En el mundo muchas naciones con conflictos internos, sociedades destrozadas por la guerra y el autoritarismo, se han embarcado en procesos de pacificación que terminaron, en algunos casos, con un acuerdo entre las partes en conflicto, y en otros, con la intervención de la comunidad internacional para frenar los abusos del autoritarismo. África y Europa del Este han sido los escenarios más recientes de estos procesos. En África la comunidad internacional ha tenido que intervenir en más de una ocasión. Ruanda, Sudáfrica, Sudan y Somalia por mencionar algunos, fueron casos donde la comunidad internacional jugó y juega un papel fundamental en el proceso de justicia y reparación. Zimbabwe parece ser el próximo candidato en esa cadena de procesos internacionales para “salvar” un país africano de la masacre y la miseria.
En América Latina, los países centroamericanos lograron acuerdos de paz con las guerrillas izquierdistas y decidieron compartir el espacio político y  declarar amnistías. En pocos casos debatieron el tema de la justicia y la reparación, con pocos o ningunos avances ni en justicia, ni en reparación. Las Naciones Unidas han estado envueltas en el proceso post-conflicto, para garantizar que los acuerdos alcanzados se respeten.
Colombia ha vivido una situación particular. Hace un poco más de dos décadas, el gobierno otorgó amnistías e indultos al M19 y el EPL, integrando estos grupos a la sociedad y el sistema político. En esta experiencia no hubo realmente verdad, justicia ó reparación. Este proceso funcionó para las condiciones del país en su momento, pero se vió opacado por la violencia desatada contra los desmovilizados e indultados. Esta violencia se debió en muchos casos, a la falta de un sentimiento de justicia y reparación que muchos sectores de la sociedad, antes afectados por el accionar de los ex – guerrilleros, no lograron obtener del proceso vivido con estos grupos.
El proceso con los paramilitares es el primero en América Latina que realmente abordó el asunto de justicia y reparación. La ley de justicia y paz ha permitido esta vez, que el país conozca por fin la verdad, o al menos gran parte de ella, sobre lo que estos grupos hicieron en nuestra sociedad y la manera como permearon todos los estamentos políticos y sociales de la nación. Muchos analistas han afirmado que esto no ha sido bueno para el país y que lo que ha hecho es mostrar lo ilegitimas que son nuestras instituciones y nuestra democracia. La realidad es que lo que esta ocurriendo en Colombia debido a la aplicación de la ley de justicia y paz no tiene precedentes. Un país donde la verdad siempre ha estado oculta sobre la manera como el poder se ha obtenido y mantenido en muchas regiones del país, de un momento a otro se vió enfrentado a esa verdad, de una manera cruda y abierta. Las instituciones y el país en general van a salir muy fortalecidos de este proceso. Paradójicamente, aquellos que hoy se quejan de las consecuencias de haber destapado tantas verdades en el país, son los mismos que llevan mucho tiempo quejándose por la falta de verdad y claridad en nuestro proceso democrático y nuestras instituciones.
La ley de justicia y paz, adicionalmente y por primera vez en la historia, se ha encargado de castigar de alguna forma a aquellos que han cometido delitos atroces contra la nación y su pueblo; al igual que está contemplando alguna forma de reparación a las familias de las victimas. Obviamente nada es perfecto y un proceso tan complejo como estos tiene y tendrá fallas, pero los colombianos debemos aplaudir y apoyar lo que ocurre en el país en este momento. Muchas naciones que no vivieron este proceso después de conflictos internos, están hoy sufriendo las consecuencias. Solo basta mirar lo que ha pasado en Ruanda y Serbia, y compararlo con procesos como el Sudafricano, donde si hubo justicia y reparación.
Adicionalmente y quizás más significativo aun, es increíble que todo este proceso se haya dado como resultado de un acuerdo político y social interno. Normalmente las comisiones de justicia y reconciliación, las leyes de justicia y paz  y otros mecanismos de este estilo, son el resultado de procesos donde la comunidad internacional esta altamente involucrada, sea directamente o como elemento de presión para que esto ocurra. El simple hecho de que Colombia haya definido e implementado este proceso por si sola, demuestra que nuestras instituciones funcionan y nuestra democracia se niega a entregarse en las manos de los violentos. Todo esto lo que nos debe generar es una gran esperanza por el país que se esta construyendo a partir de la verdad.