Si en algo podemos estar de acuerdo con el Presidente Chavez, es que la propuesta Unión Suramericana, al igual que la CAN y el Mercosur, no arrancan!. Y aunque los motivos para explicarlo y las soluciones que el mandatario venezolano propone son discutibles, la realidad es la misma. Los sueños integracionistas de América se han visto frustrados intento tras intento. Voy a explicar mi visión de por qué es así, pero aún más importante, la idea es descubrir primero si el proceso es viable y segundo, cómo podría sacarse adelante.
Los esquemas de integración latinoamericanos se han limitado al ámbito económico por dos razones: la primera es que en nuestros países todavía existe ese nacionalismo desmedido en el que cualquier intento de integración, liberalización y apertura se ve como un ataque a la soberanía. Esta idiosincrasia ha hecho que estos esquemas generalmente fallen, o se queden en el papel como un memorando de buenas intenciones. La segunda razón es que nuestros sistemas políticos son inestables, y esperar una profundización de la integración regional a nivel politico, a partir de estados inestables, es difícil. Colombia es uno de los países en donde la democracia “funciona” con mayor estabilidad en la región, pero no basta sino con mirar cuántos presidentes ha habido en Ecuador y Bolivia en los últimos 4 años y cuántos intentos de golpe de estado en Perú y en Venezuela en la última década, solo por mencionar algunos ejemplos.
Sin embargo, la razón más importante por la que una mayor profundización en el proceso de integración no se ha dado, es probablemente la más sencilla y contundente: porque no hay voluntad, en otras palabras, porque no la necesitamos, o al menos eso creemos. Cuando la Unión Europea se planeó y creó en los años 50, los europeos tenían un razón clara. Era una NECESIDAD. Si Europa no creaba un sistema de integración en el que todos los países dependieran unos de otros para su desarrollo y supervivencia, y sobre todo, un esquema en el que se pudieran controlar los deseos imperiales de algunos de los países de la región como Alemania o Francia, entonces Europa iba a desaparecer!. La perspectiva de una tercera guerra mundial, destruyendo a Europa por tercera vez, ya se sentía pocos años después de terminada la segunda; la razón era muy sencilla, los europeos se dieron a la tarea de crear una institución como la Unión Europea, cosa que no ha sucedido, al menos por ahora, en América Latina.
Si bien es cierto que la Unión Europea empezó como un acuerdo económico e industrial, al igual que la CAN y Mercosur, la visión de llegar a la unidad política e incluso geográfica, siempre ha estado en la mira del proceso. Nuestros sistemas de integración se han basado, posiblemente con la excepción de la CAN, sólo en el aspecto económico; no hay un verdadero interés, ni mucho menos urgencia, en profundizar el esquema de integración regional.
Ahora, es viable una integración regional en América Latina del estilo de la Unión Europea? En casi todo el continente hablamos el mismo idioma, tenemos idiosincrasias similares, nuestros valores, costumbres y hasta expectativas como naciones, son en general, homogéneas. Si comparamos estas condiciones con Europa ,donde dos países no hablan el mismo idioma y casi todos los países miembros fueron en algun momento de la historia imperios que dominaron a los otros, eso sin contar las diferencias culturales que son bastante profundas, diríamos que tenemos un mejor posibilidad de integrarnos, al menos socialmente. La realidad es que no es ahí donde radica el problema, además de la falta de voluntad, es la ausencia de homogeneidad política y económica. La región tiene que trabajar en proponer unos estándares de desarrollo y madurez política que se puedan cumplir y que, guardando las proporciones en cada país, nos permitan pensar en integrarnos y crear un bloque económico y político de mayor peso a nivel mundial. Tenemos que vencer las barreras de esa ideología nacionalista sin sentido, que algunos políticos aprovechan cada 4 o 6 años en sus respectivos países para ganar votos ultrajando a los vecinos, a los Estados Unidos o a Europa. La realidad mundial es que si no creamos un bloque que tenga mayor peso en la política y en la economía mundial, no vamos a lograr encajar en las nuevas tendencias geopolíticas del mundo. Estados Unidos, Europa y el sudeste asiático son prácticamente bloques homogéneos, cada uno de ellos luchando por sus propios intereses. Los pequeños países latinoamericanos, con la excepción de Brasil, no tienen muchas posibilidades frente a ninguno de esos gigantes y siempre estaremos en desventaja en cualquier negociación, o peor aún, conflicto.
No se trata de crear una nación desde el río Grande hasta la Patagonia, se trata de crear una comunidad de naciones soberanas, democráticas y libres, pero que se comprometan a trabajar unidas en el logro de unos objetivos y planes de desarrollo; una comunidad en la que tengamos objetivos comunes, en lo posible, leyes comunes y oportunidades comunes para abrirnos paso en el mercado y en la política mundial. Es diferente cuando un país de 40 millones de habitantes, uno de 30 millones, uno de 9 millones,etc… actúan independientemente buscando acuerdos y concesiones económicas o políticas en la arena mundial, que cuando lo hace una comunidad de 300 millones de habitantes. El peso político y económico se siente. En conclusión, la Comunidad Americana de Naciones es viable? Claro que sí! Necesaria? Totalmente! Posible a corto plazo? No! Primero tenemos que jerarquizar nuestras prioridades, alinearnos en muchos aspectos que deben ser de interés común, y luego trabajar por la creación de la estructura que permita la consolidación y funcionamiento de la comunidad; una estructura supranacional, independiente de los estados, pero a la vez originada en ellos. La CAN y Mercosur son dos pasos en la dirección correcta, pero su futuro debe definirse y su proceso afianzarse si queremos que perduren y se conviertan en lo que deben ser: la semilla de la verdadera Comunidad Americana de Naciones.