Hace algún tiempo hablaba con un amigo que hace varios años vive fuera del país, un opositor de Uribe que lo considera un paramilitar, narcotraficante y autoritario. Cuando le pregunte de donde sacaba esos argumentos, la respuesta fue: De la prensa, pero no de la prensa internacional, de la colombiana. Esto tiene dos matices importantes, primero vemos que la libertad de prensa en Colombia si existe, que es bueno, y un segundo matiz donde vemos que sectores de la prensa en Colombia son irresponsables con esa libertad, que no es bueno. La fuente de información de todos los entes nacionales e internacionales es una prensa que a veces acusa el gobierno y su presidente sin hechos, o que igualmente a veces apoya al gobierno y su presidente sin valor crítico, pero eso es tema suficiente para varios blog mas.
Luego de revisar las fuentes de información de mi amigo, el, de manera democrática (porque también está claro que ser opositor de Uribe no es ni ser comunista, socialista, Chavista o terrorista), me dejó expresar mi punto de vista, me preguntó la razón por la que yo apoyaba a Álvaro Uribe si era tan dañino como el creía que era. Yo le di una razón muy sencilla. Porque yo viví en la Colombia del despeje del Caguán, viví en la Colombia del terrorismo del narcotráfico, en la Colombia de las pescas milagrosas en todas las carreteras del país, en la Colombia donde los campesinos no eran desplazados por la pobreza o por falta de oportunidades, sino por el horror de la violencia guerrillera y paramilitar, Una Colombia de 4.000 secuestros, 45.000 asesinatos y 3 o 4 carrobombas al mes. Mi amigo no sabía de esa catástrofe, vivió algo de ella y lo vió en las noticias, pero no lo vivía día a día, hora tras hora en una nación que se desangraba ante la impunidad y el terror, y peor aún, ante un estado corrupto e incapaz de defender a su pueblo. Hoy 8 años después, independientemente de todos los errores, excesos, cuotas burocráticas, agro-ingreso seguros, farcpolitica, parapolitica, adjudicaciones cuestionadas de canales de televisión o de obras de infraestructura, Colombia es una nación diferente, una nación donde la vida es posible para la gran mayoría de su pueblo, no solo para los que están del lado del terrorismo, que era los únicos que tenían vida hacia 8 años. Esa tarde en esa conversación yo no le cambié el punto de vista a mi amigo, pero por lo menos reconoció que no conocía esa realidad y que, al fin de cuentas, eso es un logro que merece ser reconocido y más aun, mantenido.
La historia de la guerra en Colombia definitivamente se partió en dos. Antes de Uribe y Después de Uribe. El hecho de que la nación hoy, a pesar de ciertos brotes de violencia local, pueda verse ante el mundo como una nación atractiva para el turismo, para la inversión, para el desarrollo, es un logro que nos levantó de ser una nación fallida, con una democracia de papel, con unas instituciones en riesgo de desmoronarse, a una nación con esperanza, con un gobierno que tomó control de lo que, según la constitución, debe garantizar a todo su pueblo. La libertad, la seguridad y el orden. Podemos hablar mucho del legado de Álvaro Uribe, y seguramente será el tema de muchos años después de sus dos periodos al frente del país, Seguramente hay cosas que corregir, que lamentar y que criticar, como hay muchas que continuar y apreciar en muchos aspectos, pero lo que si es innegable es que es uno de los pocos presidentes que entregó el país mucho mejor de lo que lo recibió, con la dificultad adicional de haber encontrado, como pocas veces en la historia, una nación derrotada, sin esperanza y al borde del colapso económico, político y social. Es triste ver que a tantos Colombianos parece olvidárseles que era Colombia en el 2002, que clase de país, si es que se podía llamar país, teníamos en esa época. Que país tan distinto el que hoy 8 años después tenemos. Con todos sus problemas, algunos muy graves, es infinitamente mejor que lo que los gobiernos anteriores nos dejaron ese 7 de agosto del 2002. Y eso solo tiene un responsable, el presidente de los colombianos durante estos ocho años y el equipo que lo acompañó, pero mas importante aún el apoyo de la gran mayoría de una nación que vió y ve en el a un líder comprometido con una mejor Colombia. Espero que mi amigo reconozca algún día, dentro de todo lo que puede haber sido equivocado, el hecho de que hoy, gracias a este gobierno, el y muchos otros millones de Colombianos tienen país adonde regresar con la frente en alto. La revista semana en el primer año de gobierno de Álvaro Uribe publicó el siguiente titular:» El hombre que nos devolvió la esperanza». Que testamento fue y es esta frase a lo que era Colombia antes de Uribe y lo que fue, apenas un año después de comenzado su gobierno! Esa esperanza sigue más viva y vibrante que nunca. Los Colombianos hoy hablamos del desempleo, del medio ambiente y de la seguridad social y la salud como nuestros problemas, no hablamos ya solamente de las bombas, los secuestros, el narcotráfico o la guerra. Tenemos los problemas de una nación en pleno desarrollo, no los problemas de un estado fallido en un desangre constante, que eran los que predominaban hace 8 años. Ese simple hecho es un símbolo de la nueva Colombia del 2010 y un legado de un presidente que opositores y amigos, y sobretodo la historia, le tienen que reconocer.