Si hay algún momento en la historia democrática de Colombia donde la abstención debe desaparecer, es este del plebiscito por el acuerdo de paz el próximo 2 de Octubre, donde los colombianos vamos a tomar quizás la decisión más trascendental de nuestra historia como Nación. No votar ese día no solo es irresponsable, es desperdiciar la oportunidad de expresar qué clase de país queremos dejarle a las generaciones futuras.

La democracia se basa en la participación, y estemos o no estemos de acuerdo con el contenido del acuerdo, nos han dado la oportunidad de decidir, algo que pocas veces podemos contarlo y que pocas naciones que han resuelto conflictos internos han hecho. La importancia de que todos votemos está en que hay algunos grupos que promueven el SÍ o el NO con el poder de influenciar la decisión de muchos colombianos, aprovechándose de la poca información sobre el tema de algunos, o las pasiones políticas de otros, o peor aún, de resentimientos y prácticas corruptas. Hay otros grupos, algunos protagonistas de la violencia que ha vivido Colombia, que pueden presionar de manera intimidante para que el voto sea hacia uno u otro lado. La única manera de contrarrestar la influencia corrupta de dichos grupos y que esto provoque un resultado turbio, poco transparente, es una votación MASIVA. Para estos grupos es posible influenciar, comprar o intimidar el voto de 2,3 o hasta 5 millones de colombianos, pero no de 35 millones que estamos habilitados para votar.

Esta convocatoria democrática no es para elegir un alcalde o concejal, o gobernador o senador, o incluso un presidente. Todas son decisiones importantes en las que debemos participar, pero este plebiscito está por encima de todas ellas. Este acuerdo va a definir cuál va ser el futuro de Colombia. Cada una de las opciones tiene consecuencias profundas para el futuro del país y nos afectará directamente, a cada uno de nosotros. No participar es dejar que otros decidan y peor aún, es perder la oportunidad de expresar que queremos para el país, para nuestros hijos y nietos, para nosotros mismos. Como nunca antes, vamos a poder aceptar o rechazar un camino propuesto para Colombia. Eso es invaluable

Hay muchas naciones hoy en el mundo que están en guerra, llenas de injusticia y dolor. Colombia ha vivido momentos muy dolorosos en su historia por cuenta del conflicto, de la corrupción y de la indiferencia. Hoy el país, aún lleno de problemas, está viviendo tiempos mejores. Este 2 de octubre un nuevo camino se abre, para continuar como vamos o abrir una nueva ruta. No quiero indicar cuál es la decisión correcta. Cada colombiano a conciencia y en la medida de lo posible, debe informarse y tomar su decisión. Lo importante es tomarla y participar.

Cuanto dieran los hombres y mujeres que hoy sufren en Siria, Egipto, Palestina e Israel, Ucrania, Corea del Norte, Sudan, Somalia, Irak, Afganistán o Venezuela porque sus líderes les dieran la oportunidad de elegir su destino, de trazar un nuevo rumbo para sus naciones, pero no lo pueden hacer. Nosotros hoy tenemos esa oportunidad de que nuestra voz se oiga y que se tenga en cuenta. ¡No la desperdiciemos! ¡HAY QUE VOTAR!