Los colombianos hemos visto con sorpresa y con respiro el estilo del presidente Santos. La nación esperaba la continuidad del estilo y políticas presidente Uribe en todos los aspectos, nacional e internacional. Nuestros vecinos vaticinaban la guerra total» si santos era presidente.
La historia es, sin embargo, distinta. No solo los lideres de Ecuador y Venezuela ya son los «nuevos mejores amigos» del presidente, sino que estamos en pleno camino de restaurar las relaciones regionales a niveles que pocas veces se vieron en los 8 años de Gobierno de Uribe. En el campo nacional el enfoque en lo social se ha consolidado como la política de estado, dejando atrás el casi total enfoque en la seguridad democrática del gobierno Uribe. Adicionalmente los vientos de reconciliación con los poderes judiciales, la oposición y el sentido de unidad nacional que se ha forjado en el gobierno de Santos han ayudado a desaparecer ese aire de polarización, confrontación y persecución que se vivió en varias ocasiones durante el Gobierno de Álvaro Uribe.
Sin embargo en esta querida patria el deseo de conflicto pareciera no cesar. Varios sectores intentaron incluso enfrentar a los dos líderes debido a lo antagónico de sus posiciones con respecto a Venezuela, Ecuador, las cortes y la oposición. Adicionalmente, como se esperaba, los enemigos de Uribe y su legado están al ataque, tratando de usar la parcialidad judicial y los escándalos para vincular directamente al ex presidente con hechos que el país definitivamente necesita aclarar, pero que parecen estarse convirtiendo en una cacería de brujas contra Uribe y sus más cercanos Colaboradores. En esto el gobierno actual se ha mantenido, como debe ser, al margen, dejando que Uribe, sus colaboradores y los hechos hablen por si solos.
Si bien el estilo es diferente, al igual que el enfoque, El ambiente, el país y su situación hoy es muy diferente a lo que era la nación hace 8 años. Juan Manuel Santos podría decir fácilmente que un jefe de estado no ha recibido a Colombia en tan buenas y prometedoras condiciones como él lo ha recibido de parte del presidente Uribe. Que hoy Colombia tenga la posibilidad de enfocarse en su crecimiento económico, desarrollo social, que seamos capaces de crear una nueva agenda de relaciones con los Estados Unidos, todo eso se debe a que hace ocho años un líder decidió empezar a acabar con el problema que estaba sofocando la nación: la violencia y el narcotráfico, la guerra que desmoronaba a Colombia ya no es tal. Y es así porque Álvaro Uribe convirtió una nación fallida, al borde del colapso, en un país lleno de potencialidades y posibilidades. Uribe Entrego una nación muy distinta a Santos, una nación fortalecida en la seguridad y en control del su territorio, en pleno desarrollo económico, una nación atractiva a la comunidad internacional, y sobre todo, una nación que ya tiene expectativas, que exige que lo bueno se mantenga y lo malo se corrija, que no está sometida al terror de la violencia ni a la corrupción e ineficacia de sus gobernantes. Una nación que ya tuvo la oportunidad de probar que es tener un líder comprometido con su país y su pueblo al frente. Los colombianos ya esperamos más de nuestros gobernantes. Santos ha respondido a esas expectativas y la nación ve con buenos ojos que el legado de Uribe se preserve, y aquello que generaba tensión e incertidumbre de su estilo es hoy cosa del pasado.