Los Latinoamericanos siempre hemos tenido la excusa de Estados Unidos y su Influencia «Maligna» en Latinoamérica para justificar muchos de nuestros problemas. Sin embargo, Los últimos 10 años el «Imperio» nos ha dejado solitos, porque está muy ocupado luchando contra el terrorismo y ahora la crisis económica mundial. Como resultado, nuestros problemas salen a flote como lo que siempre han sido, nuestros problemas, causados por nosotros mismos, y sin solución casi que totalmente por nuestra culpa. Para la muestra tenemos lo que ha ocurrido en Ecuador, Bolivia, Honduras, Argentina, Nicaragua y, especialmente Venezuela, con sus revoluciones izquierdistas, o mejor, populistas.
Y es que como en las peores épocas de los caudillos latinoamericanos, los grandes defectos de nuestra idiosincrasia, de nuestra cultura política y gobiernos están evidentes, y andan campantes por las capitales de algunas de nuestra repúblicas, antes supuestamente apabulladas por el poder Americano. La verdad es que hoy que están solas, empiezan a mostrar los endémicos problemas de nuestra cultura, esta vez sin poderle echar la culpa a Nadie. Corrupción, ineficiencia, inequidad, falta casi absoluta de justicia, individualismo, populismo, por mencionar algunas de nuestras características especiales, continúan siendo parte de la vida de las naciones Latinoamericanas, increíblemente, sin que los estados Unidos influyan para que así sea.
De todos estos ejemplos, hay uno que definitivamente resalta, por su estado y su líder: Venezuela. La máxima expresión del populismo Latinoamericano, crónico, ineficiente y corrupto, es el ejemplo del presidente Chávez y su gobierno, Con una gravedad adicional. El presidente Chávez cree tener el derecho de reemplazar a los Estados Unidos como la nación que nos dice a los demás como debemos comportarnos, que clase de país debemos tener, a quien podemos o no podemos dejar entrar a nuestros países, y hasta como los pueblos deben votar. Todo lo que La izquierda latinoamericana le atribuía irónica e irresponsablemente al «Imperio», ahora resulta que es la política de estado del presidente líder de esa izquierda revolucionaria de nuestro bendecido continente.
Sus acciones son realmente desconcertantes. Su intromisión en los asuntos de Colombia con otras naciones, sus comprobados nexos con grupos terroristas y su clara intención expansionista en la región, lo hacen ver como ese «imperio» del que tanto reniega en público, pero con el que mantiene las mas solidas y amigables relaciones comerciales posibles, mientras que a Colombia lo amenaza con romper relaciones diplomáticas y económicas porque existen pruebas de sus nexos y los de algunos de sus aliados en la región con las FARC, en un claro ataque al Gobierno colombiano, y peor aún, a su pueblo. Su presión constante e ilegal en campañas electorales alrededor del continente, su activismo político en muchos países, promoviendo reformas constitucionales como la que el logró en Venezuela a través del resquebrajamiento de la oposición y la consolidación de reelecciones indefinidas, su financiación de regímenes izquierdistas e incluso dictatoriales para mantener su influencia en la región, entre otras acciones, hacen ver al presidente Venezolano como el verdadero Imperio del que el supuestamente nos quiere liberar.
Es intrigante ver las acciones de Chávez y su interés por posicionarse como el caudillo latinoamericano. Sus piedras en el zapato son los regímenes opuestos, respetuosos de la comunidad internacional, interesados en la integración económica regional y global, amigos de los Estados Unidos y que , a pesar que Chávez goza de grandes capitales y ejerce un alto nivel de populismo con ellos, son naciones mejor situadas en lo económico y lo político. Ellos son Colombia, México, panamá, Chile, Perú y últimamente Brasil, porque este último tiene un interés claro en tomar su lugar de liderazgo en el concierto Latinoamericano, papel que Chávez cree tener derecho a poseer.
En todo esto hay una gran diferencia entre los imperios imaginarios de Chávez y los que tienen verdadera influencia en la región. El imperialismo Chavista está basado en Dinero. En su capacidad de mantener su influencia a través de las prácticas que han llevado a muchas naciones americanas a la casi anarquía. La influencia de los Estados Unidos o Brasil en la región están basadas en la supremacía política, tecnológica, económica e internacional de estas naciones en el concierto mundial. Las supuestas prácticas imperialistas, algunas benéficas y otras no tanto para nuestras naciones, son el producto del reconocido nivel de superioridad y de la existencia de algunas ventajas para ambas partes, aunque pueda ser desigual, pero es esa la realidad de la influencia de los grandes poderes sobre naciones pequeñas y de poca influencia. Ese es el poder que se obtiene cuando se logra el nivel de una potencia mundial o regional. La Venezuela de Chávez, con todo su petróleo, está en condiciones inferiores en casi todas las mediciones, que los de sus antagonistas. Esa Latinoamérica de Chávez, representada en sus 4 o 5 aliados y sus constantes confrontaciones con sus antagonistas, pronto se va a cansar de los aires imperialistas del líder Venezolano. El avance de la comunidad internacional pondrá en su sitio político e histórico adecuado al presidente de los venezolanos. La región, sin embargo, posiblemente acelerará este proceso, porque el continente parece ser cada vez menos, esa Latinoamérica en la cabeza y en los planes del presidente Chávez.