Los habitantes de este planeta sabemos que lo que va a pasar el martes, lo que decida el pueblo Norteamericano este 4 de noviembre, va a marcar decididamente el rumbo de muchas de nuestras naciones, de la economía y el sistema financiero mundial y de la estructura geopolítica que vemos transformar día a día. La elección del presidente norteamericano es casi tan esperada como la elección de los mandatarios locales en muchas partes del mundo, debido a la influencia de las decisiones y el rumbo de la política exterior norteamericana en el orden mundial.
Ahora, esta elección se ha catalogado como la más importante en la historia Americana, y ha generado la expectativa, si ganan los demócratas con Obama a la cabeza, de convertirse en una oportunidad histórica para transformar radicalmente la sociedad americana y sobretodo la relación, hoy bastante resquebrajada, de Estados Unidos con el mundo. Es posible ese cambio trascendental del que hablan los analistas? O ocurrirá lo que pasó cuando Bill Clinton reemplazó a Bush Padre con una plataforma casi igualmente transformadora, pero que al obtener el triunfo se convirtió en una serie de medidas no tan radicales?
La realidad es que esta elección es histórica no solo por la coyuntura política y económica actual, sino también por otros aspectos adicionales: El hecho de que un hombre de color tenga la posibilidad de ser presidente de los Estados Unidos, ya es de por si histórico. La crisis financiera que vive el mundo hará necesario que el próximo presidente redefina el sistema capitalista mundial y elimine los abusos que llevaron a dicho sistema al borde del colapso. La guerra contra el terrorismo, un hecho que partió la historia en dos, también necesita transformaciones profundas, como la creación de una alianza internacional duradera contra el terrorismo y el fin del concepto de guerra militar para transformarla en una actividad internacional de inteligencia, tecnología y control progresivo de las amenazas terroristas en el mundo.
Frente a estos y muchos otros retos, no solo externos sino internos, La mejor opción para los Estados Unidos y el mundo es Barack Obama. La razón es muy sencilla: Los norteamericanos y el mundo están realmente convencidos de que su país va por el camino equivocado. Es inconcebible entonces, por más que trate de alejarse del gobierno actual, elegir al candidato que representa la continuidad de las políticas económicas, exteriores, sociales y ambientales del partido actual. John McCain puede ser un «rebelde» dentro de su partido, pero es republicano y en su campaña ha mantenido algunos de los valores e ideas que los republicanos han, en buena parte, liderado en Washington, y los resultados saltan a la vista. Frente a este hecho es casi que incomprensible no ver a Obama con una ventaja de 30 o 40 puntos en las encuestas, Y es aquí donde los factores «externos» a la política, las propuestas y la ideología juegan un papel fundamental en la intención de voto. (Raza, religión y origen).
Adicionalmente, Barack Obama representa una nueva generación de americanos convencidos que, para que los Estados Unidos mantengan su posición actual a nivel internacional, necesitan convertirse en los abanderados de la globalización, de la diplomacia, de la creación de nuevas alianzas y el fortalecimiento de las existentes. La imagen de Estados Unidos como nación modelo a seguir se ha visto gravemente afectada con los años del gobierno Bush y sus excesos, su unilateralismo, la implementación del realismo geopolítico como doctrina fundamental en la política internacional y su ideología de imposición de la democracia como solución a las diferencias ideológicas internacionales, así sea por la fuerza. La nueva Norteamérica es consciente que para volver a ser la nación que inspira transformación política y social, a través de la promoción de sus conceptos fundamentales: Libertad, justicia, orden y oportunidad, tiene que volver a su esencia: Una nación abierta al mundo, comprometida con el sistema político y económico mundial, líder de un sistema multilateral que prácticamente diseñó y fundó. Obama parece ser más consciente de ello cuando propone fortalecer alianzas, dialogar con sus enemigos e integrar el país nuevamente al sistema internacional de las naciones. Sus políticas frente al libre comercio están ahora dominadas por sus intereses electorales, pero la realidad es que en su equipo económico hay defensores absolutos del libre comercio y del papel que debe jugar en la recuperación económica de los Estados Unidos y del mundo.
La revista The Economist hizo unas «elecciones» mundiales, donde ciudadanos de todo el mundo votaron por el que ellos consideran debía ser el próximo presidente de los Estados Unidos. Barack Obama es el favorito del planeta. Esto claramente demuestra que los habitantes del mundo reconocen la importancia de que la superpotencia cambie de rumbo. Los retos que vienen en los próximos años no son nada fáciles para tener que enfrentarlos con la nación líder del planeta manteniendo su rumbo equivocado. Para los Norteamericanos, los asuntos internos representan su mayor preocupación, y en ellos Obama también representa un cambio radical en muchos aspectos, cambios que la sociedad americana parece a veces reticente a enfrentar, pero que reconoce se vuelven cada vez más necesarios.
Al final la opción es mantener el camino actual con pocas variaciones a nivel local e internacional, o finalmente optar por la posibilidad de transformar fundamentalmente muchos aspectos internos y externos de la nación Americana. El cambio es a riesgoso y difícil y por ello el régimen actual intenta presentar el status quo como la opción más «segura» para los Americanos, y el cambio como un riesgo demasiado alto, mas en tiempos de incertidumbre como los que actualmente vive el planeta, pero el rumbo actual es claramente erróneo. Esta vez, como en pocas oportunidades en la historia, esa palabra «Cambio» se ha convertido no solo en el slogan político de un candidato, sino en el grito de un pueblo y de un planeta que aun espera lo mejor de la nación que lo lidera y que aun representa, en muchos aspectos, un modelo en el que todos queremos volver a creer y seguir. Este cambio es posible, si Barack Obama y el nuevo liderazgo que él representa, son elegidos por los norteamericanos este 4 de noviembre.