“El choque de las civilizaciones”, aquel libro de Samuel Huntington que recien publicado fue rechazado por la comunidad académica y diplomática, hoy parece una profecía hecha realidad. Estemos o no de acuerdo con sus teorías e interpretaciones de las tensiones existentes entre el este y el oeste, hay que reconocer que este conflicto existe. Un conflicto que entre el mundo occidental o cristiano y el islamico se ha tratado de explicar desde muchos ángulos, desde la guerra frente al terrorismo hasta la polarización que algunas regiones del mundo están presenciando. Pareciera que el mundo musulmán se ha empeñado en retar y eliminar la hegemonía del oeste y sus potencias, e implantar sus creencias, cultura y valores en las “sociedades del demonio”que existen en Europa y Norteamérica, o por lo menos, castigarlas por su constante intromisión y “envenenamiento” de las sociedades musulmanas.
Y es que en el mundo se observa en casi todos los rincones del planeta, en mayor o menor grado, este conflicto, este choque de civilizaciones. Ya se está manifestando abiertamente en África, con la guerra y posterior invasión de Somalia para evitar que la guerrilla musulmana asumiera el poder. En Nigeria, Costa de Marfil, Egipto y Eritrea, por mencionar algunos casos de la región, los gobiernos tiene que usar la represión política y hasta la fuerza para evitar que organizaciones como la hermandad islámica se tomen el poder, incluso por las urnas. Se manifiesta en Asia con las guerrillas musulmanas en las Filipinas, Las dificultades de gobiernos en paises islámicos para mantener la separación del estado y el islamismo como en Indonesia, Pakistán, la India y Thailandia. Europa está empezando a sentir las tensiones y los choques culturales y de asimilación que provocan millones de mulsulmanes que hoy viven en este continente, y el “problema”, para algunos de los miembros, que representa Turquía y su aspiración de convertirse en miembro de la Unión Europea. Y ni hablar del Oriente medio; Irán, Iraq, y el golfo pérsico, región considerada el campo de “batalla” global de este conflicto de civilizaciones. Finalmente, en los Estados Unidos, un país que geográfica y politicamente ha parecido siempre “aislado” de estos hechos, tuvo su tremendo y doloroso despertar a la realidad mundial de su hegemonía global, el 11 de septiembre del 2001.
Sinembargo, hay una región del mundo que parece en otro planeta, o por lo menos, en otra época: América Latina. Aquí los conflictos sociales son el tema del día, aún tenemos problemas internos de guerrillas marxistas, constantes choques de ideologías comunistas y socialistas con ideologías de derecha y capitalistas, altos niveles de injusticia e inconformidad social y a la vez importantes niveles de democracia, de participación en la vida del estado, y de nacionalismo y cohesión social. Todo esto posiblemente nos ha “aislado”, si se puede utilizar el término, de este choque de civilizaciones que se vive en el resto del mundo. Nuestra profunda influencia Cristiana, Europea y Americana, y nuestro carácter de sociedades cerradas con relativamente poca diversidad foranea, han hecho posiblemente muy difícil para cualquier ideología islámica penetrar nuestras culturas y establecerse como un actor de peso que pueda, en algun momento, amenazar con transformar nuestras raices, valores e idiosincracia.
Esto es en lo que las naciones del mundo occidental, empeñadas en encontrar aliados y nuevos “bastiones”de cristianismo y valores occidentales, no han tenido la visión y capacidad necesarias para reconocer el verdadero valor de América Latina. Nuestro continente debería convertirse en el foco de atención del oeste. Ayudar a establecer definitivamente las democracias de la región, promover el desarrollo económico y la equidad social, el establecimiento del imperio de la ley y la preservación de las culturas y valores únicos de cada nación y de la región, garantizarían que Latinoamérica se consolide como un continente fundamentalmente consolidado como parte de la cultura occidental. Ya lo hizo Estados Unidos con Europa después de la segunda guerra mundial para evitar que cayera en manos del comunismo y para tener un socio con quien consolidar la hegemonia del oeste.
Nuestra historia y tradiciones han hecho que nuestras sociedades latinoamericanas tengan unas bases muy sólidas en principios cristianos y sociedades de corte occidental, pero nuestros conflictos y dificultades internas nos hacen vulnerables a cualquier ideología que ofrezca visiones diferentes, algunas veces mejores, otras veces peores, que lo que hoy tenemos. En ese momento el oeste se dará cuenta del error que cometió al dejar la única región del mundo donde aun prevalecen totalmente los valores que occidente defiende y valora, desestabilizarse hasta el punto que se convierta en un nuevo, y peligroso, actor de este choque de civilizaciones.