Todos nos hemos dado cuenta de cómo el mundo se ha volcado hacia Haití. Como mencioné en el blog anterior, la humanidad muestra se mejor cara. El volumen de ayuda es casi sin precedentes, ayuda económica (la cruz roja americana estaba recolectando más de 100.000 dólares por hora en los Estados Unidos a través de donaciones por mensajes de texto), humana (equipos de rescate de más de 20 países están en este momento ayudando en la búsqueda de sobrevivientes y miles de médicos y personal de asistencia han viajado o están en la espera de viajar a Haití) y de seguridad y control (Tropas americanas se han puesto a disposición para ayudar con la seguridad y el control).
Sin embargo, el mundo ha vuelto a presenciar el principal problema de tanta ayuda: La falta de organización, de control y de efectividad en el proceso. En medio del caos es difícil juzgar si las mejores decisiones en términos de ayuda a las personas que sobrevivieron la catástrofe se han tomado, pero si es evidente la necesidad de que exista un ente que coordine todos los esfuerzos de rescate y búsqueda de asistencia a heridos y de alimentación, vivienda y supervivencia. Algunas naciones se han encargado de tareas especificas pero no hay claridad ni para los que están participando en los esfuerzos de ayuda, un mucho menos para los sobrevivientes y los que buscan por sus seres queridos. El caos es total y la ayuda se ha demorado mucho más de lo esperado en llegar a las personas que lo necesitan
Y Haití no es el único ejemplo de este problema. El mundo recuerda el caos de Katrina y la asistencia en New Orleans, de los terremotos en Irán y Rusia y del tsunami en el océano Índico. Haití es, sinembargo, especialmente caótico porque el gobierno local no tiene ninguna capacidad de respuesta y control, así que está a la merced de la comunidad internacional y las acciones de cada país que está asistiendo, sin lograr coordinación y control.
Es por ello que es necesaria la creación de un ente internacional encargado de manejar la asistencia internacional cuando desastres naturales ocurren. Esta organización podría ser independiente o formar parte del sistema de Naciones Unidas, pero tendría como única misión servir como el punto de control, de coordinación de toda la ayuda internacional en casos de desastres naturales. La nación o región afectadas solicitarían la asistencia de esta organización, y los países interesados en ayudar pondrían sus recursos al servicio de ella. De esta manera un equipo unificado de especialistas podrá evaluar las necesidades más inmediatas, dirigir y coordinar las acciones de rescate y apoyo de manera más efectiva y rápida, y trabajar con el gobierno de la nación afectada para proveer mejor asistencia y apoyo en aquellas áreas donde es más necesario. El presidente Haitiano tiene que recibir actualizaciones y ayuda de 30 o 40 países, con políticos viajando a expresar su apoyo y entregar ayudas. Sería mucho más eficiente tener oficiales especializados en este tipo de operaciones manejando el proceso de asistencia ofrecido a las víctimas de la catástrofe natural, y de igual manera entregando una respuesta unificada al gobierno y oficiales locales.
Otro tipo de organizaciones como la Organización Mundial de Alimentos, la Cruz Roja Internacional, UNICEF, USAID han demostrado la eficacia que han logrado en sus especialidades cuando se trata de asistir países o personas en peligro. En desastres de la magnitud de Haití, sin embargo, son cientos las organizaciones que están listas para ayudar, pero la falta de comunicación, coordinación y control hace que muchas veces estos esfuerzos sean ineficaces. La falta de un organismo exclusivamente dedicado a la asistencia internacional en situaciones de desastre, que lamentablemente parecen ser cada vez más constantes y destructivas, hace que todo ese talento y buena voluntad internacionales no sean aprovechados de manera apropiada.
Las Naciones Unidas deben ser el foro para que la comunidad internacional analice una nueva estrategia en la asistencia de desastres. Es indiscutible que las naciones del mundo están dispuestas a ayudar dentro de sus posibilidades, pero es necesario que un organismo especializado en la asistencia de desastres lidere estos procesos y coordine con las autoridades locales, los esfuerzos de todas las naciones y organizaciones dispuestas a lograr el objetivo fundamental de sus acciones: salvar vidas y recuperar las comunidades afectadas por estas catástrofes.