En estas elecciones de marzo, los colombianos tendremos la oportunidad de elegir, por primera vez, nuestros representantes ante el único organismo que aun resembla algún tipo de integración institucional: el parlamento andino. Por ahora Colombia, Ecuador, Perú y Bolivia pertenecen a la comunidad, ya que Venezuela se retiro del organismo por motivos mayoritariamente políticos.
La crisis de la comunidad andina es evidente en varios elementos. El hecho de que no se haya pronunciado de ninguna manera frente a los hechos que han marcado las dificultades en las relaciones entre Colombia y Ecuador y, en su momento, entre Colombia y Venezuela, demuestra claramente su irrelevancia política como organismo multilateral en la región. En el campo económico aun tiene elementos positivos que rescatar pero tampoco ha servido para hacer cumplir los acuerdos multilaterales de libre comercio, aranceles y aduanas.
Ahora, el elemento legislativo de la comunidad, el parlamento andino, ha tenido poco peso en la vida de la misma. Si bien los países miembros tiene representantes en el, sus decisiones son meras opiniones y la importancia, y sobre todo el conocimiento de lo que hace y su utilidad, es casi nula entre los habitantes de la región.
La comunidad andina casi que tuvo su acta de defunción con el retiro de Venezuela y la presión de un grupo de líderes de la región, algunos de ellos miembros de la comunidad Andina, por otros organismos como la Unasur, que le fueron quitando relevancia política a la comunidad, y si no hay relevancia política, el resto de su trabajo y accionar se debilita lenta y permanentemente. La pregunta ahora que los colombianos elegiremos nuestros representantes al parlamento andino es: Que estamos eligiendo? Sabemos para qué es, o siquiera si es importante, tener representantes en esta organización?.
La experiencia Europea de integración, muchísimo más avanzada que la nuestra, sufre de la desinformación y apatía de los electores frente al parlamento europeo, organismo que tiene relevancia dentro del sistema europeo de integración. Si eso pasa en Europa, donde la integración se siente, se vive cada día, que pasara en Colombia, donde la gran mayoría de la población no sabe que el parlamento andino existe o para que sirve. Adicionalmente el estado no se encarga de promover y explicar cuál es la importancia de esta organización, porque le debe importar al país y a su pueblo y que es lo que se quiere lograr en ella, posiblemente porque, en el fondo, ni el mismo estado Colombiano lo sabe.
La integración Latinoamericana necesita un serio revolcón. Uno donde los pueblos de la región vean la importancia de dicha integración, no solo los nichos empresariales que se benefician de algunos acuerdos arancelarios. Latinoamérica, lo he dicho cientos de veces, tiene unas ventajas competitivas únicas para forjar un sistema de integración sólido y estable. Las diferencias políticas y la manipulación de los actuales instrumentos de integración por parte de líderes como el venezolano, demuestran la falta de seriedad en dicho proceso y la incapacidad de avanzar en ello. Las naciones afines, que ven la ventaja de este modelo para la región deberían relanzar la integración latinoamericana. Una unión económica, aduanera y política que emule la integración Europea, pero que la perfeccione.
Por ejemplo, debería existir un parlamento andino o latinoamericano donde las elecciones sean regionales, con partidos políticos panamericanos, no locales, y candidatos que representen los intereses de los estados miembros, pero también los de la comunidad en la que trabajan. Debería existir una autoridad económica que tenga representación de cada miembro y que represente políticas homogéneas y las haga cumplir. Cada miembro no puede manejar su economía a su antojo, y los principios comunitarios deben prevalecer para que la integración sea efectiva y duradera. Pero lo más importante quizás es blindar a la comunidad del oportunismo político, diferencias ideológicas e intereses populistas e intervencionistas. La democracia y la libre empresa, el derecho a la libertad de expresión y la propiedad privada, la separación de poderes y las garantías electorales y de oposición, la liberta de prensa , entre otros principios, deben ser elementos absolutamente necesarios para ingresar a la comunidad y mantenerse en ella.
Esto hace que la comunidad sea inmune a los juegos políticos locales, y sirva como un instrumento promotor de estos valores en la región. Para que esto sea así, pertenecer a la comunidad tiene que ser muy atractivo política y económicamente, tanto que valga la pena garantizar esas condiciones a nivel local, para poder pertenecer a ella. El milagro de la unión europea ha sido precisamente eso. Es tan benéfico pertenecer a ella que naciones han cambiado su sistema político y económico para satisfacer los requerimientos de membrecía y, una vez miembros, transforman su sistema político para mantenerse en la comunidad y aprovechar sus inmensos beneficios.
La comunidad andina no representa aun, una organización en la cual los países de la región vean grandes beneficios. De igual forma no tiene una determinación clara de exigir ciertos principios políticos y económicos para pertenecer a ella. Las elecciones populares del parlamento andino no van a cambiar esa percepción. Es el momento de que la integración se reinvente, sea utilizando las estructuras actuals y reformándolas o rediseñando el sistema de manera completa. Eso es lo que Latinoamérica espera y necesita.