Pasada la página del acuerdo de paz con las FARC, de aprobarse en el plebiscito, Colombia no puede ni debe esperar eso precisamente, ¡PAZ! La realidad de nuestra violencia se ha transformado en grupos y bandas al margen de la ley que ahora controlan el delito en los campos y ciudades del país. Las FARC son un grupo que sembró el terrorismo, atacó poblaciones, trafica con drogas, y desestabilizó el país, pero su peso en el esquema global de la violencia colombiana se ha disminuido dramáticamente gracias a la ofensiva del Gobierno Uribe, haciéndolo el actor más visible, pero menos letal de nuestro complejo problema de inseguridad y violencia.

¿Basado en esto, los colombianos se preguntan, para que entonces un acuerdo con un grupo que ya no desestabiliza el país? ¿Para que un acuerdo con un grupo que al desmovilizarse no va a tener mayor efecto en nuestro sentido de seguridad y paz, incluso en el peor de los casos lo va a recrudecer, ya que muchos excombatientes pueden ir a engrosar las filas de las BACRIM que hoy siembran terror y zozobra en muchas ciudades y zonas del país?

La razón fundamental y que producirá quizás el efecto más importante de este acuerdo, es que hoy el gobierno se gasta en promedio el 18% del Producto interno Bruto en La guerra contra las FARC y el ELN. Según el diario el Tiempo, del presupuesto del 2016, alrededor de 30 billones de pesos se destinan a la defensa del país, mayormente al Ejercito para su lucha contra la insurgencia. El fin de este conflicto significa que alrededor del 65% del total hoy destinado a la lucha contra la guerrilla, se puede utilizar para la lucha contra la delincuencia, liderada hoy por la policía. Por otra parte, el fin del conflicto va a representar un cambio de estrategia en la defensa del país, permitiendo concentrarse en el debilitamiento de un grupo mucho menor como el ELN para forzar una negociación, tal como se hizo con las FARC, pero mucho más importante, en concentrar las fuerzas armadas para lo que realmente son en gran parte del mundo: ¡Defender la soberanía nacional! La policía debe convertirse en una fuerza altamente profesional, bien equipada para derrotar la delincuencia que hoy se come nuestros campos y ciudades y que puede tener la tendencia a crecer luego del acuerdo de paz

Los colombianos hemos lidiado con una guerra civil, el narcotráfico y la delincuencia común, pero nuestro gobierno ha dedicado gran parte de nuestros recursos en combatir uno de ellos. Este acuerdo debe abrir la puerta para que podamos usar más recursos (olvidémonos del efecto de la corrupción por un momento, nuestro más grave flagelo) para erradicar esa delincuencia común que es la que hoy azota nuestra tranquilidad. Es ahí donde vamos a poder empezar a decir que el país va camino a la paz y la tranquilidad.