Si algo nos deben haber enseñado las constantes pataletas de Hugo Chávez es que la consigna de Colombia tiene que ser muy clara: Diversificar y abrir nuevos mercados para nuestra economía.

Las relaciones comerciales duraderas se establecen con socios serios de la comunidad internacional, donde el bienestar económico de los pueblos está por encima de la política local y de las incongruentes y apresuradas decisiones de un gobernante que obviamente poco le importa el bienestar de sus ciudadanos. Ya lo habíamos vivido hace poco más de un año, con consecuencias graves para la población Venezolana, tan graves que Chávez tuvo que agachar su cabeza y retornar a la estrecha relación económica con Colombia, pero consecuencias también muy graves para Colombia y su economía, no porque hayamos dejado de crecer de manera significativa por el cierre del comercio con Venezuela, sino porque nos abrió los ojos sobre la poca confiabilidad de nuestros vecinos como socios comerciales

La comunidad andina, centro de la política de integración económica en la región, obviamente les importa un bledo a los mandatarios de turno en Ecuador y Venezuela. Con estados donde el respeto a los acuerdos internacionales tiene poca o ninguna importancia, es muy difícil establecer relaciones duraderas donde la estabilidad económica esté garantizada

Frente a estos hechos Colombia tiene que aceptar la realidad de nuestra situación geopolítica y regional. Nuestros vecinos, con los que tenemos ventajas naturales para desarrollar un comercio sólido y duradero que representa grandes beneficios en ambas partes, no están interesados en mantener la seriedad y respeto necesarios para lograr una relación permanente, basada en los intereses económicos y en la estabilidad de los mercados y las políticas comerciales. Colombia debe promover aun más acuerdos comerciales con otros países de la región con los que el comercio puede llegar a niveles aun superiores a los logrados con Ecuador y Venezuela, y desarrollar la infraestructura necesaria para lograr costos competitivos.

Corredores económicos con Perú y Brasil no son solo posibles sino beneficiosos. Las regiones con las que limitan nuestros países son difíciles, pero podrían usar el desarrollo que el comercio y la infraestructura necesaria para desarrollarlo, traerían en esas zonas de las respectivas naciones. Chile es igualmente una opción estable y seria. Panamá y Centroamérica, con la infraestructura adecuada, pueden convertirse en los nuevos polos de inversión y exportación para Colombia. De igual manera, los Estados Unidos y Europa deben hacer honor a sus compromisos, o mejor, su retórica con la nación económicamente más estable de la región, y abrir de una vez por todas sus puertas al libre comercio con Colombia. El país tiene que entender que estas constantes interrupciones en las relaciones comerciales solamente sirven el propósito de líderes populistas que buscan atraer la atención de sus pueblos a sentimientos nacionalistas sin fundamento, con el objeto de desviar dicha atención de sus acciones internas.

El estado Colombiano, sus industriales, su pueblo, están cansados de la clase de dirigentes que nuestros vecinos tienen, cansados de su constante irresponsabilidad, irrespeto y falta de seriedad y valoración con la economía Colombiana y las de sus pueblos. Una política nacional de inversión en nuevas relaciones, nuevos socios comerciales se hace necesaria y urgente. No es un asunto solamente de Dignidad nacional. Es un asunto de desarrollo, competitividad y calidad de vida para nuestro país y su pueblo.