Dejando a un lado la política, su corrupción y sus rencores, divisiones y rencillas, los colombianos no podemos desconocer la transformación que estamos viviendo con respecto al conflicto armado que nos ha aquejado por décadas. Independientemente de nuestras convicciones políticas, es imposible no reconocer que lo que está ocurriendo con el acuerdo de paz es histórico… y POSITIVO!

Analicemos los hechos como lo que son. Hechos irrefutables. En Colombia, miles de hombres que de manera ilegal empuñaban armas en contra de otros colombianos, civiles o militares, están entregando sus armas y están deseando reintegrarse a la sociedad. Que esto haya resultado como mínimo en una muerte menos, un secuestro menos, una región menos amenazada, una familia menos destruida, ya es un logro inmenso para el país. Las estadísticas desde el fin de la guerra hablan de cientos de muertes civiles y militares que se han podido evitar. Se habla de hospitales militares con muchos menos soldados de la patria heridos en combate, y se reconoce la disminución de muertes y secuestros que ocurrían debido al accionar de las FARC. Dejando de lado el debate político, es imposible no reconocer esto como una transformación muy positiva para el país, algo que estamos deseando los colombianos hace décadas, y que hoy vemos ocurrir. Independientemente de la veracidad y exactitud de la información sobre el proceso, los hechos son claros y las consecuencias de este proceso de paz, por lo menos en el inmediato plazo para el país, son positivas

Que estos hechos se conviertan en un cambio duradero y positivo para el país depende de los colombianos, no de los políticos de turno. Las FARC se convertirán en un partido político y los ciudadanos podemos rechazar con nuestros votos cualquier ideología extremista que se proponga. Esa oportunidad nos la va dar el hecho de que las FARC silenció sus fusiles y decidió participar en el proceso democrático. Si el acuerdo se descarrila, es esa misma democracia la que nos permitirá elegir a aquellos que lo enderecen nuevamente y permitan que se mantenga esa civilidad que estamos logrando y que no podemos permitirnos perder

Adicionalmente este el aspecto social, que es quizás el más difícil. Los reinsertados necesitan sentir que pueden ser parte de la sociedad nuevamente. Los colombianos necesitamos permitir esa reconciliación, absolutamente necesaria y para ello, el acuerdo debe proveer las herramientas para que Colombia sienta que no solo se logró la paz, sino que se hizo justicia. El rechazo a los reinsertados provocará que se alejen de la civilidad nuevamente y se dediquen a la violencia nuevamente. Es un proceso muy complejo, pero tan o más crítico que el acuerdo mismo y que todo lo que se ha logrado hasta ahora. Los colombianos debemos darle a la reconciliación esta oportunidad única.