Parafraseando una de las más celebres frases de la política norteamericana, “es la economía, estúpido!”, los políticos colombianos y especialmente los del gobierno actual deberían comenzar a reconocer el nuevo reto que Colombia enfrenta, y es el del crecimiento económico nacional, y con ello quiero decir el crecimiento económico de todos los Colombianos
La economía Colombiana ha estado creciendo a unos niveles que no se veían hace décadas y sin embargo el desempleo y la distribución del ingreso no mejoran. El Estado Colombiano se ha enfocado en la seguridad y el conflicto, y lo ha hecho de una manera exitosa que todos los Colombianos le reconocemos. El increíble desempeño económico durante los años del gobierno de Uribe se debe en gran parte a esa recuperación de la confianza en el país y sus instituciones. Muestra clara de ello es el notable incremento de la inversión extranjera, algo que demuestra una nueva visión internacional sobre Colombia y su potencial.
El problema es interno. Los indicadores hablan de tasas de crecimiento del 7 y 8% anual, de inflación por debajo del 6% (Por lo menos hasta ahora) y de niveles de inversión, turismo, desarrollo industrial, producción agrícola, exportaciones, balanza de pagos y hasta deuda externa tan positivos que aun sorprenden hasta los analistas más optimistas. Pero, no se entiende como la economía, yéndole tan bien como le está yendo hasta ahora, no ha sido capaz de mejorar de igual manera tan dramática las condiciones de los colombianos? Es que a pesar de que las estadísticas muestran todo marchando viento en popa, no es sino transitar por las calles de las capitales Colombianas y observar el nivel de mendicidad, de subempleo, de pobreza y desigualdad en el que miles de Colombianos están sumidos. Obviamente esto viene acompañado de variables externas como el desplazamiento forzoso que obligó miles de familias que subsistían de sus tierras a emigrar a las ciudades y con ello a vivir grandes dificultades, pero pare este tipo de problemas se necesitan otras políticas extraordinarias que permitan soluciones permanentes y la gente pueda retornar al campo y a sus tierras, y aunque afectan el desempeño económico y sus variables, dichas soluciones no corresponden realmente a políticas de orden económico, sino de orden social y de seguridad.
En general, el desempleo y la pobreza rondan aquellos centros urbanos y sus habitantes de siempre. Esto lleva al empeoramiento de las condiciones de seguridad en muchos sectores y por ende al deterioro de la calidad de vida. Que está haciendo el gobierno frente a estos nuevos retos? Al parecer, no suficiente. El gran lunar del Gobierno ha sido la incapacidad de traducir ese crecimiento económico en mejor nivel de vida y mejores inversiones. Una de las alternativas más viables es la inversión en infraestructura. En otros países el desarrollo de la infraestructura nacional se ha convertido en el caballo de Troya para derrotar el empleo y mejorar las condiciones de vida de millones de habitantes. Estados Unidos, España, El reino Unido, Alemania y Japón utilizaron esta estrategia después de los años de la depresión para sacar adelante sus economías y poner a trabajar una fuerza inmensa cesante que estaba sumida en altos niveles de miseria. China ha hecho lo mismo recientemente, acompañado de todo el desarrollo industrial que conocemos. En Colombia esto no ha sido considerado como una estrategia, incluso teniendo en cuenta el rezago en materia vial, de puertos, de aeropuertos e infraestructura en general que sufre el país. El gobierno y el sector privado podrían unir esfuerzos para transformar los sistemas viales y de transporte, los servicios públicos y tecnológicos de diferentes regiones y con ello proveer millones de empleos a la economía que incrementaran de manera dramática el consumo y la producción.
El desarrollo de infraestructura trae consigo la creación de una serie de compañías de servicios y manufactura necesarias para mantener y operar dichos desarrollos, y esto generaría cientos de miles de empleos permanentes, ambos calificados y no calificados, que definitivamente transformarían la calidad de vida de millones de personas en Colombia.
Y esta es una sola estrategia que no solo es posible, sino necesaria si el país quiere competir en una economía globalizada. EL gobierno ha tenido una visión muy limitada en la importancia y las posibilidades de estas alternativas para hacer del crecimiento económico una fuente de beneficios para el país y sus habitantes. Otras estrategias que ya han sido usadas exitosamente en otras naciones, como Incentivos para compañías que generen empleos en zonas deprimidas, inversión en tecnología e investigación, promoción del sistema de outsourcing y maquila que genera tantos empleos en México, China e India, por mencionar algunos,  son otros elementos que no se ven como prioridades en la política estatal, pero en los que Colombia no solo tiene posibilidades de ser exitosa, sino de convertirse en un líder mundial debido a su posición geográfica y su recurso humano preparado y educado para enfrentar esos retos.
La economía va, hasta ahora y a pesar de la desaceleración que se empieza a sentir, muy bien. Pero parece ir muy bien para los conglomerados industriales, los niveles ejecutivos del mercado laboral y el estado. El resto de la población ha visto pocas mejorías en su calidad de vida, su capacidad adquisitiva y su capacidad de inversión. El estado tiene que enfocar sus esfuerzos ahora en eliminar esas fuentes de desigualdad y extrema pobreza que aún persiste en nuestra sociedad, y eso se logra con Inversión y educación. Ahora tenemos los recursos y la economía parece seguir respondiendo. Es el momento de ponerlos a trabajar por el desarrollo del país y su gente.