Esta semana la revista The Economist publicó un suplemento especial sobre la importancia que las ciudades en el mundo han tomado para el desarrollo de la humanidad. Una de las secciones dedicaba algunos párrafos a las ciudades que se han decidido convertir en centros económicos, sociales y políticos de clase mundial. Ciudades donde la globalización se expresa en su máximo nivel: Intercambios culturales, económicos y sociales complejos y fascinantes. Altos niveles de desarrollo, pero con sectores sociales dejados atrás en ese proceso de internacionalización, ya sea por falta de educación, oportunidades ó simplemente por distribución inequitativa de la riqueza.
Estas ciudades de clase mundial son los motores jalonadores de una nueva clase de naciones. Naciones en el centro del proceso globalizador de la economía y la cultura mundial.
Shangai, Pekín y Guangdong eran hace 40 años algo poco más que villas campesinas con total control político y económico del estado. Hoy Shangai es un serio contendor de Hong Kong, Tokio y Singapur al título del centro financiero del continente Asiático; y Pekín y Guangdong se están convirtiendo en centros políticos y tecnológicos de talla mundial. China se ha volcado totalmente hacia la economía mundial, logrando niveles de desarrollo en 2 ó 3 décadas que les tomó a las grandes potencias occidentales más de 1 siglo lograr.
Pero no tenemos que ir tan lejos para encontrar ejemplos de países comprometidos con este proceso. México se convirtió en el estandarte de la globalización en la región gracias al NAFTA aun vigente con Estados Unidos Y Canadá. Ciudad de México se ha transformado en una de las urbes más importantes del planeta y genera más riqueza que todo el continente centroamericano junto. Tiene uno de los niveles de desempleo más bajos de América y también una de las riquezas mas desigualmente distribuidas del continente. Es, sin lugar a dudas, un ejemplo claro de los efectos positivos y negativos de la globalización.
Sin embargo, factores como la corrupción administrativa, su situación geográfica al lado de la potencia económica mundial, su idiosincrasia, inestabilidad del sistema judicial, pero más importante aun, la falta de una política nacional para convertirse en uno de los centros mundiales de la globalización, han hecho que la preponderancia que se tenía en mente con la apertura de su economía, no se concretara en un liderazgo regional o mundial.
En Suramérica países como Chile han intentado lograr ese liderazgo, abriendo sus mercados a la globalización. Chile ha logrado un importante desarrollo económico y un nivel de vida envidiado en el resto del continente suramericano, pero no ha logrado ejercer un liderazgo económico y político en la región. Su posición geográfica y sus actividades económicas, orientadas a la manufactura y extracción de materias primas, entre otros aspectos, han hecho que este liderazgo no se presente
Venezuela y sus países aliados en la región han optado por una tendencia antiglobalización, que si bien les ha dado protagonismo internacional, los está alejando cada vez más de convertirse en centros de calidad mundial. Los niveles de inversión en estas naciones se han estancado en el mejor de los casos y con ello, los niveles de vida y desarrollo van en retroceso, aun con las inmensas riquezas generadas por sus recursos naturales. Las ciudades y naciones que atraen las compañías, multinacionales y centros de servicios para que se instalen en ellas, son las que generan empleos, riqueza y mejores niveles de vida. Ciudades como Londres o Nueva York han sido los centros tradicionales, las capitales del mundo económico. Estas ciudades se han reinventado una y otra vez para mantener su nivel mundial. Pero otras ciudades están retando esa posición. Chicago, Paris, Sydney, Hong Kong, Dubai, Tokio, por nombrar algunas, se han dedicado a convertirse en los nuevos centros regionales y mundiales de desarrollo.
Cual es el camino que Colombia debe seguir? La nación se ha volcado a lograr el primer y mas claro paso para empezar a figurar en el ámbito internacional y eso es abrir su economía. No hay ningún ejemplo histórico en el que un país, por el solo hecho de haber abierto su economía a la globalización, es hoy más pobre. Sin embargo, si hay varios ejemplos donde una economía intervenida por el estado, local y con poca inversión si genera más pobreza. Una vez Colombia logre incrustarse en la economía internacional de manera decidida, El país debe enfocarse en la construcción y consolidación de centros jalonadores de desarrollo, con la idea de convertirlos en los lideres regionales a nivel económico y financiero. Bogota es una candidata ideal para liderar la región como la capital financiera y política de Suramérica. Medellin, Cartagena y Barranquilla tienen condiciones para desarrollar centros de inversión, turismo y tecnología de calidad mundial. El compromiso debe ser total de todos los sectores. Industria, gobierno y organizaciones sociales deben comprometerse con el proyecto de convertir sus ciudades en magnetos de inversión, eventos, turismo y crear toda la infraestructura, tecnología y marco jurídico para hacer esto posible. Colombia siempre se ha reconocido como una nación estratégicamente situada, con un talentoso recurso humano y unas condiciones económicas y políticas estables a pesar de los problemas. Algunas ciudades como Medellin ya tienen proyectos a largo plazo, encaminados a crear las condiciones para convertirse en una ciudad de nivel mundial. Falta que el compromiso y la visión sea a nivel estatal y sobretodo, a nivel de la cultura, idiosincrasia y mentalidad de la sociedad en general. Solo hay que tener algo claro: Es posible y necesario.