Como cambian los tiempos. Hace apenas 3 años Hugo Chávez y Álvaro Uribe representaban el conflicto ideológico más radical de la historia reciente de américa Latina. La región se debatía entre la nueva derecha y la nueva izquierda y cada país parecía alienarse en un bando. Los líderes de la región, México y Brasil, dibujaban sus propios esquemas y manejaban un liderazgo de proyección global. El resto de la región estaba con la revolución Bolivariana o contra ella.

Hoy, los líderes de la región, con la excepción de Evo Morales y Daniel ortega, quisiera parecer alejarse cada vez mas de dicha revolución. Perú acaba de elegir a un Ollanta Humala que hace 4 años recibí fondos de Chávez y hoy jura no tener ninguna relación con el líder venezolano. Dilma Roussef parece estar dirigiendo al Brasil cada vez más cerca al capitalismo salvaje que Chávez denuncia. Argentina y Uruguay se mantienen en la proximidad del Chavismo, pero concentrados en sus campañas electorales y decididas a seguir aprovechando el crecimiento económico que sus materias primas tienen en el mercado mundial

La Latinoamérica de mañana parece entonces, menos radical y más concentrada en el crecimiento. La región en general está experimentado unos niveles de crecimiento que no se veían en décadas. Algunas naciones tienen crecimientos del nivel de la China o la India, y algunos otras crecimientos más moderados pero estables. Esto está haciendo a la región más atractiva para la inversión de capitales que algunas regiones asiáticas que lideraron la inversión extranjera de los años 80. Los países desarrollados parecen tener que empezar a «deshacer» su desarrollo a través de dolorosas reformas a sus sistemas sociales y frente a la cada vez aparente incapacidad de contener los nuevos líderes del crecimiento económico y su influencia en la economía mundial

Latinoamérica, aun enmarcada en conciencias parroquiales y regionalistas frente a su visión global, está despertando poco a poco frente a sus posibilidades. Ya no hablamos de sobrevivir, ya hablamos de liderar y lo más importante es que tenemos con que soportar esas afirmaciones. La economía Brasilera es una de las más sólidas del planeta, Colombia tiene un crecimiento sostenido de una década y lograra convertirse en la tercera economía de la región y la de mayor apertura a los mercados globales. Venezuela tiene ya las reservas probadas de petróleo más grandes del planeta y aunque se gobierno parece empeñado en no permitir su crecimiento, sus recursos parecen incalculables. Chile, Argentina, Perú, Panamá y México se han dedicado a mantener su crecimiento.

Los viejos problemas del subdesarrollo parecen subsistir. Desigualdad, corrupción, pobreza, inseguridad. Estos son asuntos que Latinoamérica tiene que enfrentar a través de Educación, sistemas judiciales independientes, mejores políticas sociales. Esto genera un cambio cultural que transformara la región, pero debe comenzar inmediatamente para que la nueva generación de latinoamericanos despierte a las posibilidades que el continente tiene. Latinoamérica es sin lugar a dudas el futuro, pero como siempre lo he dicho, su futuro depende, como nunca antes, de sí misma.