Es una lástima que la democracia líder del mundo, los Estados Unidos, estén ofreciendo al mundo y en especial, a todos los gobiernos y pueblos que critican el sistema democrático, un espectáculo lamentable que pareciera demostrar que la democracia realmente no funciona. Y es que eso es lo que está ocurriendo en los Estados Unidos. La democracia no funciona.

El sistema democrático Americano está paralizado porque se convirtió en algo muy distinto a el gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo. Se convirtió en una lucha incesante e interminable por el poder, donde el único objetivo del partido perdedor es bloquear cualquier acción, positiva o negativa, del partido ganador, para así poder derrotarlo en las siguientes elecciones. Con ello los políticos de ambos lados están constantemente en busca de su reelección o de derrotar a su oponente en el poder. Con esta mentalidad los políticos Americanos no gobiernan. Se mantiene en campana electoral. La parálisis es casi total

Con el gobierno de Bush se comenzó a ver este esquema de poder con mayor claridad, pero en el gobierno de Obama ha sido mucho más dramático el enfrentamiento, y mucho más clara la intención de destruir o evitar cualquier obra de gobierno del partido en el poder con el único objeto de derrotarlo en la próxima contienda electoral. No importa si las propuestas del presidente son acertadas o no, si la nación está en crisis o no, el único objetivo es demostrar que el partido en el poder no es capaz de liderar y que por ello es necesario un cambio. Si este cambio ocurre los papeles se invierten y el juego político continua. Y con ello el declive de la nación norteamericana.

Aun más preocupante es que para poder hacer campana política en Estados Unidos no se necesita solamente apoyo popular… se necesitan millones de dólares para hacer campana y lograr reconocimiento, y muchos millones más para atacar y demeritar la labor de sus contendores. Algunos candidatos ya ni programa político ofrecen, solo se dedican a resaltar las fallas y los errores de su contendor, a pagar cientos de miles de dólares para escudriñar sus vidas privadas y desprestigiarlos por sus vidas privadas, no por sus ideas o diferencias políticas. Los partidos políticos han llegado a extremos tales de bloquear legislación fundamental no solo para el país sino para la economía mundial. La reciente degradación del rating de la deuda norteamericana es una de las muestra claras de las alarmas que se están encendiendo en el mundo financiero y la comunidad internacional frente a estos juegos internos.

Pareciera que el establecimiento norteamericano se ha olvidado de la responsabilidad que conlleva ser la potencia mundial y se ha dedicado a una lucha interna por poder e influencias. Lo más grave para la nación norteamericana es que con estas acciones de sus líderes, están acelerando ese proceso de declive de la hegemonía americana. Sus líderes se están encargado de lograr que lo que aún es una potencia, de continuar así, dejara de serlo mucho más pronto de lo esperado.