Santos – Mockus, Derecha y seguridad democrática vs educación, cultura y hasta algo de socialismo. Continuidad de Uribe vs un nuevo modelo político y de administración para Colombia. Que está en juego en estas elecciones? EL futuro del país? Lo está cada vez que elegimos un político a cualquier cargo público. Es realmente un riesgo para la nación cambiar el rumbo? O es abrir la oportunidad de un nuevo modelo? Queremos cambiar el modelo que transformó a Colombia en 8 años, pasando de ser una nación al borde de la anarquía y la guerra total a una nación estable, con instituciones fuertes y una mejor imagen a nivel internacional?.
Esas preguntas son el día a día de las elecciones más cruciales que Colombia ha tenido en muchos años. Si la elección de Álvaro Uribe y su posterior reelección representaron un verdadero remezón de un país que llevaba décadas cavando su propia tumba, Las elecciones actuales representan un momento de consolidación o de transformación. Un momento de decidir si mantenemos lo que sabemos que funciona, o si nos aventuramos a entregarle las riendas del país a un modelo que ataca el corazón de nuestros problemas (Cultura, educación, evolución como sociedad a un modelo más justo, civilizado y educado), pero que posiblemente no muestre sus beneficios en esta generación, y que no es clara ni precisa ante problemas tan apremiantes como los que aun tiene el país en materia de seguridad, relaciones con Venezuela y otros vecinos y desarrollo económico.
Juan Manuel Santos representa la continuidad del gobierno y las políticas de Álvaro Uribe, que indiscutiblemente crearon una nueva Colombia. Una Colombia más fuerte, estable, en control de su territorio y sus instituciones. La política de seguridad democrática logró en 8 años lo que no habíamos logrado en los 80 años anteriores. Colombia se convirtió en foco de inversión, turismo y desarrollo regional cuando hace poco ni siquiera jefes de estado extranjeros se atrevían a venir. Reuniones como las del BID, El foro económico mundial o unos juegos suramericanos eran impensables. Nadie quería tener nada que ver con Colombia. La percepción de seguridad interna y externa dió un giro de 180 grados. Colombia es hoy una nación considerada viable, estable y amigable para invertir, visitar y promover. Eso nos beneficia a todos y es quizás el legado más grande de este gobierno. Menos tangibles son las inversiones sociales, pero no menos importantes. Cuando se ven los indicadores de pobreza y desempleo, la administración Uribe no parece haber logrado mayores avances, pero sí vamos a los detalles los logros son reales. La mayor inversión en infraestructura de la historia de Colombia, programa de madres en acción con más de un millón de familias cubiertas, cubrimiento total de salud, niveles altísimos de alfabetismo,control y fomento del sistema financiero que evitó que la recesión mundial golpeara a Colombia y sus instituciones. El desempleo se mantuvo en los mismos niveles y más se debía haber hecho en reducirlo, pero las condiciones están dadas, con los TLCs con Europa y Estados Unidos, para que la inversión extranjera y la consolidación de Colombia como centro económico de la región empujen de manera dramática la generación de empleo. Juan Manuel Santos, sin embargo, representa también la política de la intransigencia, la continuidad de conflictos regionales que , para bien o para mal, continuarán afectando nuestra posición internacional, y sobre todo, la continuidad de una burocracia que después de 8 años está aferrada al poder y en control de las instituciones. Algo que , en un sistema de gobierno como el nuestro no siempre es lo mejor. Adicionalmente Juan Manuel no es Álvaro Uribe. Como se nota la falta de experiencia política en cuanto a manejar elecciones se trata!. El carisma, cercanía a su pueblo, compromiso e incuestionable amor por Colombia que le brota a Uribe por los poros no se percibe en Santos. Incluso se percibe a veces como el regreso de las viejas oligarquías políticas al poder. Esto explica el porqué, a pesar de llevar las banderas del presidente más popular de la historia de Colombia, sus números en las encuestas apenas la dan una tímida ventaja en la carrera presidencial.
Ahora, Mockus propone lo que yo considero es la raíz de muchos de nuestros problemas. Mockus va a la conciencia de Colombia, a sus deficiencias estructurales: Educación y cultura. La cultura del chanchullo, de la mordida, de la viveza como cualidad y no como defecto cuando se trata de quebrantar la ley. Para lograr una nación civilizada, duradera y comprometida con su sociedad, más igualitaria y funcional, Colombia tiene que dar el giro de un gobierno de reacción a las crisis diarias de este país, a un gobierno con una visión de cómo deber ser la nueva Colombia. Mockus tiene esa visión. Lo que no parece tener es la claridad para proponer estrategias que permitan resolver el Día a día de una nación con tantos problemas. Sus alcaldías en Bogotá fueron celebres por el giro cultural que le dio a la ciudad, Giro que hoy, unido a la política de seguridad y expansión económica de Uribe, tienen a Bogotá en la cima de las capitales latinoamericanas, pero también fueron celebres porque durante su gobierno no se robó un peso, pero tampoco se lo gastó. Se dedicó a transformar la cultura, los hábitos y la idiosincrasia de una ciudad que antes era agreste, violenta e inmanejable y la convirtió en una capital culta, abierta y cosmopolita, pero siguió atestada de huecos, sucia y paralizada en un caos vial inmanejable. Administraciones posteriores construyeron sobre lo que Mockus dejo en términos económicos y culturales, logrando la combinación administrativa perfecta : Un pensador, visionario como Mockus, acompañado luego de implementadores, líderes que toman acción, como Peñalosa o Garzón. Los resultados son palpables.
Lo que está en juego es como siempre, el futuro del país. Esta vez decidimos entre las políticas que han dado resultado, pero que necesitan ajustes y un nuevo aire, y las políticas de un hombre con una visión de lo que Colombia debe ser, pero sin la capacidad de enfrentar las necesidades inmediatas de una nación con muchos problemas. Santos representa continuar el legado del hombre que transformó a Colombia, pero Santos no es Uribe. Mockus representa una transformación diferente, por un camino distinto y con resultados a largo plazo. Reconociendo la importancia de lo que Mockus propone, hasta no entender su clara determinación de mantener la política de seguridad y continuar la promoción del modelo económico y político que ha llevado a Colombia a ser una nueva nación, el legado de Álvaro Uribe es clara e irrefutablemente más valioso en este momento de nuestra historia. La nación necesita consolidar el imperio de la ley y la seguridad, avanzar en su consolidación económica y su apertura al mundo para poder
concentrarse en su maduración como sociedad. Lo ideal es que ambos proyectos políticos se unan para darle, desde ya, el rumbo adecuado a Colombia y su sociedad. Un presente estable y consolidado como estado y un futuro educado, civilizado y basado en el respeto, la libertad y la prosperidad. Hay mucho en juego,pero la fortuna de los colombianos es tal que hay mucho y muy bueno de donde elegir. Pocas naciones del mundo tienen ese privilegio.