Una vez más estamos presenciando el Show del TLC. En los Estados Unidos el Congreso intenta utilizar un acuerdo comercial como un instrumento de presión política y de obtención de votos para las próximas elecciones. En Colombia, la oposición de izquierda quiere demostrar el carácter imperialista que tendría un tratado con Estados Unidos y como nos afectaría nuestra soberanía y nuestra posición económica, todo esto especialmente enfatizado también justo antes de las elecciones de octubre. Así, en los dos lados, el TLC, cuyo análisis debería ser puramente económico y social, se convierte en un instrumento más de la política nacional e internacional para presionar y ganar favores electorales.
La verdad es que el TLC va a ser aprobado por una sencilla razón, porque los empresarios y grupos económicos de ambos países, que al final tiene mas poder que los sindicatos o los partidos políticos mismos, lo necesitan y lo apoyan. En los Estados Unidos las compañías multinacionales y las locales están buscando mercados para vender sus productos y aumentar su producción, y Colombia es uno bastante atractivo. Costos laborales aun relativamente bajos con respecto a otras naciones y una clase media creciente con una capacidad de compra cada vez mayor.
Para los empresarios Colombianos el TLC es una de sus estrategias más importantes. Todos quieren tener acceso libre a un mercado de 280 millones de compradores, la economía más rica del mundo y el consumo más alto del planeta. Para el Gobierno Colombiano actual esta estrategia consolidaría la inversión y el crecimiento económico. Los ejemplos a nivel mundial de las ventajas de un TLC sobran
Pero también sobran los ejemplos donde malas políticas internas hacen de los TLC unas herramientas de desigualdad social. Lo que hay que tener claro es que esa desigualdad no se crea porque el TLC sea con Estados Unidos o Europa, o vaya a dejar de existir si el TLC es con Venezuela y Bolivia. Esa desigualdad se crea porque el gobierno local no implementa estrategias claras de distribución de esa nueva riqueza, porque no implementa políticas claras de Control ambiental, laboral y de inversión. Las ventajas inmediatas del TLC se sienten en la clase empresarial, al ver sus ingresos multiplicados frente a nuevos mercados, Pero el estado debe asegurarse que esos ingresos adicionales se transformen en inversión, empleo y desarrollo de nuevas industrias a nivel nacional, y por medio de los impuestos, en nuevas herramientas de inversión social. Los sectores desprotegidos del TLC, los que van a perder, tienen que contar con el apoyo del estado para migrarse a nuevos y potencialmente más rentables sectores en las nuevas condiciones de un mercado abierto al comercio internacional
Lo que el Congreso Americano esta exigiendo son jugadas políticas, de muy mal gusto por cierto, pero que demuestran la importancia que los grupos de presión y lobby en el congreso tienen. Los Sindicatos Americanos se oponen a cualquier acuerdo que implique la pérdida de trabajos en EEUU porque los empresarios Norteamericanos busquen nuevas áreas donde producir a más bajo costo y con menos garantías laborales. La realidad es que los trabajadores Colombianos tienen más garantías que los americanos, obviamente con menos ingresos, pero con mayor protección a nivel laboral que los que un empleado En Norteamérica tiene. Debido a eso el argumento se basa entonces en la violencia y la dificultad de pertenecer a un sindicato o hacer una huelga en Colombia. Todo esto es parte de ese proceso de presión y juego político que se vive en el congreso de ese país, donde las razones están basadas no siempre en la sensatez, sino en quien es capaz de ejercer más influencia sobre las decisiones de estado.
Frente a esto, que debemos hacer los Colombianos?. Apoyar la firma del tratado hasta donde sea posible y sensato. La conveniencia es clara y tenemos elementos para sustentar la importancia que para nuestro país y para los EEUU tiene este tratado en especial. Muchos analistas afirman que el apoyo irrestricto de Uribe a un gobierno que va en picada como el de Bush ha sido lo que ha envalentonado a la oposición para buscar su no aprobación, como una especie de castigo por apoyar a un presidente que los demócratas detestan. La realidad es que poco importan estas consideraciones en el congreso Americano. La clave esta en dos elementos básicos: Primero, que los demócratas y los republicanos por igual saben que la imagen de los EEUU en Latinoamérica es cada vez mas negativa, y que un rechazo al aliado mas importante de ese país en la región solamente ahondara las diferencias ideológicas de Suramérica con EEUU, alejando mas el continente de la esfera Norteamericana. La segunda es que no es tan importante cuantos senadores hayamos convencido en Washington de la importancia económica, social, política y de seguridad nacional que el tratado tiene, lo más importante es a cuantos grupos empresariales, económicos y de lobby hemos convencido de que el TLC es una necesidad para Colombia y ofrece grandes ventajas y oportunidades a los EEUU. Así funciona la política Norteamericana. Ese es el show del TLC que todos presenciamos y que tarde o temprano nos dará el desenlace lógico, a pesar de todo el ruido que se escuche durante el proceso. Ese desenlace debe ser su aprobación.