La recta final de la campaña electoral por la presidencia de Colombia ha sido desalentadora. Parece una campaña entre dos opciones, no cinco. Acusaciones de bandos que hace apenas 3 años se profesaban unidad han llegado a un nivel nocivo. La polarización es cada vez mayor, y otras opciones políticas que pueden ser válidas e interesantes, se ven sumidas en el anonimato frente al show mediático de los candidatos que lideran las encuestas, y los escándalos
Deja esto un sabor amargo en los colombianos. Aun para aquellos que admiramos las filosofías y programas políticos de quienes lideran la carrera por la presidencia, y ni hablar de aquellos que las rechazan, la manera sucia cómo se maneja la contienda genera desconsuelo y deja a esa clase política mal parada. Lo preocupante es que debido al show mediático creado alrededor de los Hackers y los mensajeros del narcotráfico, todos terminamos ignorando lo que realmente importa en estas elecciones: Quien representa las mejores ideas para dirigir los destinos del país.
Esa polarización y la manipulación de los medios que están , en su gran mayoría con el presidente Santos y la unidad nacional, y las de las redes sociales, en su mayoría con Zuluaga y el Centro democrático de Uribe, tienen unos efectos muy delicados en la decisión que los Colombianos estamos a punto de tomar. Primero, estamos olvidando el debate de las ideas. Pocos conocen que propone realmente Santos o Zuluaga, y mucho menos, porque los medios no lo cubren, que proponen Peñalosa, Clara López o Marta Lucía Ramírez. Segundo, Cada vez más Colombianos sienten que lo que hay que hacer es votar En CONTRA de Santos y Zuluaga, en CONTRA de los candidatos, decidiendo que cualquier otra opción es mejor, nuevamente sin saber cuáles propuestas, ideologías, y alternativas se están ofreciendo para enfrentar los problemas del país, sin entender claramente que rumbo tomaría Colombia con otras opciones de poder, algo bien peligroso hecho de esa manera. Para la muestra nuestros vecinos Venezolanos
Adicionalmente, la extrema polarización está llevando a señalamientos en ambos bandos que luego podrían desembocar, en un país con una cultura de violencia como el nuestro, en situaciones de inestabilidad social o política. La campaña del presidente acusa el centro democrático de sabotear, incitar a la violencia y de espionaje. El centro democrático acusa a la unidad nacional de espionaje, falta de garantías e infiltración. Hay quienes odian a Álvaro Uribe y por ello cualquiera que haya tenido cualquier tipo de relación o acercamiento con él, no es fiable para pisar suelo Colombiano y mucho menos ser presidente (lo que descarta automáticamente 4 de los cinco candidatos).Otros profesan su odio a Santos por la traición política a Uribe, habiendo usado su popularidad y sus ideas para ganar la presidencia y luego cambiar de rumbo. Se han profesado hasta odios regionalistas, donde hay gente que no votaría por Zuluaga solo para no tener otro paisa en la casa de Nariño. Como se puede ver, en ninguno de estos argumentos existe lo que debería ser el elemento primordial de una elección democrática: las ideas y la trayectoria de quien las expone
Olvidémonos un momento de la corrupción y la compra de votos o el fraude electoral. Aquellos que votamos con conciencia y libertad, tenemos la obligación de hacerlo de acuerdo a nuestros principios, y por aquellas ideas y propuestas que representan nuestra visión de país. Claro que los medios, las encuestas y las redes sociales influyen en nuestra decisión, pero es nuestro deber tomar esa decisión de manera informada, con hechos reales y sin suposiciones ni odios. Hay que darle una mirada a la trayectoria y el proyecto político de los candidatos y sus partidos, pero tener muy claro que el candidato es quien será responsable ante el pueblo por sus actos. Es por eso que es importante mirar de alguna forma las razones y méritos que tienen quienes son las opciones de los colombianos a la presidencia, y me voy a enfocar en las positivas, porque de las negativas nos tienen agotadoramente informados!. Santos decidió libremente cambiar el libreto Uribista que prometió continuar cuando fue candidato a la presidencia del 2010 y que le dió el triunfo. Los colombianos tenemos que analizar sin rencores si ese cambio de rumbo fue benéfico para el país o no. La realidad es que hay problemas y ese cambio de rumbo debilitó políticas que eran acertadas, pero estos 4 años de gobierno han continuado con una economía estable, creciente, reducción de pobreza y desempleo y aumento de inversión que no se pueden desconocer porque la comunidad internacional así lo registra. Zuluaga ha sido tildado de títere de Uribe, pero los Colombianos debemos analizar su carrera política y su accionar, alguien muy bien preparado y con un gran reconocimiento en su gestión pública y privada, y que su propuesta defiende el proyecto político del uribismo que sacó al país de la casi desaparición de nuestra nación hace 12 años y lo llevó hacia la estabilidad y el crecimiento que hoy existe. Su propuesta no defiende a Uribe sino a la ideología política del Uribismo. Peñalosa tiene una historia de capacidad administrativa y de ejecución que pocos políticos tienen en Colombia, pero no tiene la capacidad de ser eso, político, que podría verse como una cualidad, pero hace la administración pública más compleja. Sus logros como alcalde de Bogotá transformaron una ciudad sin esperanza en una urbe con proyección internacional. Marta Lucía Ramírez tiene una carrera política impecable y exitosa, parece faltarle liderazgo para dirigir un país con problemas tan complejos como Colombia pero lo tiene, además de enviar un mensaje muy claro sobre su objetivo principal, atacar la corrupción que es sin lugar a dudas el mayor flagelo del país. Clara López es fiel a su ideales sociales, de inclusión y redistribución de la izquierda política, y probó con pocos meses en la Alcaldía de Bogotá que es pragmática y pudo darle la vuelta a la idea de que la izquierda no era una buena opción de poder después de los escándalos de su partido en la Alcaldía de Bogotá.
De igual manera hay que analizar con detalle el lado oscuro de los candidatos, sus errores, sus decisiones y sus alianzas políticas, económicas e internacionales. La realidad es esta: Ninguno de los candidatos esta en esa posición sin haber cometido errores, sin haberse convertido enemigo de algún sector del país y amigo de otro. Todos tienen agendas específicas, intereses particulares detrás de sus candidaturas. No se trata de cerrar los ojos ante la realidad del proceso político, pero es en el análisis de este lado oscuro donde las especulaciones, rumores y manipulación de la verdad empiezan a hacer estragos. Hay miles de Colombianos que de una u otra forma han recibido los efectos negativos de las decisiones tomadas por estos personajes y tienen derecho a sentir que no son una opción correcta para el país, pero también ha habido decisiones donde unos pocos han sido afectados en favor del bien común, lo que resulta en un mejor rumbo para la gran mayoría. Esos aspectos son los que debemos tratar de entender por difícil que parezca.
Lo que debemos hacer es escoger sin pasiones, debemos escoger de manera inteligente, con información, con conocimiento y sobretodo, con la certeza de que votamos por quien creímos era la mejor opción. Tenemos que votar por las ideas, no en contra de ellas.