¿Un debate arjoniano? Algo tuvo, por lo menos en el principio. El 23 de marzo en Nueva York, participaron Iván Duque, Humberto De La Calle y Gustavo Petro en el primer debate presidencial organizado por un grupo de colombianos en el exterior de la Universidad de Columbia. Fajardo y Vargas Lleras no asistieron.

Un debate es una contraposición de ideas argumentadas. Sin embargo pudimos observar una exposición de propuestas y posturas sin réplica que se ahogaron en medio de aplausos sin escuchar las deseables opiniones contrastadas sobre temas concernientes a la migración y la política exterior colombiana. Fue como el inicio de un concierto.

Si el norte fuera el sur, Arjona inmortalizaría nuestro fenómeno migratorio así como lo hizo Obama y Trump en sus campañas presidenciales. Por eso el problema si es problema porque el fenómeno de la migración colombiana sigue pasando desapercibido e históricamente permanece desvinculado del Estado, asumiéndose en términos económicos y con políticas públicas incompletas o coyunturales.

Cosa distinta a lo que sucede con la política exterior colombiana, donde el Presidente de turno conoce más las necesidades e intereses de sus futuros embajadores y cónsules que las de sus nacionales en el exterior.

A Duque le hicieron la pregunta de exhibición, a Petro la de confrontación y a De La Calle la de gestión. En un hipotético gobierno, en ese orden los interrogantes fueron ¿Cuál es su propuesta para los colombianos en el exterior? ¿Cuál será su relación con Donald Trump? ¿Qué hará con la migración venezolana en Colombia?

Hubiese sido la gran oportunidad para valorar la respuestas de la izquierda, el centro y la derecha sobre la reforma tributaria para la eliminación de los impuestos regresivos, como lo es el impuesto de timbre nacional que encarece el valor del pasaporte en el exterior en un 40%; saber desde cada una de sus posturas, cuál sería su compromiso para recuperar la curul que le quitaron a los colombianos en el exterior en la última reforma de equilibrio de poderes; o conocer desde cada espectro ideológico como abordarían la reforma del sistema electoral colombiano con el voto digital y todas las modificaciones que conlleva actualizar la democracia.

A Duque le hicieron la pregunta de exhibición, a Petro la de confrontación y a De La Calle la de gestión.

El evento no estuvo mal y se pudo seguir por internet. Destacable que haya sido el primer debate presidencial organizado por un grupo de colombianos en el exterior aunque recibieran quejas por impedir la entrada a última hora del público que se había registrado previamente y no hacía parte de la comunidad universitaria de Columbia. La metodología propuesta para el debate pudo ser mejor, pero no logró que los candidatos opinaran sobre un mismo tema desde las diferentes orillas que representan.

Quedó la sensación que el problema no es problema, que un tema tan extraordinario como olvidado (que afecta a más de cinco millones de connacionales en el exterior y sus familias en Colombia) no es el tema. Sobre ese asunto, “el debate no tuvo debate”, todo un homenaje para la escuela arjoniana.

 

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