Uno de los grandes debates de la pasada contienda electoral para el senado, fue la elección, por primera vez, de los representantes de Colombia ante el parlamento andino. El primer hecho innegable es que el voto en blanco fue el ganador, el segundo, que ocasionó el primero, es que nadie sabe realmente para que sirve el parlamento andino, que es, quienes lo constituyen y por ende, nadie entiende qué sentido tiene gastarse un montón de plata en elecciones, viajes, representaciones y burocracia.

Pues el parlamento andino, el órgano deliberante de la llamada comunidad andina, realmente no sirve para mayor cosa, pero es así porque los países miembros de una comunidad que cada vez parece menos eso, una comunidad, no quieren que sirva para más. Y es que el poder legislativo de una comunidad de naciones siempre tendrá que luchar contra el enemigo número uno de la integración: La soberanía. Ceder capacidad de decisión legislativa sobre los asuntos de una comunidad, que al final son los asuntos internos de cada país (comercio, fronteras, aduanas, impuestos, migración, leyes ambientales, laborales, etc….Son todos elementos normalmente incluidos en procesos integracionistas, pero al final son realmente parte de los asuntos internos de cada nación. Si comunidades tan avanzadas como la Unión Europea todavía tienen dificultades en ceder capacidad de decisión y soberanía al parlamento Europeo, que aunque recibió un impulso importante con la aprobación del tratado de Lisboa continua siendo poco más que un órgano consultivo, que emite recomendaciones y directrices más que leyes, La comunidad andina, con todas sus carencias y obstáculos en el proceso integracionista esta mucho más lejos de darle al parlamento andino alguna relevancia.

Cuando las naciones de la comunidad, que está débil y al borde del colapso, se comprometan con el proceso integracionista, el parlamento Andino aun será un elemento complejo de fortalecer y dirigir hacia un órgano legislativo, con poder decisorio y con capacidad de tomar decisiones que los estados miembros deban cumplir. Ahora, dentro de ese proceso de integración el hecho de que la estructura orgánica exista es importante. Las naciones de la región deberían comprometerse con una reestructuración de la integración regional. Un nuevo tratado es necesario para refundar la comunidad andina con miembros que compartan su visión, no la utilicen para intereses políticos o expansionistas y demuestren verdadero interés en la integración. Dentro de este tratado el parlamento andino puede jugar un papel clave en las negociaciones regionales y en preparar el proceso para que los líderes regionales den los últimos toques y relancen la comunidad. Después de ello el parlamento se debe convertir en la referencia de cualquier acción de la comunidad, tener capacidad decisoria en aspectos que pertenecen al tratado de integración y promover la restructuración y la profundización de la integración. Esto no quiere decir que los estados pierdan soberanía, de hecho la ejercen participando activamente en el parlamento y promoviendo sus intereses y los de la comunidad.

Hoy el parlamento Andino no sirve casi para nada, pero su existencia puede volverse en el motor que acelere el proceso de unidad que América Latina tantas veces, sin éxito hasta ahora, ha tratado de lograr. Todo depende de que nosotros y nuestros líderes le den la importancia que debería tener.