Las cartas ya están, por fin, sobre la mesa. Algo que muchos habían vaticinado, pero que, quizás por no querer reconocerlo abiertamente debido a las complicaciones que presenta, muchos pretendimos que no podía suceder: El gobierno de Hugo Chávez ha expresado abiertamente su apoyo a las FARC y le ha pedido a la comunidad internacional que les dé carácter de ejército legítimo, no de grupo terrorista. Adicionalmente su ministro del interior ha expresado abiertamente el apoyo del gobierno venezolano. Ese “Cuenten con nosotros” de la entrega de los secuestrados no podía ser más claro.
Sin embargo, la respuesta del Gobierno nacional frente a estos dos hechos hace pensar que no hay una estrategia clara para definir la posición de Colombia frente a esta nueva realidad. Era posible pensar en la posibilidad de al menos un congelamiento de relaciones diplomáticas con Venezuela frente a las declaraciones del ministro del interior en la zona de la liberación y la posterior solicitud de Chávez. Hasta ahora nada más que un comunicado explicando porque las FARC si son terroristas ha sido la única respuesta. Esto hace pensar que el Gobierno Colombiano tiene más información sobre el asunto que la que la opinión pública conoce o que hay dudas sobre dicha vinculación y apoyo de Chávez con las FARC, tomando estas declaraciones como una más de las salidas en falso del presidente Venezolano.
Ahora, más que los análisis, conjeturas y preocupaciones sobre lo que este “destape” implica para Colombia; el país y sus instituciones, su pueblo y el gobierno, deben definir claramente su posición frente al mundo y alinearse internacionalmente con un grupo de naciones que estén dispuestas a darnos la mano en caso que de tantos rumores, que después de esto ya tienen cierta validez, puedan ser ciertos. Es que ni sus intenciones las esconde el presidente Chávez cuando en ruedas de prensa internacionales presenta un mapa de Colombia y Venezuela sin fronteras, y lo muestra como “el Sueño de Bolívar”, “La república Bolivariana”. Esto, que puede ser ignorado fácilmente, geopolíticamente tiene un valor bastante importante
El pedido de Chávez afortunadamente no ha tenido eco ni siquiera entre sus aliados de turno, al menos en América Latina. Los gobiernos de la región reconocen el carácter terrorista de las FARC y quedaron casi que aterrados al saber de la propuesta de Chávez. Una cosa es un proyecto, así sea dictatorial, de revolución socialista en Venezuela y una agenda política para la región, y otra es el apoyo abierto a un grupo terrorista. Es que es algo que ni Irán ha hecho con Al-Qaeda, a pesar de ser ambos enemigos declarados del imperio de la cultura occidental en el mundo.
Colombia tiene por lo menos algo que agradecer de todo este episodio, y eso es que ya sabemos de manera clara las intenciones y el alineamiento de nuestro vecino con las FARC y su ideología. Ahora nos corresponde prepararnos para la nueva realidad geopolítica de la región, una realidad que ahora ha cambiado dramáticamente para nosotros.
Nuestra alianza con los Estados Unidos tiene que ser claramente reforzada, Colombia tiene que lograr convertirse en uno de los temas que se manejen en la campaña presidencial que se viene adelantando en ese país, como el aliado más importante de la lucha contra el terrorismo en América Latina. Si hay algo que el régimen de Chávez, por más retorica que use, sabe que no puede enfrentar es a los Estados Unidos. Si pudiera soportar con hechos todas sus amenazas e insultos verbales a los EEUU, ya hubiera cerrado la llave del petróleo hacía mucho tiempo, pero él tiene claras las consecuencias de esta acción para su aun frágil régimen, tanto económica como políticamente. Esto hace que una alianza fuerte con Norteamérica sea ahora un asunto de seguridad nacional para Colombia,  al igual que con todas las naciones de la región que apoyan la democracia, la libertad y el orden en la región. Nuestro objetivo debe ser convertirnos en los lideres del proyecto político opuesto de Chávez, con una estrategia definida a crear alianzas duraderas y que nos brinden protección frente a potenciales enemigos en nuestras fronteras, y lamentablemente, en nuestro propio territorio. La internacionalización de la lucha contra el terrorismo de Colombia se ha convertido en un hecho indiscutible. Hay un gobierno extranjero que parece estar dispuesto a utilizar su aparato político y militar para apoyar un grupo terrorista que está abiertamente interesado en destruir nuestro sistema democrático y nuestra libertad. De ahí la necesidad de convertirnos en el líder de aquellas naciones que no están de acuerdo con las intenciones de Chávez y su proyecto político en América Latina y el mundo. Colombia se tiene que convertir en el centro de acción del proyecto político de la libertad y la democracia en América Latina. Nos tenemos que encargar de que los Estados Unidos, la Unión Europea y las naciones americanas nos reconozcan como indispensables en esa lucha contra el terrorismo y las naciones que lo condonan y apoyan.
Dentro de esa estrategia Colombia tiene varias alternativas, dependiendo de cuan profundo se pueda corroborar el apoyo de Venezuela a las FARC. Una de ellas es empezar una campaña internacional que muestre la realidad del régimen venezolano y luego de lograr encontrar hechos concretos sobre este apoyo, demostrar que es un estado que condona el terrorismo de las FARC y denunciarlo abiertamente en las naciones Unidas y a la comunidad internacional. Esto acarrearía sanciones internacionales y una posición mucho más decidida del mundo frente a Chávez y su régimen, para que deje de inmiscuirse en el conflicto Colombiano.
Otra alternativa lógica, que no deja de ser lamentable, es analizar la necesidad de la ruptura o congelamiento definitivo de relaciones diplomáticas con Venezuela. Es inadmisible que tengamos relaciones normales con una nación que tiene el aparato del estado disponible para apoyar al grupo terrorista que quiere destruir nuestra democracia y nuestras instituciones. Colombia no puede permitir que sigan habiendo canales, físicos o interinstitucionales, que Chávez pueda usar para continuar ejerciendo influencia sobre los asuntos internos de Colombia. Algunos analistas argumentarán que es mejor tenerlo cerca para saber que está planeando, pero internacionalmente es inadmisible mantener relaciones totales con un país que abiertamente ha expresado apoyo a nuestro enemigo común.
La situación se ha complicado a niveles realmente inimaginables. Había sospechas sobre la influencia y empatía de Chávez con las FARC pero nunca al nivel que ya se ha expresado abiertamente por diferentes estamentos del gobierno y el propio líder Venezolano. Esto hace aun más difícil cualquier victoria o captura de sus líderes, ahora muy posiblemente protegidos en Venezuela. La situación de los secuestrados se ha vuelto aun mas difícil, por lo menos su retorno al país.
Ante todo esto la estrategia tiene que ser de continua inteligencia, tratar de aniquilar cualquier capacidad destructiva de las FARC en el país y de contener, a través de la comunidad internacional, el apoyo de Venezuela y Chávez a este grupo terrorista. Las cartas de nuestro vecino empiezan a jugarse, es el momento de que Colombia juegue las suyas.