Tomó cinco piedras del río y las guardó en su mochila. David sabía que Goliat tenía cuatro hermanos y no pensaba errar. Con una puntería inteligente y una cauchera como herramienta pudo con el gigante. Un lanzamiento por objetivo fue suficiente para terminar la batalla y demostrar la efectividad de su técnica: precisión, inteligencia y coraje.
Hace pocos días en el Concejo de Bogotá se aprobó en primer debate el Plan Distrital de Desarrollo Bogotá Camina Segura 2024-2027. Allí aparecen cinco objetivos estratégicos (seguridad, bienestar, potencial, territorio con acción climática y gobierno) a los que podría apuntárseles con la misma habilidad de David.
En ese Plan hay un objetivo gigante conocido como Bogotá confía en su Gobierno, el cual propone una mejor ciudad mediante programas de gobierno abierto e íntegro, fortalecimiento institucional, talento humano, territorio inteligente, innovación pública, confianza, gestión pública eficiente y democracia deliberativa.
En el Plan Distrital de Desarrollo se identificó como punto de partida “el creciente consenso entre los gobiernos y la sociedad civil, la academia, el sector privado y en general la ciudadanía, para avanzar hacia una gestión pública más inteligente, abierta y cercana”. Sin duda, todo ello implica un cambio cultural, de ética pública e integridad, que sea capaz de generar confianza entre múltiples actores.
Ya no se habla de obligaciones sino de corresponsabilidad, ya no es un tema de gobierno sino de gobernanza.
Pero lo anterior, también significa capacidad para profundizar en un modelo de gobernanza inteligente que articule y despliegue hasta la última frontera de cada localidad los tres componentes del neo-arte de gobernar: gobierno abierto para que sea más cercano a la ciudadanía, gobierno de los datos para la toma de decisiones y gobierno colaborativo para la solución de problemas con valor público.
Tanto los proyectos más estratégicos de la ciudad como los proyectos más locales (y de cada barrio de la capital) necesitarán de modelos de gobierno inteligente que crezcan desde abajo hacia arriba con voluntad, habilitadores, conocimiento, resultados, confianza y valor público.
Primero, apoyados en la voluntad política para aprovechar habilitadores estratégicos como el Plan de Desarrollo (y todas las políticas públicas contenidas allí), el Modelo Integrado de Planeación y Gestión MIPG, la Política Nacional de Gobierno Digital y las recomendaciones de organizaciones internacionales como la OCDE o la Alianza de Gobierno Abierto (OGP), por mencionar algunos ejemplos.
Luego, que puedan participar de forma colaborativa múltiples actores, para que desde la innovación pública, la inteligencia colectiva, la gestión de los datos, la investigación científica y el uso de la tecnología se genere un potente conocimiento para la toma de decisiones que reforzará la productividad institucional.
El buen rendimiento institucional producirá políticas públicas con impacto, mediciones y resultados capaces de generar confianza y reconocimiento permanente por parte de la ciudadanía. Lo anterior dinamizará un círculo virtuoso que retroalimentará el modelo de gobernanza inteligente, con valor público en las soluciones, sostenibilidad en los procesos y permanencia para el reconocimiento social.
Entonces, una vez aprobado el Plan Distrital de Desarrollo, resulta útil tener en cuenta los métodos de David ante Goliat: precisión, inteligencia y coraje, para una gobernanza donde Bogotá confíe en su gobierno. Precisión para evitar desgastes institucionales, inteligencia para fusionar el conocimiento colectivo con las últimas tecnologías, y coraje para innovar sin miedo al cambio.
¡Ya sabemos el qué, ahora se viene el cómo!