En los Estados Unidos se está analizando cual debe ser la respuesta al ataque con armas químicas, la famosa «línea roja» pintada por el presidente Obama para intervenir en el conflicto interno de ese país. Algunas naciones del mundo ya lo apoyan y otras lo objetan, por diferentes motivos. Una pequeña coalición, en su mayoría de naciones occidentales se empieza a formar al mando de los norteamericanos, y algunas naciones, entre ellas árabes y asiáticas, expresan sus reservas pero no se oponen directamente a la intervención militar
Lo que ha ocurrido en Siria por casi ya dos años es razón suficiente para intervenir. Un régimen dictatorial que quiere sembrar el terror para aplastar cualquier sentimiento revolucionario, y unos grupos rebeldes, algunos con tendencias extremistas y religiosas, luchando con los mismos niveles de barbarismo que el régimen, con el objetivo de derrocarlo, pero con ninguna visión clara de que se establecerá después. Cuál es el resultado de esta guerra? Más de cien mil muertos, más de dos millones de desplazados y la desestabilización de una región ya de por sí bastante volátil.
La culpa del régimen en todo esto es clara. El poder militar del estado ha sido usado para aplastar la rebelión y de paso intimidar al pueblo, pero los rebeldes han cometido atrocidades de magnitudes similares, y sus ideas, intereses y planes para el futuro de Siria son, en el mejor de los casos, imprecisos y en el peor, y tal vez más posible, oscuros. La comunidad internacional debe actuar, pero debe hacerlo de manera contundente contra ambos bandos. El ataque con armas químicas es la gota que derramó el vaso y hace ya casi imposible que el mundo siga ignorando la catástrofe humanitaria en Siria. Es muy posible que haya sido el régimen de Assad quien haya perpetrado el ataque, pero las dudas persisten sobre la responsabilidad de ciertos grupos rebeldes en ello, y la retaliación de los revolucionarios contra las fuerzas del estado y algunos grupos de la población que apoyan al gobierno sirio no fue menos barbárica.
El objetivo de la intervención debe ser demostrarle a ambos bandos que el mundo no está ni de uno ni de otro lado. El mundo está con el pueblo Sirio y no va a permitir que sigan siendo atacados por ambos bandos de manera salvaje e injusta. Las Naciones Unidas frente a una operación con este objetivo deben apoyarla. Ciertamente las objeciones Rusas y Chinas serían mucho más difíciles de justificar una vez se haga claro que el objetivo es debilitar a ambas partes en el conflicto y proteger a la población. La intervención debe ser contundente contra instalaciones militares y del estado que pertenecen al régimen, al igual que contra los centros rebeldes de control militar y organizacional. Y el mensaje debe ser muy claro. El mundo no piensa aceptar más catástrofes humanitarias y a las partes que la están originando les debe quedar claro que el único camino que les queda es la negociación, porque el militar significará solamente su aniquilación.