La comunidad internacional ha tenido recientemente una activa participación en el conflicto Colombiano, desde la ONG en Dinamarca recolectando dinero para enviar a las FARC, pasando por comunicaciones de congresistas norteamericanos, “Agradeciendo” a las FARC su amable gesto de enviar pruebas de supervivencia de los secuestrados, la comisión “Humanitaria” internacional que llegó a Villavicencio a criticar al gobierno nacional, implícitamente apoyando a las FARC, hasta llegar al presidente de Venezuela exigiendo explicaciones al gobierno Colombiano, no a las FARC, de porque esas FARC estaban mintiéndole a el y al mundo sobre Emanuel, uno de los niños secuestrados por el grupo terrorista que Chávez y el grupo terrorista prometieron liberar, con el desenlace que ya todos sabemos.
Estas intervenciones de la comunidad internacional tienen todas, algo en común: Apoyo, directo o indirecto, a las FARC. De ahí que el presidente Uribe, acertadamente, le haya dicho a la comunidad internacional: No más misiones humanitarias, no más negociadores internacionales que no tienen idea del conflicto Colombiano ni de las FARC.
Es que no tiene sentido que, fuera de la impresionante campana de desinformación que las FARC tienen internacionalmente, vengamos ahora a permitir que los supuestos facilitadores o cualquier gobierno extranjero, sin la información suficiente para hacer cualquier juicio, venga a cuestionar la legitimidad del estado Colombiano y a demostrarle a este grupo que tiene el beneficio de la duda sobre su accionar y sus motivaciones. Ese cuestionamiento representa nada menos que una ofensa contra 45 millones de Colombianos que si sabemos quiénes son las FARC y sus lideres y que hemos sufrido al ver nuestra nación desmoronarse gracias a la guerra.
Adicionalmente es un insulto a nuestra democracia; que con estos episodios y con haber aguantado esta guerra sucia demuestra que es sin lugar a dudas una de las mejores del continente; al poner a un gobierno legítimamente elegido por el Pueblo, que representa legítimamente a la nación, a la par con un grupo terrorista que es rechazado por la nación entera, así lamentablemente haya algunos reductos (muy pocos afortunadamente!) de la clase política Colombiana que no parecieran sentir lo mismo.
Es que la actitud hipócrita de la comunidad internacional ha sido bastante decepcionante. Aun algunos de nuestros supuestos aliados han, de una u otra forma, expresado reconocimiento a las FARC por sus acciones “De buena voluntad” frente al tema de los secuestrados. Es increíble ver que en el mundo hay voces, incluso en gobiernos decididos a la lucha contra el terrorismo como el norteamericano, que aun piensan que las FARC tienen una motivación política. Si algo sabemos los colombianos es que esa motivación desapareció hace muchos años. Los cuestionamientos al gobierno colombiano y los juicios lanzados desde otras naciones a la actitud del gobierno frente a las FARC y sus mentiras son desconcertadoras. Es como si el mundo juzgara a los EEUU por no haber querido entablar conversaciones con Osama Bin Laden o el régimen Talibán en Afganistán, y por no haber ofrecido establecer una zona de despeje en Maryland o New Jersey para negociar después de haber efectuado/patrocinado los ataques terroristas del 11 de septiembre.
El presidente le ha pedido a la comunidad internacional el fin de la hipocresía, y el respeto a las instituciones y al pueblo de una nación que lo rodea en su lucha por derrotar un grupo que, incluyendo los últimos hechos, le ha demostrado hasta la saciedad al mundo y al país su falta de seriedad y su total incapacidad de ser un negociador serio. La realidad es que los gobiernos tienen sus propios intereses políticos, geopolíticos y económicos y a algunos de nuestros vecinos, así como algunos sectores políticos de nuestros aliados y de aun de nuestro propio estado, les conviene deslegitimar el gobierno colombiano. Expresar cierto apoyo o comprension con las FARC es su manera de hacerlo. Es por ello que la misión de contrarrestar esa situación y la campaña de desinformación que las FARC tienen alrededor del mundo está en manos de los colombianos mismos. Debemos rodear a nuestro estado en su lucha contra el terrorismo y debemos expresarle al mundo, los 45 millones o más que somos, que no vamos a hacer más marchas o manifestaciones contra la guerra o contra el terrorismo, las vamos a hacer contra las FARC. Así como es el pueblo español el que sale a las calles por millones a demostrar su rechazo a ETA, el pueblo Colombiano debe salir por millones a demostrar que aquí no es el estado solamente quien entiende lo que las FARC realmente son y lo que le han hecho al país, sino cada uno de los Colombianos. Así el mundo se dará cuenta que no es una “estrategia”  o “artimaña” del estado, es un sentimiento nacional.