Si, estaba en un vuelo internacional, sentado en la silla cerca a la ventana. El vuelo parecía completamente abordado y quedaba la silla de la mitad vacía. Sin embargo, poco antes de terminar el abordaje, una señora de cierta edad ocupo la silla. Durante la primera media hora no hubo mucha conversación. Yo leía una revista de noticias internacional y llegue a la sección de Latinoamérica. Primer artículo: Zelaya y la caída del acuerdo para que retomara el poder transitoriamente

Inmediatamente la señora me pregunto » Y de donde es usted?», le dije «Soy Colombiano». Ella me dijo que viajaba de San Pedro Sula, segunda ciudad de Honduras. Inmediatamente después me dijo: «Chávez está acabando con nuestros países, que vamos a hacer con ese tipo».

En ese momento entendí que el problema de Latinoamérica más apremiante no es el intervencionismo, o la falta de él, de la Potencia Norteamericana. No es la crisis económica, que poco nos ha golpeado en comparación con el resto del mundo, no es la persistente desigualdad y pobreza en nuestras naciones. El problema más apremiante es Hugo Chávez y su revolución comunista, guerrerista y autoritaria.

Mi compatriota Hondureña contaba con dolor como la influencia de Chávez había acabado con la democracia de un país pobre pero estable, con problemas pero libre, sin violencia ni divisiones tan profundas como las que Chávez y su influencia han dejado. Me explicaba todas las bellezas naturales que nos estábamos perdiendo los ciudadanos del mundo debido a la crisis desatada por un cuasi-dictador, que en contra de la constitución y las leyes quiso perpetuarse en el poder, en total alianza con Chávez y sus secuaces. Yo entonces le conté los detalles de nuestra tortuosa relación con el líder venezolano. Su vulgaridad y falta de decencia, su apoyo a la insurgencia y sus intentos permanentes de influenciar la política y sociedad Colombianas, de menospreciar a nuestros líderes y de buscar y provocar guerras y conflictos políticos, comerciales, y hasta amenazas militares, con el objeto de cubrir el fracaso interno de su revolución.

Despues, me dijo lo siguiente; algo que si bien no me impactó porque apoyo al Presidente Uribe en su manera de manejar la situación, si me sorprendió de esta persona, de San Pedro Sula, una ciudad que uno diría está lejos de la realidad Colombiana: » Pero ustedes con ese presidente no tienen de que preocuparse. Vea cómo ha cambiado a ese país y como los defiende. Ojala los Hondureños algún día podamos elegir un líder como el de ustedes». No puedo negar que me emocionó oírla decir eso, Primero porque como colombianos, en el extranjero no estamos muy acostumbrados a oír elogios sobre nuestro país, y segundo porque es el sentimiento de muchos colombianos frente a lo que pasa con Chávez y sus aliados. Es nuestro presidente el que ha evitado que su proyecto expansionista, destructivo de la libertad y la democracia, se implante en Colombia.

De igual manera entendí la realidad de Latinoamérica con este personaje. La región está empezando a verlo con mayor claridad. Dos ciudadanos de dos países hermanos que quieren y protegen su democracia reconocen el peligro que representa este tipo de influencia e intervencionismo en la región. De igual manera se han manifestado individualmente naciones como Brasil, Chile, México y Perú, que comienzan a ver los alcances irracionales e imperialistas del Líder venezolano.

Sin embargo, estas manifestaciones no se presentan al nivel regional, de las organizaciones supuestamente diseñadas para preservar la integración y controlar cualquier amenaza a la paz y estabilidad en América: LA OEA, la UNASUR, el Consejo de defensa Suramericano, etc…. La razón es muy simple. Chávez compra apoyos con su petróleo, o mejor, con el petróleo de los venezolanos, que lo gasta a su antojo mientas su pueblo vive a oscuras y con hambre. Es por ello que los organismos regionales no se pronuncian, o mucho menos actúan como se debería frente a la amenaza Chavista

Finalmente quedamos… los Ciudadanos. Los que tenemos el poder de decirle al mundo que clase de problema estamos enfrentando en la región con Hugo Chávez y su intervencionismo revolucionario. Somos los ciudadanos del resto de América los que le podemos decir a nuestros hermanos venezolanos que usen la poca democracia que aún les queda para decirle NO al hombre que está destruyendo su nación y, peor aún, está intentando lo mismo con Latinoamérica. Es hora de enfrentar la amenaza con claridad y firmeza, pero de la manera que Chávez no sabe hacerlo: con respeto, altura y Libertad.