La legitimidad del Gobierno y las estructuras de poder en Colombia están en juego!. El escándalo de la para-política y está el de la FARC-Política van a acabar de desprestigiar una institución que ya de por si goza de casi total desprestigio. El sistema político de Colombia y la democracia como sistema político están tambaleando al punto de cuestionar la legitimidad de todos los poderes públicos, incluido el ejecutivo!.
Estos son los titulares que los medios, los partidos políticos, especialmente de oposición, han venido circulando con insistencia en los últimos meses. Pero poco se habla de dos elementos fundamentales: Primero, de lo que los acontecimientos que han llevado a destapar este escándalo representan para la legitimidad institucional y lo que ellos demuestran de nuestro sistema político. Y segundo, de los legítimos, aquellos senadores y representantes que el pueblo eligió libremente y que hicieron una campaña limpia y con su mente en el bien del país.
Que Colombia y sus instituciones han sido permeadas, corrompidas e infiltradas de manera significativa por elementos como el narcotráfico, La guerrilla o los paramilitares no es un secreto. Nuestro país lleva décadas de lucha contra estos flagelos y las instituciones a todo nivel: judiciales, políticas y de policía han sufrido esta lucha, pero también han sido en algunos casos cómplices y en otros actores directos de aquellos grupos que han querido desestabilizar y mantener inestable el país, para poder mantener sus redes de violación de la ley y de poder. Todos sabemos que grandes líderes de la mafia, el paramilitarismo y la guerrilla infiltraron las instituciones, llegando hasta el senado de la república en algunos casos, y con fuertes influencias en las instituciones policivas del estado. Escándalos como el proceso 8000 y toda la violencia de la década de los años 80 y los 90 son testigos de este flagelo.
La realidad con el escándalo actual es que, a diferencia de todas las otras ocasiones donde algo se ha sospechado, acá la verdad salió a flote y el problema de legitimidad que tantos aducen en el congreso, que es válido, es a la vez una muestra de fortaleza institucional y de la existencia en Colombia, por fin, de un verdadero sistema de chequeo y balance entre los 3 poderes del estado. Antes todos estaban de una u otra forma amangualados o interesados en protegerse unos a otros. Hoy el poder judicial y el ejecutivo están llevando a cabo esa función de control que ha permitido destapar esa ilegitimidad que llevaba décadas en el congreso y los poderes públicos. Esto de hecho, ha llenado de legitimidad a instituciones como la Corte suprema, los organismos de control y policía y el mismo congreso, que ha demostrado su intención de sacar la verdad a flote, aunque algunos de sus miembros la quieran seguir escondiendo. El hecho aquí es que la nación y sus instituciones van a salir fortalecidas nacional e internacionalmente de todo esto. Primero porque las instituciones están demostrando madurez suficiente para enfrentar un escándalo de estas proporciones; muchas democracias en el mundo hubieran colapsado frente a algo así; y segundo, porque por fin nuestra democracia está mostrando independencia y autonomía en cada uno de los poderes públicos. El hecho de que esto se haya conocido, que haya sentencias y acciones tanto de la rama judicial como del ejecutivo, está demostrando posiblemente la ilegitimidad del congreso como institución, pero la legitimidad y madurez del estado y sus poderes públicos como democracia.
Ahora, el congreso mismo está demostrando su interés en aclarar estos hechos y en evitar que se vuelva a repetir. Y esta cruzada está liderada por los olvidados de este escándalo, los que los medios y la oposición incluso ignoran: Los Legítimos. Una gran cantidad de senadores y representantes que son políticos y profesionales honestos, que llegaron a sus cargos con votaciones masivas y limpias, y que representan ese nuevo congreso y esas nuevas instituciones en Colombia. Ellos son quienes están liderando la lucha por evitar medidas drásticas como el cierre del congreso, la creación de una nueva constituyente o la convocatoria a nuevas elecciones. Ellos tienen todo el derecho y el deber de defender la institución, que debe estar por encima de los hombres. El congreso es el elemento más importante de una democracia, es la verdadera representación del pueblo, y aquellos que llegaron a él limpiamente y desarrollan una gran labor en el, representan millones de Colombianos que aun creen en ellos y su labor. El camino en todo este asunto es castigar a los culpables, política y penalmente, reformar y controlar las leyes que gobiernan los partidos políticos para prevenir que sus miembros se involucren en este tipo de prácticas y eliminar las listas, prebendas y elementos que incitan a la corrupción y la politiquería. Lamentablemente la mayoría de estas reformas estaban en el referendo que el presidente Uribe propuso al país y al que los Colombianos dijeron NO, manipulados por una oposición que hoy está pidiendo una constituyente y el cierre del congreso, propuesta que es totalmente oportunista porque sucede que, aun quitando aquellos políticos que violaron la ley, el congreso seguiría teniendo una abrumadora mayoría Uribista.
Ahora el congreso esta tratando de reformarse a sí mismo y eso está siendo liderado por los Legítimos, por aquellos que reconocen el momento histórico que hay en Colombia para consolidar esa fortaleza institucional que se ha demostrado con este escándalo, aquellos que saben que el futuro del país está en llevar eso hasta sus últimas consecuencias, sin sacrificar las instituciones. Lo único que va a ocurrir con todo esto es que los Colombianos vamos a tener un estado más limpio, más fortalecido y unos nuevos líderes, aquellos que yo llamo los legítimos, que le están demostrando a la nación que debemos estar atentos y vigilantes como toda democracia y su pueblo deben estar, pero también seguros y optimistas, porque ellos, junto con los demás poderes públicos, están construyendo la nueva política en Colombia