población nos convertiría en la segunda ciudad más importante de Colombia, después de Bogotá. Calidad porque la gestión de los representantes tiene que ir acorde con las necesidades de la comunidad a la que representa, y como lo dije anteriormente, no es lo mismo la problemática de los colombianos en Estados Unidos a la de los colombianos en Europa, centro y Suramérica, África y Oceanía. Y participación, porque los niveles de abstención electoral fueron altísimos en las únicas tres elecciones que hemos tenido. En 2002 del 76%, en 2006 del 87% y en 2010 del 88%.
El panorama es preocupante, pero se puede cambiar. Tenemos una oportunidad de mejorar nuestras condiciones en el exterior si nos hacemos más visibles y si ponemos en valor nuestra fortaleza para ser más activos, menos apáticos y estar más unidos.
En la democracia, la vía política es la opción para transformar y mejorar la realidad. La presencia de un candidato por los colombianos en el exterior de Europa haría más ecuánime nuestra representación en el Congreso ya que nos permitiría generar soluciones en torno nuestro progreso y crecimiento.
Los colombianos somos recursivos, simpáticos y con enorme capacidad de adaptación. Podemos trabajar en equipo, podemos confiar en nuestro potencial como colectivo para que se multipliquen nuestras posibilidades como pueblo y como ciudadanos.
Gran parte de nuestra apatía se debe a que hemos asumido una posición cómoda e individual frente a los asuntos públicos. Por eso estoy convencido que llegó el momento de superar todos los complejos. Colombia necesita a nuestra gente joven, con ideas renovadoras y frescas que trabajen más y critiquen menos, que prometan menos y resuelvan más, que se olviden del “cómo voy yo ahí” y entiendan que la política no es para hipotecar favores. Nos estamos ganando el futuro y para ello es mejor dialogar en lugar de quebrantar debates, es mejor aprender de las experiencias positivas en lugar de quejarse y dar lástima, es mejor aceptar con humildad una verdad que imponer con arrogancia una mentira.
Estamos a tiempo de alterar la realidad, de apostarle a nuestra mayor riqueza que es la gente. Por eso tenemos que invertir en nuestra conciencia colectiva y educación ciudadana para evitar que una minoría juegue con nuestro destino. Tenemos dos caminos: el de no hacer nada para seguir igual o el de actuar mediante el voto para asumir el rumbo de nuestra comunidad colombiana en el exterior.
Propongo que cada ciudadano colombiano se empodere a sí mismo, de lo contrario gobernarán los de siempre o los peores. Unámonos para trabajar por objetivos comunes y hagamos del voto nuestra fuerza, nuestra herramienta más poderosa para transformar la realidad y generar el cambio que necesitamos.