Las elecciones en Irán demostraron varios elementos de la naturaleza política de un estado teocrático que sirven para entender el porqué de la dificultad para que la democracia y sus valores de participación y libertad tengan algunas vez raíces en el mundo árabe.

El primer elemento es que las Teocracias o regímenes donde la religión tiene un papel de estado, de gobierno, son casi que incompatibles con la democracia. La religión en si elimina la posibilidad del debate abierto, la discusión y el desacuerdo. Con ello se elimina también la libertad de acción y pensamiento, valor fundamental de la democracia, y la posibilidad de una oposición organizada. Los dogmas religiosos son incuestionables y deben ser aceptados con todo rigor.

Lo que ha ocurrido en Irán con las llamadas «elecciones» es una muestra clara de esta contradicción. El poder teológico decide quién puede y quien no puede ser candidato (Primer principio antidemocrático). Esta decisión es basada en su compromiso con la revolución islámica y sus valores ( Valores teológicos, no políticos o ideológicos). El resultado electoral es obviamente manipulado hacia permitir que el ganador sea quien plazca mas los líderes del consejo revolucionario islámico, que son quienes realmente ostentan el poder. Esto muestra claramente la falta de democracia en Irán y si total incompatibilidad con la forma de gobierno establecida. Esperar reformas orientadas a abrir esas libertades encaminadas a un sistema mas democrático, significa realmente el desmonte del poder teológico para permitir discusión, diferencias y debate. Bajo un régimen teocrático esto no es posible.

El segundo elemento es que, a medida que el mundo observa los hechos, se descubre la diferencia en la visión de los mismos. Para el mundo occidental se ha violado la verdadera voluntad del pueblo iraní, voluntad de hecho reprimida desde antes de comenzar la contienda electoral. Para el mundo Árabe el espectáculo es diferente. Si bien geopolíticamente tienen interés en un cambio de régimen en Teherán, para sus propios sistemas políticos el hecho de que los iranís protesten y exijan que sus voces y votos sean contados resulta preocupante y peligroso. La mayoría de los regímenes árabes son igualmente teocráticos, o dictaduras basadas en el islam y la tradición religiosa. Una revolución democrática en Irán enviaría una onda transformadora en la región que pondría a tambalear a muchos de sus líderes.

Finalmente esta el factor de percepción social. Fácilmente podría argumentarse que los Pueblos bajo regímenes autocráticos preferirían un régimen democrático, más independiente de la religión. Por lo menos esa es la visión predominante en occidente. La realidad es diferente. Miremos los casos de Irán e Israel. Mientras la mayoría de los iranís no se oponen a la revolución islámica, al igual que la mayoría de los israelitas no se oponen a su estado teológico, ambos pueblos expresan sus diferencias con sus gobiernos. Aunque en Israel la democracia es el sistema predominante, la presión de los grupos religiosos sobre las decisiones del estado es bastante fuerte. En Irán, el estado tiene total control sobre las decisiones, pero el pueblo Iraní expresa su desacuerdo con la implementación de la democracia en su nación. Están dispuestos a mantener su revolución o sistema teológico, mientras el componente democrático de ella, que les da algún nivel de participación, no sea violado.

El pueblo Iraní levanta su voz no contra su revolución islámica, la levanta contra la violación de su único derecho de expresarse. Al final, es el poder religioso quien toma la decisión. La falacia de la supuesta democracia Iraní no es suficiente para acallar un pueblo decidido a hacer respetar su único derecho, su voz y su voto, por incompatibles con su sistema político que ellos puedan ser.