El centro de atención de Latinoamérica en estos días es la visita del presidente Bush a 5 países de la región. Protestas, marchas y disturbios han marcado la pauta hasta ahora en las naciones visitadas por el presidente Americano. Líderes como Chávez han organizado protestas a nivel hemisférico por la presencia del líder Norteamericano en la región. En Colombia no se han dejado de manifestar los grupos de izquierda, radicales, anti-imperialistas y, como en las viejas épocas, universitarios y sindicalistas, al mejor estilo latinoamericano de nacionalismo, anti-imperialismo y desobediencia civil.
Si bien es cierto que el presidente Bush es cuestionable, que su gobierno ha estado marcado por decisiones impopulares internacionalmente, escándalos políticos, judiciales y militares entre otros, Los latinoamericanos y los Colombianos en especial tenemos que tener la claridad para identificar que la visita no es solamente la persona de George Bush, sino del mayor representante del gobierno Americano y por ende, quien representa el renovado interés de los Estados Unidos en la región.
Esto no quiere decir que no debamos o no podamos protestar. Bush se enfrenta al mismo espectáculo en casi todas las naciones del mundo, e incluso en su propio país. Basta con recordar las marchas de cientos de miles de personas en Nueva York durante la convención republicana que lo eligió como candidato a las elecciones del 2004. Sin embargo, Latinoamérica y Colombia deben dejar algo en claro: Bienvenidos los Estados Unidos a la región, así la persona que en este momento lo representa no sea del completo agrado de los Latinoamericanos.
Es claro que Colombia esta en una posición especial. Bush se ha convertido en un aliado importante para el país. Los resultados electorales de noviembre en los Estados Unidos debilitaron esa preponderancia de Bush en el gobierno, y le dio el poder en el congreso a fuertes contradictores de Colombia. Así que esta visita debe demostrarles a los americanos que le damos la bienvenida a los Estados Unidos en la persona que los representa. Colombia tiene mucho que ganar de esa relación que se ha construido con tanto esfuerzo y compromiso de ambas partes. La desnarcotizacion de las relaciones se ha comenzado a lograr y la expectativa de un acuerdo de libre comercio abre puertas para un crecimiento sostenido y positivo para ambas naciones.
Esas son las cosas que tenemos que tener claras en la cabeza al momento de juzgar esta visita. Los presidentes de Brasil y Uruguay, líderes de la nueva izquierda americana, han comprendido con claridad esta perspectiva. Estas naciones, consideradas antagonistas del imperialismo americano en Latinoamérica, entienden la importancia de que los Estados Unidos se interesen en la región y las oportunidades comerciales, económicas y políticas que vienen con ello. La retórica nacionalista y “anti-imperialista” de líderes como Chávez no tiene lugar en un mundo donde la interdependencia de las naciones hace que las relaciones entre los países sean cruciales para su desarrollo. La soberanía no se preserva con retórica populista, cruzadas en contra de la globalización y la integración con el resto del mundo, y resentimiento por aquellas naciones que lideran la economía y política mundiales. Se preserva interviniendo activamente en la comunidad internacional, para poder ejercer algún tipo de influencia en las decisiones que se toman y que inevitablemente nos van a afectar.
Colombia quiere definitivamente meterse de lleno en la economía internacional. Tratados de libre comercio, mejoramiento de las condiciones políticas y de seguridad y una tremenda campana de imagen alrededor del mundo para darle una nueva cara al país, entre otras cosas, son la estrategia que la nación ha emprendido en la comunidad internacional. Esta visita, unida a las que se han anunciado de líderes Europeos y latinoamericanos al país, son elementos críticos para que Colombia y la región se posicionen de manera diferente en el mundo y logren abrir nuevos mercados y oportunidades de negocio en Latinoamérica, y para Latinoamérica en el mundo. Los países que tienen una visión diferente corren el riesgo de quedarse aislados en su pequeño subcontinente con pocas oportunidades de dirigir sus destinos en un planeta cada vez mas integrado, globalizado e interdependiente. No es el momento de retórica y nacionalismo obsoleto; es el momento de una gran oportunidad que hay que darle la bienvenida y empezar a aprovechar.